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Los analgésicos, mayor amenaza para los estadounidenses que las drogas

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En Estados Unidos en un año casi 30.000 personas pierden la vida por sobredosis de analgésicos. Los médicos recetan píldoras derivadas del opio para paliar dolores crónicos y los laboratorios ganan millones de dólares.

En Estados Unidos en un año casi 30.000 personas pierden la vida por sobredosis de analgésicos. Los médicos recetan píldoras derivadas del opio para paliar dolores crónicos y los laboratorios ganan millones de dólares.

Durante la década de los años 70 del siglo pasado, y hasta mediados de los 80 Estados Unidos vivió uno de los peores episodios en su historia del uso y abuso de estupefacientes. Heroína, cocaína y alucinógenos eran las drogas del momento.

Hoy, la adicción estadounidense continúa, pero esta vez, algunas sustancias derivadas de los narcóticos se siguen consumiendo bajo el amparo legal de una receta médica. Las ganancias millonarias de las compañías farmacéuticas se multiplican ya que tomar analgésicos está de moda, y cuantos más fuertes sean sus efectos, mayor el número de personas que los compran.

Sam sufrió un accidente hace 5 años. Como consecuencia una lesión en la región lumbar le dejó con una patología denominada “dolor crónico”. Ante esto, su dependencia a la “Oxicodona”, un fármaco derivado del opio y distribuido legalmente bajo prescripción le arruinó y le privó de su profesión y su familia.

Sam cuenta que llega un punto en el que no se puede parar. La alternativa es vivir con el dolor del accidente o vivir con la miseria que la adicción le causa. Entiende que vive en un limbo entre la realidad y los efectos de los narcóticos, pero no sabe qué debe hacer para acabar con esa situación.

La Oxicodona que toma tiende a causar más víctimas que la cocaína y la heroína. Un informe publicado en los medios impresos, afirma que sólo en Florida (uno de los estados con la legislación más tolerante para la venta de analgésicos) en 2009, un promedio de 7 personas fallecieron diariamente por casos de sobredosis. El mismo reporte sugiere que a nivel nacional, 30.000 individuos perdieron la vida por causas afines en el 2010.

Sin embargo, los portavoces de la industria farmacéutica defienden el derecho de los ciudadanos a utilizar el sistema de salud para adquirir recetas médicas pese a que esto prolongue indefinidamente una adicción generalizada.

Bioquímico y portavoz de la Industria Farmacéutica Estadounidense William Arshteons, no cree que “el gobierno quiere reducir el acceso de los pacientes a las drogas analegésicas. Se habla mucho del tema y se especula sobre supuestos daños a la salud, sobredosis y muertes”.

Los expertos de la industria han diseñado las píldoras con el propósito de ayudar a las personas que viven con dolor. Estos pacientes deben evitar el intervencionismo gubernamental en el sistema de salud.

Esta opinión llega amparada en el lucro que se consigue con este negocio. Un consultorio médico puede ganar hasta 25,000 dólares diarios solamente por la prescripción de recetas para analgésicos. Y cuando se reportan las ganancias totales, las empresas farmacéuticas incrementan sus dividendos de modo proporcional.

En las calles, los supuestos principios legales y éticos de la producción de fármacos adquieren otra dimensión en lo clandestino. Una sola pastilla como esta puede venderse por $30 dólares o más. Con lo cual, un frasco de 100 píldoras supondría un ingreso superior $3000 dólares diarios.

Por su parte, las autoridades gubernamentales plantean la implementación de un plan para reducir en un 15% el abuso de estos medicamentos en los próximos cinco años.

Pero, los expertos afirman que los intereses que median en esta esfera ponen en duda la voluntad legislativa.

David Seltzer, abogado especializado en criminalidad y gobierno explica que muchos de los legisladores reciben bonos y comisiones de la misma industria farmacéutica que esta sumiendo al país en una adicción generalizada. “Lo irónico aquí es que se trate de reducir el consumo de drogas contra el dolor, mientras que por otra parte, se permite a los fabricantes de estos medicamentos hacer lo que les da la gana, triplicando sus fortunas”, dice.

Frenar la dependencia de estas sustancias está tanto en manos de gobierno como de consumidores. Quizé el conocer las consecuencias que pueden conllevar a largo plazo sea el mejor baremo para que la concienciación general crezca de cara a un uso responsable de los fármacos.

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