El sistema de defensa antiaérea S-400, base para la seguridad rusa
El estruendo de los cohetes rompe el silencio del cielo nocturno. Dos misiles se levantan para volar unos segundos y los blancos son eliminados. El sistema de defensa antiaérea S -400 demuestra una vez más con esplendor que no existen objetivos demasiado intrincados que puedan eludir su mira.
Esta fue la primera vez que los sistemas de lanzamiento de misiles participaron en los ejercicios militares en la composición de las tropas de defensa aeroespacial. En estos ensayos que tuvieron lugar en el polígono de Ashuluk, en la región de Astracán, participaron más de 800 militares y 100 unidades de técnica especial, y la exhibición de potencia del S-400 fue el acto más esperado.
“Los ensayos en los que participa nuestro regimiento son sumamente aproximados a las condiciones reales de combate. La única diferencia es que rechazamos el ataque con un blanco artificial. Durante la operación el regimiento eliminaba a objetivos que volaban con una trayectoria balística bastante complicada, pero cumplimos con éxito nuestra meta”, dijo el teniente coronel Dmitri Beliavski, jefe del regimiento antiaéreo 210.
Así, el sistema puede eliminar aviones, cohetes cruceros y misiles balísticos a una distancia de hasta 400 kilómetros y a una altura de entre tan solo 5 metros hasta 60 kilómetros. Cada conjunto del sistema está formado por varias máquinas móviles. Los radares de radiolocalización monitorizan las áreas de las que son responsables y la información adquirida por ellos se envía al centro de mando, donde deciden si hace falta dar orden al sistema de cañones que ejecuta el inmediato lanzamiento. Aunque puede parecer relativamente complicado a primera vista, los operadores que obran personalmente con el complejo destacan la comodidad de su manejo.
“No creo que el manejo de este sistema sea muy difícil si lo tratas de manera seria y perfeccionas tus habilidades mediante la práctica. Siempre conoces algo nuevo. Cabe mencionar que los ensayos de disparos y lanzamientos te dan una incomparable experiencia para dominar las máquinas que te entregó tu patria”, asegura el jefe adjunto de batería Mijaíl Gaidukov.
La meta primordial de estas máquinas es garantizar el cielo seguro ruso. De momento el Ejército, junto con otros sistemas antiaéreos, dispone de cuatro sistemas S-400, dos de los cuales están desplegados en la provincia de Moscú, uno lo tiene la Flota del Báltico y el otro se encuentra en el Lejano Oriente. Antes de fin de año está previsto que se incorpore al servicio el quinto S-400. Sin embargo, los expertos avisan que en la coyuntura contemporánea esta cifra debería ser aún mayor.
“Сreo que Rusia necesita al menos 30 divisiones del S-400, que serán desplegadas en diferentes localidades. Para Rusia la dirección meridional, desde el punto de vista de amenaza coheteril, es bastante peligrosa porque hay países con regímenes que resultan casi impredecibles y cuentan con misiles balísticos. Además tales complejos deberían ser alojados en la parte europea rusa”, indicó Vladímir Evseev, director del Centro de Investigaciones Político-Sociales.
La escalada de tensiones políticas internacionales sumado al aumento de amenazas exteriores, hace que el incremento del número de sistemas S-400 esté justificado, teniendo en cuenta que podrán ser una considerable fuerza de contención y un ladrillo más en el muro de seguridad de Rusia.