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Los 'niños de la guerra' en el este de Ucrania ya no dibujan flores: solo tanques y aviones
El periódico británico 'The Guardian' relata con todo lujo de detalles cómo transcurre la vida cotidiana en uno de focos de la operación de castigo en el este de Ucrania, la ciudad de Slaviansk.
Desde primeros de junio, en la ciudad de Slaviansk, considerada uno de focos de la resistencia en el este de Ucrania, el agua fue cortada en la mayoría de domicilios, el 90% de la ciudad no tiene luz, la recepción de móviles es mala, y algunos barrios no tienen gas, constata 'The Guardian'. Además, los locales sufren por falta de alimentos, medicamentos y dinero.
Las severas condiciones y los violentos bombardeos han obligado a muchos a huir de la ciudad, aunque no todos pueden hacerlo por falta de recursos, o porque no pueden transportar a las personas discapacitadas y mayores de edad. "La desconfianza general hacia el Gobierno de Kiev se ha convertido en un odio amargo, y la cantidad creciente de rebeldes es vista por muchos como salvadores de la ciudad", escribe el periódico. Sin embargo, muchos prefieren adaptarse a estas condiciones antinaturales en vez de tomar las armas.
La familia de Denis y Zhenia se levanta muy temprano, con las primeras luces del día, y su jornada acaba mucho antes de lo normal por falta de electricidad. Luego tienen que ir por agua a un pozo cercano y después han de comprar comida, una tarea complicada, ya que la mayoría de supermercados cerró y los precios, incluso los de las legumbres de temporada, subieron en 4-5 veces. Lo mismo pasa con los medicamentos.
El problema más acuciante de los locales es la falta de recursos. A esta familia, con tres hijos pequeños y una persona de tercera edad discapacitada, ya no le pagan más bonos sociales para niños y jubilados. En la ciudad se cerraron las industrias, se paró la actividad fabril y la construcción, dejando a los locales sin empleo.
Ocasionalmente, la gente recibe algún apoyo. Esta semana un soldado de autodefensas le regaló a Zhenia 4 kilos de carne, una suerte muy rara en estos días. También reciben ayuda humanitaria, pero deben esperar durante horas en colas y no siempre la ayuda logra penetrar el asedio del ejército ucraniano. La mayoría de esta ayuda procede de Rusia, pero el partido comunista local también proporciona alimentos y medicamentos, y ayuda a huir de la ciudad a quienes optan por buscar refugio en otras localidades.
Debido a los constantes ataques, los niños solo pueden jugar en el patio de su edificio residencial, donde tampoco se encuentran completamente a salvo de los proyectiles lanzados por el Ejército ucraniano. Los niños se esconden en el baño, mientras que los adultos lo hacen en un cuarto con ventanas "blindadas" con colchones. "Los niños dibujan tanques y aviones, aunque antes dibujaban flores y árboles" cuenta Katia, otra residente de Slaviansk. Su hijo de 8 años se despierta cada mañana preguntando: "¿Nos bombardearon?", relata. "En el futuro, estos serán los niños de la guerra", se lamenta Zhenia en declaraciones a 'The Guardian'.
El diario publico este reportaje el sábado, el mismo día en que el ejército de Ucrania llevó a cabo una operación de 'limpieza' en la ciudad de Slaviansk, dejando numerosas víctimas y destrucciones.
Las severas condiciones y los violentos bombardeos han obligado a muchos a huir de la ciudad, aunque no todos pueden hacerlo por falta de recursos, o porque no pueden transportar a las personas discapacitadas y mayores de edad. "La desconfianza general hacia el Gobierno de Kiev se ha convertido en un odio amargo, y la cantidad creciente de rebeldes es vista por muchos como salvadores de la ciudad", escribe el periódico. Sin embargo, muchos prefieren adaptarse a estas condiciones antinaturales en vez de tomar las armas.
La familia de Denis y Zhenia se levanta muy temprano, con las primeras luces del día, y su jornada acaba mucho antes de lo normal por falta de electricidad. Luego tienen que ir por agua a un pozo cercano y después han de comprar comida, una tarea complicada, ya que la mayoría de supermercados cerró y los precios, incluso los de las legumbres de temporada, subieron en 4-5 veces. Lo mismo pasa con los medicamentos.
El problema más acuciante de los locales es la falta de recursos. A esta familia, con tres hijos pequeños y una persona de tercera edad discapacitada, ya no le pagan más bonos sociales para niños y jubilados. En la ciudad se cerraron las industrias, se paró la actividad fabril y la construcción, dejando a los locales sin empleo.
En el futuro, estos serán los niños de la guerra
Ocasionalmente, la gente recibe algún apoyo. Esta semana un soldado de autodefensas le regaló a Zhenia 4 kilos de carne, una suerte muy rara en estos días. También reciben ayuda humanitaria, pero deben esperar durante horas en colas y no siempre la ayuda logra penetrar el asedio del ejército ucraniano. La mayoría de esta ayuda procede de Rusia, pero el partido comunista local también proporciona alimentos y medicamentos, y ayuda a huir de la ciudad a quienes optan por buscar refugio en otras localidades.
Debido a los constantes ataques, los niños solo pueden jugar en el patio de su edificio residencial, donde tampoco se encuentran completamente a salvo de los proyectiles lanzados por el Ejército ucraniano. Los niños se esconden en el baño, mientras que los adultos lo hacen en un cuarto con ventanas "blindadas" con colchones. "Los niños dibujan tanques y aviones, aunque antes dibujaban flores y árboles" cuenta Katia, otra residente de Slaviansk. Su hijo de 8 años se despierta cada mañana preguntando: "¿Nos bombardearon?", relata. "En el futuro, estos serán los niños de la guerra", se lamenta Zhenia en declaraciones a 'The Guardian'.
El diario publico este reportaje el sábado, el mismo día en que el ejército de Ucrania llevó a cabo una operación de 'limpieza' en la ciudad de Slaviansk, dejando numerosas víctimas y destrucciones.
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