6 trucos tácticos que cambiaron el curso de guerras

Operación Mincemeat

Durante la Segunda Guerra Mundial, los británicos lanzaron un plan de desinformación llamado Operación Mincemeat (carne picada) para convencer a los alemanes de que los aliados planeaban invadir Cerdeña y Grecia en lugar de Sicilia, donde realmente desembarcaron en julio de 1943, recuerda 'Business Insider'.

Para lograr su objetivo, los británicos arrojaron a las costas de España el cadáver de un vagabundo londinense al que proporcionaron una identidad falsa como comandante de los Marines. El 'comandante' llevaba encima documentos que revelaban las intenciones aliadas de invadir Cerdeña y Grecia. Los españoles, que nominalmente eran neutrales durante esa contienda, entregaron rápidamente los documentos a los nazis, lo que hizo creer a Hitler que había que reposicionar tropas lejos de Sicilia.

Cigarrillos con heroína

Los británicos y los otomanos libraron una lenta guerra de trincheras durante la Campaña Palestina de la Primera Guerra Mundial. Un día, los británicos se enteraron de que los otomanos se habían quedado sin cigarrillos. En un intento de desmoralizar a su enemigo, los británicos comenzaron a enviarles cigarrillos envueltos en propaganda. En lugar de rendirse, los otomanos tiraron la propaganda sin leerla.

Ante el escaso éxito de la estrategia, los británicos cambiaron de táctica y enviaron a sus enemigos cigarrillos con heroína. En consecuencia, cuando empezaron el asalto los europeos encontraron poca oposición por parte de las fuerzas otomanas.

La flota que navegó por tierra

Durante la conquista otomana de Constantinopla en 1453, los turcos invasores se enfrentaron a un reto importante. Los bizantinos habían tendido una cadena gigante frente al Cuerno de Oro, que conectaba Constantinopla con el mar, para bloquear el camino a la Armada otomana.

Con el fin de superar la cadena, los otomanos hicieron que sus barcos avanzaran por tierra con la ayuda de troncos de árboles. Esta estrategia permitió a los turcos atacar la ciudad que ahora se llama Estambul.

¡Gatos!

En 525 a. de C., los persas estaban expandiendo su imperio hacia Egipto. Conocedores de la estima que tenían los egipcios por los gatos (este pueblo incluso creía que los felinos poseían alma), los persas pintaron imágenes de gatos en sus escudos y marcharon con cientos de gatos reales y otros animales sagrados en su vanguardia durante el asedio de la ciudad egipcia de Pelusio. Los egipcios se negaron a atacar a las tropas invasoras por temor a hacer daño a los gatos, lo que permitió a los persas apoderarse de la ciudad.

Escuchas de prisioneros

 
Durante la Segunda Guerra Mundial, los británicos alojaron en una mansión de la campiña inglesa a los altos funcionarios nazis capturados. Les permitieron comer y beber lo que quisieron, escuchar la radio alemana y hablar entre sí libremente. Mientras tanto, los británicos habían cableado toda la mansión. Expertos de inteligencia trabajaban en el sótano, grabando las conversaciones de los nazis y recabando información sobre sus tácticas y estrategias, así como sobre las relaciones entre los comandantes de Hitler en el Ejército nazi.

La marcha engañosa

Durante la guerra civil estadounidense, el general confederado John B. Magruder se enfrentó al general unionista George B. McClellan en la lucha por Yorktown. Las fuerzas confederadas de Magruder eran cuatro veces inferiores en número con respecto a las unionistas, por lo que Magruder ordenó a sus tropas marchar de un lado para otro para que los unionistas creyeran que tendrían que enfrentarse a un ejército más numeroso de lo que era en realidad.

Esta idea ayudó a detener el asalto, lo que permitió a Magruder ganar el tiempo necesario para reforzar su posición y salir victorioso de la batalla.