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El Gobierno interino de Ucrania estaría detrás de los ultras radicales de fútbol
Desde el inicio de las revueltas en Kiev hasta los recientes enfrentamientos en Ucrania del este, los ultras de fútbol han estado presentes en los principales sucesos violentos, algo que muchos atribuyen a maniobras políticas del Gobierno interino.
El fútbol es un deporte que mueve masas, que une a miles. Puede despertar fervientes pasiones que van desde la más leal afición hasta el peor de los fanatismos.
Difícilmente se olvidan las imágenes del incendio en la Casa de los Sindicatos de la ciudad de Odesa, donde producto de los disturbios murieron cerca de 50 personas y decenas permanecen desaparecidas. Pero ese fatal desenlace comenzó como una pelea entre quienes parecían fanáticos radicales y partidarios de la federalización del país.
Curiosamente, a los enfrentamientos se sumaron rápidamente integrantes de la agrupación de extrema derecha Sector Derecho e incluso miembros de las autoridades locales, según el fiscal general interino de Ucrania. Lo que hace a muchos cuestionarse quiénes están detrás de la organización de estos ataques.
Poco a poco, ciudad por ciudad, los fanáticos han actuado con impresionante cohesión. En localidades como Járkov, por ejemplo, protagonizaron una pelea masiva justo después de haber participado en una marcha por la unidad nacional. En Donetsk, las autodefensas se habían congregado en una plaza local para expresarse a favor de la federalización del país, pero sus intenciones se vieron frustradas cuando fueron atacados por fanáticos radicales.
Justo cuando comienza a hacerse patente que el amor al fútbol es la causa de esta distrofia en la conducta, aparecen declaraciones de movimientos y peñas deportivas que a regañadientes reconocen tener vínculos con grupos nacionalistas.
Y es que el deporte también sirve de señuelo social cuando los jugadores políticos deciden saltarse las reglas. En los sucesos de Odesa también participaron connotados delincuentes que ahora gozan de la aprobación de quienes ocupan el poder. Uno de ellos es Centurión Mikola, cuyo verdadero nombre es Nikolái Volkov y quien se encuentra en búsqueda y captura desde el 2012, que encabeza un grupo de radicales que llegó a Odesa desde Kiev.
Pero justo días antes de que se desatara el caos en la ciudad portuaria y como si de un padre que envía a su primogénito al combate se tratase, el ministro del Interior en funciones le obsequiaba con un chaleco antibalas.
Para muchos, esta es la evidencia que faltaba para poder asegurar que Kiev se vale de convictos para sus propósitos políticos.
El próximo 15 de mayo está previsto que se juegue la final de la Copa Ucraniana de Fútbol en la ciudad de Járkov. Partido que corre el riesgo de jugarse dentro y fuera de la cancha con árbitros y reglas que no son iguales para todos.
Difícilmente se olvidan las imágenes del incendio en la Casa de los Sindicatos de la ciudad de Odesa, donde producto de los disturbios murieron cerca de 50 personas y decenas permanecen desaparecidas. Pero ese fatal desenlace comenzó como una pelea entre quienes parecían fanáticos radicales y partidarios de la federalización del país.
Curiosamente, a los enfrentamientos se sumaron rápidamente integrantes de la agrupación de extrema derecha Sector Derecho e incluso miembros de las autoridades locales, según el fiscal general interino de Ucrania. Lo que hace a muchos cuestionarse quiénes están detrás de la organización de estos ataques.
Poco a poco, ciudad por ciudad, los fanáticos han actuado con impresionante cohesión. En localidades como Járkov, por ejemplo, protagonizaron una pelea masiva justo después de haber participado en una marcha por la unidad nacional. En Donetsk, las autodefensas se habían congregado en una plaza local para expresarse a favor de la federalización del país, pero sus intenciones se vieron frustradas cuando fueron atacados por fanáticos radicales.
Justo cuando comienza a hacerse patente que el amor al fútbol es la causa de esta distrofia en la conducta, aparecen declaraciones de movimientos y peñas deportivas que a regañadientes reconocen tener vínculos con grupos nacionalistas.
Y es que el deporte también sirve de señuelo social cuando los jugadores políticos deciden saltarse las reglas. En los sucesos de Odesa también participaron connotados delincuentes que ahora gozan de la aprobación de quienes ocupan el poder. Uno de ellos es Centurión Mikola, cuyo verdadero nombre es Nikolái Volkov y quien se encuentra en búsqueda y captura desde el 2012, que encabeza un grupo de radicales que llegó a Odesa desde Kiev.
Pero justo días antes de que se desatara el caos en la ciudad portuaria y como si de un padre que envía a su primogénito al combate se tratase, el ministro del Interior en funciones le obsequiaba con un chaleco antibalas.
Para muchos, esta es la evidencia que faltaba para poder asegurar que Kiev se vale de convictos para sus propósitos políticos.
El próximo 15 de mayo está previsto que se juegue la final de la Copa Ucraniana de Fútbol en la ciudad de Járkov. Partido que corre el riesgo de jugarse dentro y fuera de la cancha con árbitros y reglas que no son iguales para todos.
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