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Monsanto: ¿América Latina en peligros non santos?

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Monsanto: ¿América Latina en peligros non santos?
El cine ha retratado en diferentes 'films' el poder de las empresas multinacionales obteniendo colosales beneficios a través de las más diversas tácticas que incluyen amenazas, sobornos, 'lobby', asesinato, desestabilización de naciones, estimulación de protestas, espionaje industrial y represión policial, falsificación, chantaje, entre otras, incluso protegidas por gobiernos y medios de información que promueven su desarrollo, ocultando los daños a la sociedad. Sin embargo, el séptimo arte ha quedado en deuda ante la magnitud del fenómeno actual donde una organización que ocupa tácticas similares interviene en más de setenta países, domina la producción biotecnológica en más del 60%, desarrolla la ingeniería genética regulada y se propone como objetivo el control férreo de la alimentación mundial. Es Monsanto. 
 
La trágica historia de Monsanto
 
Este complejo político-económico se ha declarado un paladín de las causas nobles que logren reducir el hambre en el mundo, aunque la realidad demuestra lo contrario de tan santas afirmaciones.
 
Nacida en 1901, inicia su trabajo técnico produciendo el edulcorante artificial sacarina para Coca-Cola en 1912 y desde la década del 30 sus productos han sido aplicados con resultados deplorables para la población, entre los cuales se cuenta el PCB, refrigerantes industriales vinculados al cáncer y enfermedades asociadas. Durante los años 40, el negocio de Monsanto estaba enfocado principalmente en la fabricación de plásticos y fibras sintéticas y posteriormente a mediados de siglo, por intermedio de informes reservados que han sido desclasificados, confirman una relación desconocida hasta entonces, en la que Monsanto “participó activamente durante la Segunda Guerra Mundial en la creación de la primera bomba nuclear para el Proyecto Manhattan a través de sus instalaciones en Dayton, Ohio, y llamado el Proyecto Dayton encabezado por Charlie Thomas, director del Departamento Central de Monsanto de Investigación (y más tarde presidente de Monsanto) y operó una planta nuclear para el Gobierno federal en Miamisburg, también en Ohio, llamado el Proyecto montículo hasta los años 80.”(1)
 
También ha sido denunciada por su intervención en Vietnam al aplicar 2,4,5-T, un poderoso herbicida que contiene una dioxina altamente tóxica, base del Agente Naranja que contaminó territorio y seres humanos durante la guerra, lo que produjo daños inclementes a la naturaleza, más de un millón de discapacitados y medio millón de niños con malformaciones, sin contar sus efectos medio siglo más tarde.
 
Posteriormente, aplicaron la hormona de crecimiento bovino (BGH), con el fin de aumentar la producción de leche. El resultado es que existen 22 efectos secundarios graves que son reconocidos científicamente, descartando la bondad de sus declaraciones al manifestar que sus productos poseen 100% de biodegradabilidad y no toxicidad. Actualmente está dedicado al control biotecnológico de las semillas a nivel del orbe.
 
El poder de Monsanto es increíble pues sus ramificaciones afectan a decenas de gobiernos. Leyes en diversos países como México, para proteger oficialmente a esta organización, demuestran injerencia efectiva. Sus redes en la ciencia son capaces de neutralizar la investigación independiente y asociarla a la libertad de prensa como aparato reproductor de sus políticas. Esta multinacional estadounidense de biotecnología química y agrícola, cuyo fin es obtener el monopolio del suministro de alimentos en nuestro planeta, está operando en más de setenta países y controla actualmente la siembra de semillas GMO en más de 114 millones de hectáreas. Representa más del 90% de todos los cultivos transgénicos del mundo y sus nexos con el mundo político son extremos. El dominio del mercado lo consiguen a través de empresas destinadas al ramo agroalimentario que se unen para acaparar todo el proceso de los alimentos, desde su producción hasta su distribución, estableciendo el monopolio de toda la cadena con un círculo vicioso que vincula vendedor y productor sin capacidad para escapar de esta prisión; si se sale es penado por la ley o posiblemente corre riesgo su integridad familiar, ello con la anuencia gubernamental y de empresarios nacionales.
 
'Coincidencialmente' apoyan a esta empresa organizaciones cuestionadas a nivel mundial por sostener una ética acorde con el lucro y la deshumanización, como lo es la Agencia Ambiental de Estados Unidos, quien no duda en calificarla de institución para el desarrollo de los pueblos con productos seguros. Beneficios como la reducción de la contaminación por plaguicidas, cooperar en disminuir el hambre en el mundo, plantas de producción de plásticos biodegradables, maíz que contiene anticuerpos contra el cáncer, nunca han sido confirmados científicamente.
 
