Opinión
El origen psicológico del caos internacional
El reciente aumento de la tensión en el conflicto sirio y la intervención de otros países amenazan con desestabilizar las relaciones internacionales a escala global. No son pocos los que advierten del riesgo de que se desencadene una tercera guerra mundial.
Parece evidente que una gran parte de esta ilógica forma de actuar de los Gobiernos, más interesados en la lucha por el control de los recursos que en el bienestar de los ciudadanos, responde a intereses de los que ostentan el poder, de los que luchan por el poder.
Desde el punto de vista psicológico podemos distinguir dos vertientes dentro de la actividad política: la política como búsqueda de poder y la política como organización ciudadana.
En la política como búsqueda de poder se utilizan ideologías, jerarquías de partido, estudios sobre popularidad, imagen y liderazgo… como herramientas para lograr ese poder. En este sentido el debate político profundo se empobrece y el papel de los medios de comunicación se centra en mantener una imagen, en manipular la información para obtener el apoyo o la sumisión de los ciudadanos. Aunque el común denominador son las alianzas por intereses en la lucha por obtener poder, en esta vertiente la base psicológica es el individualismo y la búsqueda de interés personal. La estructura social en este caso sería una pirámide.
La otra vertiente es la política como organización ciudadana, donde predominan la participación, los movimientos sociales, la búsqueda de la mejor gestión y el bienestar de los ciudadanos. El debate político se centraría en la exploración de soluciones a los problemas sociales, y los medios de comunicación jugarían un papel de información y cohesión de las personas. La base psicológica es una visión de conjunto, de colaboración y búsqueda del bien común. La estructura social en este caso sería un puzle.
Es evidente que esta segunda opción se encaminaría hacía la generación de un entorno óptimo para que cada persona pueda crecer en un medio favorable, para aprender y aportar lo mejor de sí mismo a los demás, dentro de su realización personal.
Sin embargo, aún estamos inmersos en sistemas que siguen basándose en el esquema de la jerarquía y la lucha por el poder, mal llamados 'juegos' de poder, pues producen sufrimiento tanto a quien los juega como a las víctimas de estos juegos.
Indefensión aprendida
Los acontecimientos internacionales recientes, la crisis financiera y económica mundial y los continuos e interminables conflictos bélicos están acabando con la falsa ilusión de que la lucha por el logro individual es compatible con la sociedad del bienestar. Psicológicamente no los son. Si se fomenta la búsqueda del logro personal e individual, o de un colectivo sobre otro, inevitablemente se está fomentando la competitividad de unos seres humanos contra otros, y por tanto la invitación a ganar a cualquier precio derivará en corrupción. Un ejemplo sencillo de esto es el 'doping' en el deporte. Es inevitable que se acaben haciendo trampas cuando lo importante es ganar.
Abundan las noticias sobre espionaje global, violación de los derechos fundamentales, poderosos que dirigen el mundo, la impunidad frente al fraude, la certeza de que las leyes no son iguales para todos, la sofisticación de la tecnología militar para ser más eficaz en matar a otros seres humanos, el engaño y las conspiraciones llevadas a cabo por representantes públicos… Tantas transgresiones de la honestidad y la inteligencia humana generan en la mayoría de los ciudadanos lo que en psicología se denomina 'indefensión aprendida', un estado psicológico en el que la persona opta por soportar una situación aversiva sin emitir ninguna respuesta, porque tiene la convicción subjetiva de que nada de lo que haga va a cambiar la situación, a pesar de que existan opciones objetivas para cambiarla.
¿Qué se puede hacer?
No se trata de hacer una revolución violenta, ha habido muchas a lo largo de la historia y seguimos inmersos en el caos. Una revolución no violenta, mucho más lógica, se quedará corta a largo plazo si no vamos a las raíces del problema. ¿Cuáles son esas raíces?
Si la base del actual sistema socioeconómico es la lucha individual, que genera esa pirámide social con su desigualdad de oportunidades, incertidumbre y sufrimiento, hay que ir a las causas psicológicas individuales de la búsqueda de poder.
A cualquier ser humano le sienta bien colaborar con sus semejantes, es sano para su mente y le reportará beneficios psicológicos de bienestar y satisfacción; sin embargo, los que ostentan el poder, muchos que podrían ayudar a mejorar la situación socioeconómica de los demás, no lo hacen, ¿por qué?, ¿por qué no lo hacen?
Es evidente que no tienen esa capacidad, no saben o han perdido la capacidad de ponerse en el lugar de los demás y colaborar, de resolver conflictos sin recurrir a la violencia. Pero si no saben colaborar y lo que hacen es mirar por sí mismos… ¿Por qué entonces dirigen el destino de tantos millones de personas? ¿Por qué atesoran tanta riqueza que solo repercute en ellos mismos? Porque los demás lo aceptan e incluso lo apoyan, asumiendo ese sistema psicológico, intentando cada uno su propia búsqueda particular de poder individual.
La solución a los problemas de la humanidad sería actuar honestamente, ser sinceros, colaborar unos con otros, aprender a resolver los conflictos. Actuar por el bien común, lo cual incluye a uno mismo también, pero no solo a uno mismo. ¿Qué nos lo impide? Una vez más la ignorancia y el miedo. Miedo a no sobrevivir, a no ser como los demás, al menosprecio, a no tener recursos, a perder la salud… La búsqueda de poder surge del miedo. Esa es la clave, el miedo.
La búsqueda de poder, la ambición, la indefensión ante las injusticias sociales, la dificultad para ponernos de acuerdo y colaborar, tienen su origen en el miedo individual. Por tanto, la solución a los problemas de la humanidad pasa necesariamente por aprender a resolver el miedo, que se suele transformar en odio; eso nos permitirá colaborar, ayudarnos, no matarnos.
