Opinión
Mundial Brasil 2014: Juego, mafias y geopoder
El día 22 de junio en el Mundial de Fútbol USA 94, el defensor colombiano Andrés Escobar, un barón de la caballerosidad, hizo un autogol que significó la pérdida de su equipo. Dos semanas más tarde, 2 de julio de 1994, un sicario lo asesinó en Medellín, no sin antes decir que su error les había costado caro.
La investigación determinó que su homicidio procedió de la orden dada por narcomafias dedicadas a las apuestas en el campo del deporte profesional; el homicida, acogiéndose a los beneficios del nuevo Código Penal, finalizó pronto fuera de la cárcel. Nunca se pudo probar su relación con casas de apuestas ni con palabras empeñadas. El fútbol-clase hacía nueva aparición en la escena con un hecho luctuoso y trascendente, pese a su nebuloso trasegar.
Lo cierto es que a raíz de este compromiso próximo a iniciarse, el incremento de la información en los Medios sobre las manifestaciones de protesta en Brasil y su interpretación negativa, posee un sentido oculto para los pensadores de la geopolítica ya que, basado en reivindicaciones válidas y necesarias, encubre otra significación: atribuye al Mundial mismo como causa detonante. Preguntarse si habrá una relación entre Brasil como miembro de los BRICS y sus posturas soberanas con la interminable letanía de información dirigida, usualmente sin análisis y simplemente constatando datos, puede ser importante de precisar, especialmente por la situación de Suráfrica en el pasado mundial y que no tuvo tan especial repercusión.
Evidentemente uno de los primeros aspectos que no se resalta es que las mafias están presentes, de ningún modo por obra del fútbol maravilloso sino por un sistema de apuestas extra oficial donde personas que son fanáticas del deporte ponen en riesgo cantidades de dinero en tono fuerte: si un hincha extremo deja su camisa y zapatos en prenda para ir a un partido, aquí los niveles son mayores pues el capital y la vida están en riesgo para quien no cumpla pues las leyes de un sistema paralelo se respetan, incluso sólo con dar la palabra, superando la necesidad de jueces formales: el que pierde, paga, es la única fórmula.
La historia demuestra con creces como en Italia y España se ha realizado persecución judicial a individuos vinculados a juegos de azar ilegales, intentando esclarecer la vinculación de las mafias que arreglan partidos, coaccionan a jugadores, entrenadores, técnicos, con tal de obtener las sumas puestas en la mesa controlada. Las recientes amenazas realizadas por correo electrónico al jugador que lesionó a Falcao han hecho que éste se manifieste públicamente afirmando que sabe que ello no tuvo ninguna intención oculta sino que fue producto de un choque normal en dicho partido, exceptuándolo de responsabilidad por lo que implica esta advertencia, denotando que dicha realidad existe y es de preocupación internacional. Las investigaciones llevadas a cabo por la reciente Agencia Nacional Contra el Crimen en Gran Bretaña confirman la existencia del arreglo de partidos con cifras y métodos destacados: recibir 30 mil libras esterlinas por una tarjeta amarilla son valores difíciles de rechazar sin tomar en cuenta los beneficios de un “trabajo fácil”.
Indudablemente que los “corredores de la bolsa deportiva” hagan presencia es difícil de identificar; lo importante es determinar como la codicia y el riesgo se apodera de cualquier ámbito donde el resultado esté en duda y sean capaces de influir en la medida que los protagonistas, en cualquier nivel, puedan ser manipulados, coaccionados o amenazados. Lo cierto es que ahora, con gran seguridad gracias a los controles y mirada sagaz a este proceder, los instintos más puros de la nacionalidad entendida en su mejor esencia junto a la preparación y búsqueda del símbolo, se desea que no se pueda determinar por fuera de los cauces legales los finales ansiados. Es la confianza puesta aunque sin comprobación plena.
Y su existencia, sin ser la causa efectiva, tiene que ver con la estructura que planifica dicho evento pues desde que el fútbol posee componentes que están vinculados a factores extra deportivos, como son la búsqueda del capital y su rentabilidad donde la FIFA administra el potencial mundial, existen nuevas miradas a dicha actividad.
Respecto a la FIFA, la repetición permanente de su definición formal ha impedido comprender su dimensión socio política. Desde una conceptualización adecuada, la Federación Internacional de Fútbol Asociado es básicamente una empresa de espectáculos del más alto nivel cuyos fundamentos filosóficos son de carácter político en la medida que es un exponente del sistema neoliberal en su máxima expresión, así como controla, administra y define el mercado del fútbol. En tanto entidad privada, asume una normatividad rígida la cual impone a los trabajadores de este deporte serios reparos a su sindicalización o participación pública en opciones democráticas que puedan “afectar la imagen institucional”. Así, se manifiesta como aparato neutral aun cuando sus directivos tengan relaciones de poder en los más diferentes espacios internacionales o nacionales.
