Bolivia en guardia: ¿golpe de Estado a la vista?
La ministra boliviana de Comunicación, Amanda Dávila, destacó que, según la Inteligencia gubernamental, los policías están trasladando armamento a varias ciudades del país, y que las "señas" de violencia que se vieron en las protestas de ayer "podrían estar constituyendo un escenario de golpe".
"Frente a la violencia que hemos visto ayer, frente a estos indicios que estamos observando desde los informes de prensa, desde los informes de Inteligencia que están llegando, acá hay un escenario muy preocupante", señaló Dávila.
Los analistas destacan que el posible golpe de Estado podría ser perpetrado por fuerzas internacionales que quieren desestabilizar a los países del ALBA por razones económicas y politicas.
“Hay una situación a nivel internacional que hace suponer que hay intereses de fuerzas interesadas en querer cambiar el sistema político de los países del ALBA […] que no quieren estabilidad en esos países”, asegura a RT el periodista Raúl Arevalo Aleman.
El experto constata una tendencia en América Latina, sobre todo en el ALBA, de países "que quieren ser dueños o están recuperando sus recursos naturales y que quieren establecer reglas claras de la inversión económica extranjera”.
“La correlación de fuerza, los factores políticos, indican que pueden ser que haya intereses internacionales que quieran revertir la situación en estos países. Hay una lucha de intereses entre potencias interesadas y los países que quieren decidir sobre su propio destino”, agregó.
Bolivia es escenario actualmente de disturbios violentos en varias ciudades, sobre todo en La Paz, donde centenares de agentes saquearon el edificio ocupado por el servicio de la Inteligencia y el Tribunal Disciplinario de la Policía, además de la Interpol, y quemaron sus archivos. Los policías reclaman al Gobierno un aumento salarial similar al de las Fuerzas Armadas, pues mientras ellos ganan ahora 178 dólares al mes, un militar de igual nivel recibe el doble.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, se dice dispuesto a atender las exigencias de los policías amotinados. Sin embargo, algunos participantes en las conversaciones denuncian amenazas para romper el diálogo con los indignados, mientras que el gobierno despliega al ejército para patrullar las calles.