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Las guerras del futuro: menos contacto, más información

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Los últimos años han visto cambios drásticos en el fenómeno de la guerra. Ataques cibernéticos, terrorismo, embargos económicos, protestas civiles y la propaganda mediática han engrosado las filas de los conflictos militares.
Las guerras del futuro: menos contacto, más información
Las tentativas de calificar estos procesos dan origen a nuevos términos -de guerras híbridas y asimétricas, a operaciones centradas en redes y operaciones militares fuera de condiciones de guerra- que se añaden a las doctrinas militares de varios países. 

¿Cuál será la guerra del futuro?


Según David Alberts, un experto militar estadounidense, la guerra del futuro se desarrollará en tres sentidos. 

Primeramente, se mejorará el combate convencional. Segundo, se evolucionarán las llamadas misiones no convencionales,  es decir, un conjunto de acciones diversas: la ayuda humanitaria, las operaciones especiales y los conflictos de baja intensidad, así como las operaciones  pacificadoras y acciones contra la proliferación de armas. Tercero, la creación de la forma de guerra única para la era de la información.

La doctrina de guerra centrada en redes ('Net-Centric Warfare'), adoptada por EE.UU. en los años 90, apunta a convertir una ventaja informativa, facilitada en parte por las tecnologías de información y comunicación, en una ventaja militar mediante una sólida red de fuerzas, geográficamente dispersas, pero bien conectadas e informadas.

“La fusión de capacidades de para recoger información de manera permanente en tiempo real y cualquier condición atmosférica con la creciente habilidad de procesar y entender este enorme volumen de datos produce la superioridad en el campo de batalla. Gracias a las nuevas tecnologías podemos automáticamente discernir los objetivos y obtener la información sobre los planes del enemigo”, según escribió William Owens, uno de los contribuyentes a la teoría.

Según la doctrina del Pentágono, concebida en la invasión de Irak en 1991 y las guerras balcánicas en los 90, el núcleo de la guerra de nuevo tipo radica en la intersección de lo social, físico, informativo y cognitivo. 

Los Estados naciones o grupos de tales no necesariamente son los únicos jugadores de los nuevos tipos de conflicto. Varios grupos políticos, étnicos y religiosos, el crimen organizado, organizaciones internacionales e incluso ciertos individuos que manejen tecnologías informáticas son capaces de organizar ciberataques y desarrollar estratégicas informáticas para conseguir las metas ansiadas.

En la forma ideal, los actores de tal guerra representan redes pequeñas de asociaciones de varios tipos, a semejanza de células. Son dispersas pero interconectadas.  

Igual que las abejas, los grupos unidos por una idea común atacan síncronamente el objetivo, sea ese un Estado o una corporación transnacional.

Sobrepasando a sus enemigos en fuerza y potencial, el objetivo, no obstante, reacciona a la mínima ´picadura´. Si los atacantes son suficientemente hábiles, el final del combate ya está decidido. En otras palabras, el único Goliat es afrentado no por uno, sino por una multitud de Davids.

El espacio cibernético es muy ventajoso para los fines ofensivos, porque la ciberguerra no requiere mucha financiación, se destaca por la precisión de impacto, se realiza a distancia y permite utilizar la astucia a una escala inalcanzable en el mundo real.

Siria


Un buen ejemplo de la guerra centrada en redes es el conflicto de Siria.  Los actores se infiltran a Siria en grupos pequeños para perpetrar atentados terroristas y sabotaje en varias instalaciones industriales. Se coordinan mediante los equipos de comunicación proporcionados por Occidente. Agentes estadounidenses entrenan a los insurgentes a interactuar en tiempo real y obtener datos sobre la ubicación del enemigo usando tecnologías modernas.

Lo único que contraponen a esas tácticas las fuerzas gubernamentales sirias son ataques con armas pesadas a las zonas donde se cree que se ubican los insurgentes. En muchas ocasiones no hay contacto directo con el enemigo, y son principalmente civiles los que mueren. Este aspecto es también usado por los estrategas de la guerra, a nivel internacional. 
 

Una multitud innumerable de organizaciones no gubernamentales con sedes en Estambul, Doha, Londres, Washington y otras ciudades forman la opinión pública en contra del Gobierno de Bashar al Assad.

Las redes sociales, donde la oposición tanto armada como moderada divulga sus llamamientos y desinformación, es un componente muy importante de esa guerra.

Drones y robots


En el nuevo tipo de guerra, los aviones no tripulados juegan un papel específico. Usados por décadas solo para recoger la información, su aporte es incalculable en lo referente a la red informativa común. 

Además, siendo usados como armas letales desde los principios de este siglo, también han cambiado la faz de la guerra moderna. Hasta ahora los drones norteamericanos han eliminado a 4.700 personas en varias partes del mundo, según el informe del senador Lindsey Graham de febrero pasado.  

Siguen siendo diseñados nuevos aparatos no tripulados, y ya han aparecido prototipos del tamaño de una paloma e insectos.
 

Se desarrollan robots militares capaces de realizar varias operaciones: desde ataques con fuego hasta reconocimiento y transporte de carga.

En Afganistán e Irak se emplean activamente robots zapadores y otros de ataque, los SWORDs, armados con ametralladores M249.

En la guerra permanece un inalienable componente de la existencia humana. Aunque con avances tecnológicos cada vez más máquinas reemplazan a seres humanos, es poco probable que algún día los enemigos muevan solo robots uno contra el otro y firmen pactos de rendición basado en los resultados de tal batalla. Y es que la política es una cosa de la sociedad  y no de las tecnologías. Por lo tanto los nuevos inventos solo serán destinados a reprimir y eliminar a los humanos.
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