En términos administrativos es el órgano máximo del balompié, conformado por 209 asociaciones, registrando un superávit de $ 72 millones, según su informe económico anual en el 2013, que mueve anualmente unos 500 mil millones de dólares, recauda más de 600 millones de dólares sólo en utilidades en un año, con un patrimonio estimado superior a más de mil millones. Como empresa privada dedicada a explotar una pasión enorme en el mundo, cual es el fútbol, su fin es obtener rendimientos económicos que permitan una rentabilidad duradera. Para ello, se establece todo un sistema de control, inversiones, campeonatos, secuencias, leyes laborales propias, etc., es decir, el fútbol-negocio, llegando hasta las “misiones bancarias” que establecen “ofertas” en todos los países a través de las “tarjetas del mundial”, prometiendo “descuentos”, ”premios”, rifas, para los “verdaderos fanáticos del fútbol”: “Juan, vive la fiesta del fútbol y gana cada 15 minutos con tu Tarjeta de Crédito”, parece ser la consigna.
En últimas, lo trascendente es que existe un mercado que se apodera de casi todo el espectro lúdico sin dejar espacio amplio a la individualidad y la belleza creativa pues se convierte en un drenador de personas que las consume en tiempo, edad, exigencia, sacrificio, en pos de obtener ganancia. Las recientes cifras según las cuales si un equipo gana el certamen recibe 720 mil euros por jugador, deja muy claro una parte importante de los elementos motivadores, además de los adyacentes.
Por este mecanismo de creación artificial, personas humildes de rasgos normales se convierten en bellos (siendo los mismos), como resultado de aparecer continuamente en los Medios, farandulizando la vida de cada ser hasta engullirlo plenamente. Afortunadamente, varios jugadores han superado el nivel de trabajador obligado para adquirir una conciencia de la sobreexplotación y alienación, organizándose para exigir sus derechos laborales aunque sometidos a la flexibilización y las oportunidades de empleo, aprovechando las oportunidades que el sistema otorga. Se entiende, entonces, que, las recientes críticas a la FIFA realizadas por Diego Maradona en el canal Telesur, documentando además la forma inadecuada de distribuir utilidades, han tenido efecto obteniendo respuesta inmediata de Joseph Blatter, quien ha manifestado que nadie destruirá a su organismo, pese a las solicitudes de abandono hechas por el presidente de la Federación Holandesa de Fútbol (KNVB), Michael van Praag, tras acusaciones de corrupción contra la Federación.
Lo delicado es que el deporte concebido como un mecanismo económico (sin referirnos a lo político ideológico específico), de corte “privatizado-libre”, establece como su primer requisito o fundamento filosófico la competencia. Ella es entendida como la derrota del otro pues todo el proceso integral está ligado a los puntos, las marcas, el lugar, las primas, la final, el ascenso, los hinchas, lo que depende de las victorias. Por dicho mecanismo, el proceso se transforma en un espectáculo donde quien no obtiene la marca está por fuera del espacio adecuado para los fines.
En este sentido, el fútbol se convierte en un canal de expresión, un medio de movilidad social ascendente y el mito del príncipe se altera hasta ser un objetivo obsesivo incluso. Divierte y entretiene a la vez que adormece en la medida que transcurre su proceso de consumo de capital y germinación del mismo: así es el negocio del fútbol competitivo. La Copa Mundial es un vaso lleno de anhelos, ideales, sueños, alegrías y fracasos, cuya búsqueda es producida por un componente inaudito como fuente de esperanza, a la vez, tal como lo ha señalado con precisión el médico deportólogo colombiano, Fabio Arévalo, que no toma en cuenta al ser humano en su potencialidad física natural llevándolo a límites extremos, incluso en situaciones de climas insostenibles (1).
La pasión es el factor empleado o manipulado pues se conoce científicamente que una parte del sentido de vida está relacionado con la generación de espacios donde la aventura hace surgir endorfinas plenamente, al igual que la actividad física continua. No es cierto que más de 270 millones de personas practiquen regularmente el fútbol, lo que conduciría con la suma de otros deportes a tener probablemente un 5% de la población mundial con un nivel de vida extraordinario. Lo que sí es ocultado es que la conducción de un amplio espectro se dirige al espectáculo, básicamente pagado o comercializado, invitando a que millones de personas en vez de hacer actividad se reúnan a comer, con camisetas incluidas, mientras disfrutan de la televisión o la asistencia al estadio. Son coherentes, entonces, los altos niveles de obesidad mundial estimulados por la relación comida-espectáculo (2).
Sin embargo, hay detrás de todo este entramado un factor que debe ser develado: las relaciones entre el poder y el deporte espectáculo.
¿Cómo explicar las manifestaciones sociales que ocurren en Brasil y que escaparían supuestamente a los aspectos antes anotados?
Al respecto, hay que considerar tanto el gobierno de Brasil como las condiciones del país, unidas a un sistema social neoliberal.
Lo primero que hay que manifestar es la denuncia cierta referida al asesinato de niños en las calles paulistas, la cual ha sido intencionadamente atribuida a un país y al Mundial, lo que no puede ser aceptado en esa interpretación pues es un problema endémico que afecta la esencia de una sociedad. El objetivo perseguido tiene tres componentes: debilitar a un gobierno haciéndolo aparecer como inmisericorde, poner un tema sensible en una dimensión extrema y, especialmente, hacer desaparecer luego un problema que tiene hondas raíces en el sistema social capitalista, demostrando que quienes lo defienden supuestamente en este momento, muy pronto lo abandonan pues ya no conviene a sus intereses.