Diversos productos están prohibidos, aunque esta empresa burla las medidas pese a que crecen los obstáculos a su actividad comercial en la mayoría de los países, por ejemplo, al demostrarse que Posilac favorece al desarrollo del cáncer de mama en las mujeres. Los estudios de varios especialistas han arribado a la conclusión que a este paso las tierras en Argentina y Brasil dejarán de ser productivas en unos 50 años si se continúa con esta vinculación. El gobierno del régimen estadounidense a través de todas sus instancias públicas siempre ha cobijado esta política, incluso aprobando normas que le impiden ser sancionada en el mundo (excepcionalidad). La promulgación de la Ley de Protección de Monsanto aprobada en el Congreso en marzo de 2013, ampara a la transnacional de todos los juicios relacionados con producción y venta de semillas GMO, le permite usar sus productos sin tomar en cuenta las resoluciones judiciales de otros países y obviamente incentiva su impunidad. 
 
Monsanto siempre ha conocido los efectos tóxicos de sus productos, aunque lo ha ocultado o falsificado estudios, demostrando supuestamente lo inocuo de estos. Sus propios memorandos internos así lo han corroborado, donde se deja claro que el negocio es lo fundamental, haciendo énfasis en la necesidad de exigir comprobaciones exhaustivas a todo aquel que proporcione información contraria. 
 
Las actividades realizadas técnicamente por esta corporación se han ido modificando “genéticamente”, pues sus primeros productos (químicos, polímeros, aditivos alimentarios, farmacéuticos, agrícolas), han sido desviados a otras entidades o vendidos. Actualmente su rubro es la biotecnología, el desarrollo de No-Orgánico GMO soya y el maíz, produce NutraSweet, el sustituto del azúcar, y aspartame para Pfizer, prohibido en diversas naciones (2). Monsanto vendió recientemente hormonas de crecimiento bovino y en este momento continúa dedicado exclusivamente a obtener supremacía del mercado.  
 
América Latina, Monsanto y sus pecados
 
Nuestra América posee virtudes y defectos: gente noble, con heroísmo, de trabajo esforzado, inteligencia, generosidad, y a su vez, mentalidades de vasallaje, egoísmo, frialdad, criminalidad, lucro, las que se confrontan dando resultados diversos aunque hoy se percibe un avance de los primeros con notable fuerza, expresados en las políticas soberanas de algunos pueblos y sus gobiernos. No obstante, su riqueza ha estado en la mira de corporaciones como esta, las que han usufructuado del territorio apoyados por gobiernos cuyas políticas neoliberales se han puesto por encima del interés nacional y autónomo de sus naciones.
 
En el sur del continente americano, desde hace varias décadas, han realizado un progresivo contacto y estudio, el que desde 1960 tiene vigencia, y actualmente la compañía invierte en varios países como Chile, Colombia, Bolivia, muchos de ellos considerados como laboratorios de experimentación, primordialmente Argentina y Brasil, aunque Paraguay ya ha suscrito convenios, provocando desde ya serios conflictos sociopolíticos en la región. En el caso de Colombia, el reciente paro agrario reprimido de forma violenta por el Estado, se ha visto reflejado en un video que enerva al campesinado, ya que toneladas de semillas son destruidas por la Policía, con orden directa del Ejecutivo, pues “no pagan los impuestos a Monsanto, robándole…”. Son conocidos los daños del glifosato aplicado en el campo con el fin de erradicar los cultivos de coca, afectando a millones de campesinos y sus familias en la visión, órganos internos, cánceres, daños irreparables a los seres humanos y la tierra que aún no son cuantificables debido a su magnitud. 
 
En igual modo, las denuncias hechas en Argentina, pese a los desmentidos realizados por la transnacional en diferentes medios de información, no han logrado cautivar la conciencia nacional aprisionándolos en las falacias que sustentan. En el caso de Chile, a través de la familia Von Baer se ha comenzado una campaña extraordinaria para someter al agricultor nacional y destruir el campo. “ANPROS (Asociación Nacional de Productores de Semillas, que agrupa a Monsanto y las restantes transnacionales productoras de híbridos y transgénicos), ha entregado información inexacta sobre la ley de obtentores: no es extraño entonces que haya estado presidida durante 20 años por Erik von Baer, quien defendió arduamente ante el Consejo de Transparencia y Tribunales su derecho a guardar el secreto sobre la ubicación de los cultivos transgénicos…(amparados) por el Servicio Agrícola y Ganadero SAG. El mensaje de Michelle Bachelet que precede el proyecto de ley de Derechos de Obtentores Vegetales, se refiere a la importancia de aprobar este proyecto y sostiene: “Se está solicitando a los creadores variedades que actúen como verdaderos biorreactores generadores de vacunas, proteínas de interés terapéutico y biomateriales…”
 
El negocio es claro: vender la semilla que Monsanto controla haciendo dependiente al comprador; una vez desposeído de sus propias semillas y sin producción propia, la empresa puede dirigir el país a través del manejo de los alimentos”.(3) Es una fórmula envidiable: megadinero y megapoder.
 
