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El poderío militar estadounidense: ¿un fracaso a corto o largo plazo?

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Estados Unidos lleva décadas haciendo uso de su poderío militar para, según ellos, proteger y llevar la democracia y la libertad al resto de países del mundo mediante el uso de la fuerza. Pero, ¿lo ha conseguido? ¿De verdad es eso lo que pretende?
El poderío militar estadounidense: ¿un fracaso a corto o largo plazo?
No es ninguna novedad que en todo el mundo se discuta la política exterior estadounidense y su tendencia a emplear el poderío militar para intimidar a otros Gobiernos del planeta y disuadirlos de tomar intenciones que puedan perjudicar a los intereses estadounidenses.

En un análisis publicado en la revista digital 'The National Interest' se cuestiona la efectividad del carácter disuasorio del Ejército de Estados Unidos como herramienta para llevar la democracia y la libertad al resto de países, además de la lucha contra el terrorismo internacional. En cierto modo, se pueden congratular de haber conseguido muchos de sus objetivos, como frenar a Saddam Hussein de invadir Kuwait (Guerra del Golfo de 1991), su posterior derrocamiento (invasión de Irak en 2003); lo mismo con Milosevic en el Kósovo (Guerra de Kósovo de 1998); Noriega en Panamá (invasión de Panamá en 1989) y la muerte de Osama bin Laden (2011), por poner algunos ejemplos.

Con la experiencia del paso del tiempo, Estados Unidos ha aprendido a mantenerse al margen militarmente en conflictos sociales y bélicos de otras regiones, como en la actual guerra civil Siria, la crisis en Ucrania, Libia (guerra civil libia de 2011) y el Líbano (2006). En estos casos, el Ejército estadounidense se mantuvo y sigue manteniéndose como un as en la manga, una baza intimidatoria en la estrategia del juego geopolítico de Washington. De este modo ha dado entrada al uso de otros métodos —como las Primaveras Árabes, oficialmente no vinculadas a Estados Unidos—  también eficientes pero mucho más sucios, los cuales muestran claros indicios de actuar con sus mismos intereses políticos, acusados internacionalmente de hacerlo bajo sus órdenes, solo entonces conocidos como revolucionarios o rebeldes para luego llamarlos terroristas, cuando ya no obedecen a sus intereses. 

¿Pero acaso gracias a esto esos países se han convertido en un lugar mejor, más libre y democrático? Hay que tener en cuenta que cada conflicto, cada guerra, es único, dependiendo del país y de la región, por lo que el planteamiento de una operación militar está marcada por estos factores. Sin embargo, a pesar de tenerlos en cuenta, no se ha conseguido el resultado esperado. Véase por ejemplo el estado actual de Afganistán, Irak o de Ucrania, sumidos en el caos y en la violencia.  

"Roma no se construyó en un día"

La mejor justificación que encuentran los analistas y escritores norteamericanos está basada en la historia, ya que creen que inculcar los valores de democracia y libertad estadounidenses en otros países no se consigue de la noche a la mañana. Según el autor David Fromkin, tras el colapso del Imperio romano a Europa le llevó casi un milenio afianzar amistades entre sus países para poder emerger. Los imperios coloniales europeos consiguieron, solo después de varios siglos, transmitir sus valores occidentales a las nuevas colonias.

Sin embargo, otros autores consideran que esto no es excusa. Cabe destacar que cada país tiene su cultura y su punto de vista, algunos muy diferentes de los estadounidenses, incluso dentro de la misma Europa. Eso es lo que no parece calar en el planteamiento y comprensión del pueblo de Estados Unidos cuando ven los nefastos resultados de sus intervenciones militares en el mundo, que dejan tras de sí un reguero de sangre, crimen y violencia que no se había vivido en mucho tiempo en esos países. No comprenden cómo ni por qué no fueron aceptados por lo vietnamitas, los afganos o los iraquíes, por ejemplo. Cada pueblo, cada nación, al fin y al cabo tiene el Gobierno y los políticos que se merecen, no los que deberían merecerse según el criterio de unos pocos.

Este parece ser el principal problema en las intervenciones militares estadounidenses de las últimas décadas que, aparte de lo ideal que tienen por estar guiadas por el proyecto de democracia y libertad universales, flojo en su práctica, no quita que les permita conseguir los objetivos de sus intereses económicos y comerciales por todo el mundo.
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