Parece evidente que una gran parte de esta ilógica forma de actuar de los Gobiernos, más interesados en la lucha por el control de los recursos que en el bienestar de los ciudadanos, responde a intereses de los que ostentan el poder, de los que luchan por el poder.
Desde el punto de vista psicológico podemos distinguir dos vertientes dentro de la actividad política: la política como búsqueda de poder y la política como organización ciudadana.
En la política como búsqueda de poder se utilizan ideologías, jerarquías de partido, estudios sobre popularidad, imagen y liderazgo… como herramientas para lograr ese poder. En este sentido el debate político profundo se empobrece y el papel de los medios de comunicación se centra en mantener una imagen, en manipular la información para obtener el apoyo o la sumisión de los ciudadanos. Aunque el común denominador son las alianzas por intereses en la lucha por obtener poder, en esta vertiente la base psicológica es el individualismo y la búsqueda de interés personal. La estructura social en este caso sería una pirámide.
La otra vertiente es la política como organización ciudadana, donde predominan la participación, los movimientos sociales, la búsqueda de la mejor gestión y el bienestar de los ciudadanos. El debate político se centraría en la exploración de soluciones a los problemas sociales, y los medios de comunicación jugarían un papel de información y cohesión de las personas. La base psicológica es una visión de conjunto, de colaboración y búsqueda del bien común. La estructura social en este caso sería un puzle.
Es evidente que esta segunda opción se encaminaría hacía la generación de un entorno óptimo para que cada persona pueda crecer en un medio favorable, para aprender y aportar lo mejor de sí mismo a los demás, dentro de su realización personal.
Sin embargo, aún estamos inmersos en sistemas que siguen basándose en el esquema de la jerarquía y la lucha por el poder, mal llamados 'juegos' de poder, pues producen sufrimiento tanto a quien los juega como a las víctimas de estos juegos.
Indefensión aprendida
Los acontecimientos internacionales recientes, la crisis financiera y económica mundial y los continuos e interminables conflictos bélicos están acabando con la falsa ilusión de que la lucha por el logro individual es compatible con la sociedad del bienestar. Psicológicamente no los son. Si se fomenta la búsqueda del logro personal e individual, o de un colectivo sobre otro, inevitablemente se está fomentando la competitividad de unos seres humanos contra otros, y por tanto la invitación a ganar a cualquier precio derivará en corrupción. Un ejemplo sencillo de esto es el 'doping' en el deporte. Es inevitable que se acaben haciendo trampas cuando lo importante es ganar.
Abundan las noticias sobre espionaje global, violación de los derechos fundamentales, poderosos que dirigen el mundo, la impunidad frente al fraude, la certeza de que las leyes no son iguales para todos, la sofisticación de la tecnología militar para ser más eficaz en matar a otros seres humanos, el engaño y las conspiraciones llevadas a cabo por representantes públicos… Tantas transgresiones de la honestidad y la inteligencia humana generan en la mayoría de los ciudadanos lo que en psicología se denomina 'indefensión aprendida', un estado psicológico en el que la persona opta por soportar una situación aversiva sin emitir ninguna respuesta, porque tiene la convicción subjetiva de que nada de lo que haga va a cambiar la situación, a pesar de que existan opciones objetivas para cambiarla.
¿Qué se puede hacer?
No se trata de hacer una revolución violenta, ha habido muchas a lo largo de la historia y seguimos inmersos en el caos. Una revolución no violenta, mucho más lógica, se quedará corta a largo plazo si no vamos a las raíces del problema. ¿Cuáles son esas raíces?
Si la base del actual sistema socioeconómico es la lucha individual, que genera esa pirámide social con su desigualdad de oportunidades, incertidumbre y sufrimiento, hay que ir a las causas psicológicas individuales de la búsqueda de poder.
A cualquier ser humano le sienta bien colaborar con sus semejantes, es sano para su mente y le reportará beneficios psicológicos de bienestar y satisfacción; sin embargo, los que ostentan el poder, muchos que podrían ayudar a mejorar la situación socioeconómica de los demás, no lo hacen, ¿por qué?, ¿por qué no lo hacen?
Es evidente que no tienen esa capacidad, no saben o han perdido la capacidad de ponerse en el lugar de los demás y colaborar, de resolver conflictos sin recurrir a la violencia. Pero si no saben colaborar y lo que hacen es mirar por sí mismos… ¿Por qué entonces dirigen el destino de tantos millones de personas? ¿Por qué atesoran tanta riqueza que solo repercute en ellos mismos? Porque los demás lo aceptan e incluso lo apoyan, asumiendo ese sistema psicológico, intentando cada uno su propia búsqueda particular de poder individual.
La solución a los problemas de la humanidad sería actuar honestamente, ser sinceros, colaborar unos con otros, aprender a resolver los conflictos. Actuar por el bien común, lo cual incluye a uno mismo también, pero no solo a uno mismo. ¿Qué nos lo impide? Una vez más la ignorancia y el miedo. Miedo a no sobrevivir, a no ser como los demás, al menosprecio, a no tener recursos, a perder la salud… La búsqueda de poder surge del miedo. Esa es la clave, el miedo.
La búsqueda de poder, la ambición, la indefensión ante las injusticias sociales, la dificultad para ponernos de acuerdo y colaborar, tienen su origen en el miedo individual. Por tanto, la solución a los problemas de la humanidad pasa necesariamente por aprender a resolver el miedo, que se suele transformar en odio; eso nos permitirá colaborar, ayudarnos, no matarnos.
Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta, escritores. María Ibáñez y Jesús Jiménez.
Twitter: @MariaIyJesusJ
Facebook: María Ibáñez y Jesús Jiménez
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