Baby Down: una muñeca para la integración social
La plena integración social de los niños con síndrome de Down es un verdadero reto tanto para sus familiares como para los especialistas. En España se dio a conocer una nueva iniciativa que puede facilitar esta tarea. Se trata de muñecas que reproducen ciertas características asociadas a las discapacidades humanas.
Los médicos subrayan que la inclusión social de los niños que sufren esta enfermedad se dificulta con la edad. Esto lo refleja la historia de Bárbara.
Como a cualquier otra niña, le encanta jugar en el parque. Ella, como suele decir su padre, es una chica normal… con algunas deficiencias. Bárbara tiene síndrome de Down y quizá lo más complicado para ella y para su familia es el paso ineludible del tiempo. Cada año que transcurre y según Bárbara va creciendo, el abandono institucional es mayor y su integración social es más compleja.
"En la escuela, en los primeros niveles todo va muy bien, pero conforme van creciendo siguen integrados, pero poco a poco las diferencias son mayores. No es que se 'desintegren', pero cuesta un poco más. Necesitan más apoyo y más ayuda", indica Teresa Rodríguez, madre de la chica.
A diferencia de su hermana mayor, Bárbara requiere más atención por parte de sus padres. Sin embargo, la inclusión de la pequeña en la sociedad no está sólo en manos de sus familiares ni tampoco en las suyas. "No es sólo que ella se integre con los demás, sino que los demás también se integren con ella. ¿Hasta qué punto los demás están dispuestos a integrarse con ella? Esa sería la pregunta", dice su padre, Ángel Linares.
La vida plena
En 2007 un empresario español, Pedro Cullera, trató de responder a esta cuestión. Entonces vivía en la comunidad autónoma de Valencia, en el este de España, una de las mecas de la producción de juguetes en el país. Tras varios años, Pedro se dijo a sí mismo: "Como no todos somos guapos ni de dos metros ni superhéroes, pues ¿por qué no una muñeca que reflejara una discapacidad?". Así decidió sacar al mercado una muñeca muy diferente a las convencionales, que se llamaba Baby Down.
Sin embargo, encontró muchas trabas para poder llevar a cabo su idea y al final tuvo que ceder en algunos puntos. "Tiene un grado moderado porque no podíamos representar un grado muy fuerte de síndrome de Down por el aspecto comercial del muñeco, porque entonces no se vendería", explica.
A primera vista, la iniciativa de Pedro les gusta a los compradores. Sin embargo, al profundizar un poco más sobre este juguete, muchos padres reconocen que no se lo comprarían a sus hijas. "Yo no compraría la muñeca porque me da pena. Me gustaría que los niños estuvieran en otro mundo, con sus fantasías. Ya tendrán tiempo de ver la realidad de las enfermedades. Pero de momento ahora es mejor la Barbie, el Nenuco y todas esas cosas", responden algunos.
Por su parte, los especialistas insisten en que tales iniciativas son necesarias como una parte del apoyo social que puede ofrecer a los discapacidados una vida normal. "Lo que hacen los muñecos es simplemente reflejar la realidad. No creemos que vaya a producir ningún tipo de trauma a los niños", cree Beatriz Prieto Fernández, directora de comunicación de la organización Down España. De acuerdo con la experta, es muy importante "que desde pequeñitos, desde la guardería los niños puedan entender lo que significa el síndrome de Down, que tiene unos rasgos característicos".