Siria: camino a la paz sobre terreno minado
El siguiente reportaje detalla la difícil situación en la que se desenvuelven los inspectores internacionales en las ciudades sirias, debido a la inseguridad que genera la violencia que no cesa.
Un grupo de observadores de Naciones Unidas se encuentra en la ciudad de Idlib. En la actualidad las autoridades controlan la parte central del Estado, pero en las provincias rurales continúan los enfrentamientos.
Parece que los mediadores internacionales tendrán que emplearse a fondo para imponer el alto del fuego. Además, en esta área es frecuente la actividad de grupos violentos.
“Desde hace un año y medio nadie sabe lo que está pasando. Nos vamos a la cama intimidados y nos despertamos sintiendo lo mismo. Unos culpan al Gobierno y otros a los grupos armados, no sabemos quién es el responsable de todo esto. Nos sentimos perdidos”, dice una mujer siria.
“Si se producen desórdenes de cualquier tipo en alguna región se deben a la violación de la ley”, asegura por su parte el gobernador de Idlib, Yaser Shoufi.
Varios puestos de control separan la llamada Tierra Incógnita, un territorio no controlado por las autoridades de las zonas reguladas. Precisamente aquí la labor de los observadores cobra una mayor importancia y significado.
Siniestros como pretextos para la crítica
La lucha por la paz en Siria pone en riesgo la vida de los integrantes de la misión internacional, como ya quedó demostrado en la reciente explosión de una bomba al paso de su convoy.
Estados Unidos no tardó en culpar al régimen del presidente Bashar Al Assad y ha pedido aumentar la presión sobre el líder del país, lo que abriría la puerta a nuevas sanciones adicionales contra Siria.
Por su parte, la población de las ciudades de Homs y Hama, las que más han sufrido por los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los grupos armados, se siente aún peor.
Durante su discurso en Ginebra del pasado 8 de mayo el enviado especial de la ONU a Siria, Kofi Annan, denunció que el nivel de violencia en la nación sigue siendo inadmisible y advirtió que sobre el país se cierne la amenaza de una guerra civil.
La comunidad internacional da algunos pasos tímidos hacia la regulación de la situación, pero la desesperación de los ciudadanos y el completo desastre en el que se encuentra inmerso el Estado, exigen acciones más eficaces.