Ciencias
La ley de investigaciones en humanos divide a la sociedad costarricense
Se espera que este jueves se haga público el reglamento a la Ley de Investigación Biomédica en Costa Rica, una nueva normativa que permite al país centroamericano reanudar los ensayos experimentales de medicamentos en humanos.
Esta ley establece pautas legales y requisitos para la participación de personas en proyectos de investigación médica y de experimentación farmacéutica.
No obstante, la idea de reactivar estas prácticas, que fueron prohibidas en 2010 y que todavía se encuentran en etapa de discusión, ha provocado arduos debates en la sociedad. Unos están en contra por el riesgo que representaría para los pacientes, mientras que otros ponen sus esperanzas en estos experimentos.
Según los académicos, la nueva ley está hecha a la medida de la industria farmacéutica, donde los intereses comerciales podrían prevalecer sobre las obligaciones morales.
"No hay una exigencia ética y científica que nos garantice que esas investigaciones se van a hacer protegiendo a las personas en su totalidad. Aquí hay intereses comerciales muy poderosos (…), es un negocio muy fuerte", opina María Eugenia Venegas, catedrática de la Universidad de Costa Rica.
Mucha fue la crítica que ha recibido esta ley ante el temor de que ponga a determinadas personas en una posición de vulnerabilidad ante las investigaciones. Uno de los aspectos más repudiados es el que expondría a los privados de libertad a la merced de experimentos en ciertas condiciones, y por la carencia de controles en los casos de personas discapacitadas o niños abandonados. En algunas situaciones, participar en estas investigaciones podría inclusive tener secuelas fatales.
"El interés natural de una empresa farmacéutica es reclutar pacientes, ensayar en sus cuerpos, obtener lo antes posible el medicamento y comercializarlo, si eso tiene efectos colaterales, que muchas personas sufran efectos secundarios e incluso, como en el caso de mi papá, abandonar su tratamiento original, para ellos es un efecto colateral", afirma José Pablo Cárdenas, hijo de una víctima de las investigaciones clínicas.
Cárdenas cree que aprovecharse de la desesperación de las personas enfermas y tergiversar la información sobre las expectativas de los resultados es una práctica habitual de las empresas multinacionales para recibir el consentimiento de los pacientes.
En el otro lado de la balanza, se espera que con esta ley el país recupere pronto las inversiones millonarias en el sector de investigación y revierta su descenso en la clasificación mundial sobre esta materia, provocado por la fuga de talentos y especialistas durante la prohibición. En términos generales, quienes abogan por esta normativa creen que realizar experimentos clínicos en humanos es algo imprescindible para el desarrollo científico del país.
"Creo que el debate es producto más de un problema de desconocimiento del tema que otra cosa, porque probablemente las personas que más necesitan de ese tipo de tratamientos nuevos son aquellos que tienen enfermedades crónicas para las cuales no hay tratamiento. Pero si ni vamos a investigar en esos pacientes, nunca vamos a encontrar cura para su enfermedad", argumentó por su parte el presidente del Instituto Costarricense de Investigaciones Clínicas, Guillermo Rodríguez.
La lista de factores a favor y en contra de los ensayos clínicos en los seres humanos puede ser interminable. Lo más delicado del asunto es que la línea que separa al auténtico crecimiento científico a favor de la humanidad de la búsqueda descarada de ganancias multimillonarias a costa de la humanidad es extremadamente fina.
No obstante, la idea de reactivar estas prácticas, que fueron prohibidas en 2010 y que todavía se encuentran en etapa de discusión, ha provocado arduos debates en la sociedad. Unos están en contra por el riesgo que representaría para los pacientes, mientras que otros ponen sus esperanzas en estos experimentos.
Según los académicos, la nueva ley está hecha a la medida de la industria farmacéutica, donde los intereses comerciales podrían prevalecer sobre las obligaciones morales.
"No hay una exigencia ética y científica que nos garantice que esas investigaciones se van a hacer protegiendo a las personas en su totalidad. Aquí hay intereses comerciales muy poderosos (…), es un negocio muy fuerte", opina María Eugenia Venegas, catedrática de la Universidad de Costa Rica.
Mucha fue la crítica que ha recibido esta ley ante el temor de que ponga a determinadas personas en una posición de vulnerabilidad ante las investigaciones. Uno de los aspectos más repudiados es el que expondría a los privados de libertad a la merced de experimentos en ciertas condiciones, y por la carencia de controles en los casos de personas discapacitadas o niños abandonados. En algunas situaciones, participar en estas investigaciones podría inclusive tener secuelas fatales.
No hay una exigencia ética y científica (…). Aquí hay intereses comerciales muy poderosos, es un negocio muy fuerte
"El interés natural de una empresa farmacéutica es reclutar pacientes, ensayar en sus cuerpos, obtener lo antes posible el medicamento y comercializarlo, si eso tiene efectos colaterales, que muchas personas sufran efectos secundarios e incluso, como en el caso de mi papá, abandonar su tratamiento original, para ellos es un efecto colateral", afirma José Pablo Cárdenas, hijo de una víctima de las investigaciones clínicas.
Cárdenas cree que aprovecharse de la desesperación de las personas enfermas y tergiversar la información sobre las expectativas de los resultados es una práctica habitual de las empresas multinacionales para recibir el consentimiento de los pacientes.
En el otro lado de la balanza, se espera que con esta ley el país recupere pronto las inversiones millonarias en el sector de investigación y revierta su descenso en la clasificación mundial sobre esta materia, provocado por la fuga de talentos y especialistas durante la prohibición. En términos generales, quienes abogan por esta normativa creen que realizar experimentos clínicos en humanos es algo imprescindible para el desarrollo científico del país.
"Creo que el debate es producto más de un problema de desconocimiento del tema que otra cosa, porque probablemente las personas que más necesitan de ese tipo de tratamientos nuevos son aquellos que tienen enfermedades crónicas para las cuales no hay tratamiento. Pero si ni vamos a investigar en esos pacientes, nunca vamos a encontrar cura para su enfermedad", argumentó por su parte el presidente del Instituto Costarricense de Investigaciones Clínicas, Guillermo Rodríguez.
La lista de factores a favor y en contra de los ensayos clínicos en los seres humanos puede ser interminable. Lo más delicado del asunto es que la línea que separa al auténtico crecimiento científico a favor de la humanidad de la búsqueda descarada de ganancias multimillonarias a costa de la humanidad es extremadamente fina.
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