De allí que es claro que el negocio es dejar a América Latina sin su producción: el peligro no tiene dimensión dada la inmensidad del saqueo. Es patentar la vida, propósito deleznable para la Humanidad. 

Una conclusión de principio
 
Monsanto fabrica productos seguros… en sus efectos, es decir, que se darán. Eso es preciso. Lo que no aclara es que con toda certeza producirán mutación con un carácter irreversible en el territorio y a la gente donde sean aplicados. También es indiscutible que la corrupción para lograr sus fines será efectiva en la medida que los ciudadanos y sus gobiernos no se opongan a esta tragedia inmensa. Lo concreto es que las ganancias inverosímiles de esta transnacional son el motivo que genera la muerte anunciada. Por tanto, cuando esta llama a detener y controlar la producción de productos no contaminantes, ejerce la política histriónica del defensor de la transparencia y bondad. 
 
No hay que olvidar los tentáculos que ha ejercido hacia la universidad, procurando comprar a la comunidad académica a través de la financiación de los científicos en instituciones con problemas de liquidez, aportando millones de dólares para hacer investigación controlada y suprimir la investigación crítica, mientras que la publicidad de Monsanto ayuda a mantener a los periodistas uniformados con su política, insistiendo de modo bonachón en que se pretende reducir el calentamiento global y cooperar en la sana alimentación de la orbe. 
 
La marcha mundial en contra de Monsanto realizada en más de cincuenta países y 500 ciudades, pasó casi desapercibida, ya que los medios de comunicación son conducidos por personas que, de una u otra manera, tienen simpatía o nexos con esta transnacional. Es un claro ejemplo de que ha comenzado una movilización por la soberanía, independientemente del poder mediático: no hay que olvidar que el conflicto colombiano tiene su detonante cuando un video difundido en la Red da cuenta de la exasperación social que causa el robo descarado de las semillas a los agricultores, lo que indica la fuerza de Internet para llamar, movilizar, concientizar, luchar y oponerse. Que el lema de Monsanto: "Alimento, Salud, Esperanza", sea una obligación para dicha empresa.
 
Así como la Unión Europea la obligó a retirar las solicitudes para el cultivo de nuevos transgénicos ante las protestas y resistencia de varios gobiernos y grupos ecologistas, algunos países latinoamericanos han actuado en consecuencia. De modo paradójico, el presidente Ollanta Humala de Perú, logró que el Congreso peruano aprobara en 2011 una moratoria de 10 años al cultivo y la importación de transgénicos en el país con el “fin de proteger la biodiversidad, la agricultura nacional y la salud pública”. Afortunadamente Venezuela prepara ya una ley contra los transgénicos, lo que impedirá la invasión de estas multinacionales del hambre presente. Cuba no aceptó ser parte de este plan y trabaja el mundo de lo natural, ya que hace unos diez años trató de ingresar, aunque se le informó que la isla sería laboratorio mundial para los productos orgánicos. 
Científicamente ha sido comprobada la relación entre enfermedades, cánceres y aplicación transgénica. La misma realidad lo demuestra, por lo tanto es imprescindible rechazar el uso de la violencia en contra de las comunidades, la privatización de la tierra y utilización diferente a la agricultura, las amenazas a campesinos, la destrucción de sus semillas (cultura originaria de trueque y reserva ecológica natural del producto), el endeudamiento obligado y la miseria consecuente junto a la enfermedad como trágica imagen real, pues siempre ha tenido un solo objetivo: llenar las arcas de las transnacionales colonizadoras modernas, lo que debe conducir a una política de conciencia y exigencias primordialmente.
 
Proponer la defensa y estímulo de la biodiversidad, desmitificar el papel inclemente de la Alianza del Pacífico como una estrategia para provocar la destrucción de la producción agropecuaria a través de los tratados de comercio prisionero, investigar las relaciones de Monsanto con parlamentarios de estos países denunciando su acción como traición a la patria, indagar sobre quien posee el control del agua, son medidas urgentes.
 
La conclusión más importante es que todo gobierno que sea digno no puede considerar ninguna negociación con Monsanto, solicitándole su pronta salida si ya está residiendo en su nación. Es la analogía con Chevron, pues quien se involucra con delincuentes siempre sale enlodado.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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