Por el contrario, dejar pasar este atroz genocidio de “meninos de la rua”, significa destruir la verdad sobre este hecho: el extermino de niños en diversos países (como Honduras y México en América Latina , por ejemplo), su uso como parte de grupos paramilitares, la vinculación al mundo de la droga, el tráfico de órganos, la limpieza organizada (tal como la sugerida desde lo étnico por el magnate Pietr Poroshenco en Ucrania), el desplazamiento y violencia sobre millones en Siria, el uso sexual de grandes grupos de niñas, son temas graves que no pueden ser escondidos por una prensa que se dedica a replicar sucesos particulares con el fin de evitar comprometerse en lo fundamental. La OIT ha entregado cifras exorbitantes de trabajo infantil en condiciones anómalas y explotación, incluso en forma de esclavitud como en las monarquías árabes, lo cual tampoco ha tenido un acción comprometida por las organizaciones de derechos humanos autodenominadas “independientes” como Human Wrigt Watch, Anmistía Internacional, Freedom House, entre otras, puesto que su función es proteger el capital transnacional y no la puesta en escena de temáticas que conmueven el alma de la sociedad actual. Jamás las víctimas, y menos los niños, pueden ser cifras sino que personas con identidad, tal como lo plantea la Humanología.
En esta secuencia relacionada, el actual gobierno brasileño liderado por una cosmovisión afecta a los ideales del proletariado, aunque aún en una sociedad neoliberal extrema, se enfrenta a serias contradicciones al interior del país pues los sectores conservadores poseen una gran fuerza económica y parlamentaria que presiona fuertemente para detener los cambios sociales inclusivos y posicionar la privatización como criterio global. Ello no obsta para reconocer que Dilma Rouseff ha equivocado también su perspectiva en diversas ocasiones, tal como lo ha reconocido respecto al Mundial.
Es evidente que la desigualdad social en un país administrado por una clase pudiente explotadora durante tantas décadas sólo puede producir pobreza inmensa, tal como ocurrió en toda América Latina. Este es un lastre difícil de olvidar y resolver, especialmente cuando sus representantes perviven en un Congreso donde imponen como un producto de su poder un blindaje para impedir leyes de bienestar social para la población más desfavorecida. Por ello, es visible el descontento de las clases populares que, pese a los avances en esta última década, requieren más oportunidades en un país de 200 millones de habitantes. Indiscutiblemente existen organizaciones de la droga, ejércitos de eliminación de “gamines” (considerados desechables por las élites), atropello policial, desplazamiento forzoso, entre otras situaciones propias de un pueblo que desea salir del anonimato para convertirse en protagonista, fuerza que ha sido dada por la participación política y los proyectos de inclusión de Lula y Rouseff.
La contradicción a resolver entre nodos de control muy poderosos que poseen empresas, Medios, cámaras, representantes, altísimo capital, contra el derecho de la sociedad a una vida digna, es la que responde también al enfoque de este Mundial.
Es imposible negar que se han cometido errores tanto en políticas sociales como en inversiones, no obstante atribuir todo ello a un responsable directo posee un objetivo: diluir nuevamente el tema principal escondiendo el antagonismo del modelo social exclusivo o inclusivo, sostenible. Es preciso aceptar que este evento ha generado una presión tal que se han debido sacrificar paradigmas básicos en un gobierno de carácter social para invertir grandes sumas con el fin de responder a los hinchas, al negocio, al “nacionalchovinismo”, a los empresarios, dejando de lado parte de las reivindicaciones esenciales de la población. Cabe mencionar que el gobierno brasileño estableció que estadios y obras de infraestructura estarían bajo la responsabilidad del sector privado, aunque con dineros del erario público, lo que implicó un excelente negocio “deportivo”, sector que incrementó los costos a través de retrasos disimulados exigiendo nueva inversiones; así, a través del, Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), la obra que subió a un 300% más de lo presupuestado, tuvo que ser sufragada con el consiguiente gasto estatal dada la obligatoriedad del compromiso asumido.
Esta situación de efervescencia social no ha sido desaprovechada por los complejos militares-financieros los que saben que esta es una oportunidad única para recuperar el control del país y someterlo a sus arbitrios nuevamente donde la expoliación y represión global sea conducida por fuerzas reaccionarias. Las protestas tienen un sostén objetivo y son reclamo de mejoras por parte de sindicatos del metro de Sao Paulo, choferes, policías, así como aquellos que exigen mayor inversión en educación, transporte y salud a cuyo destino podría haberse destinado dicho presupuesto. A ellos se han sumado partidos y grupos como el Black bloc que también ha participado en las “primaveras árabes”.
Al respecto, el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio "Lula" da Silva (2003-2011), ha hecho la defensa del gobierno actual dando elementos de análisis más que eslogans y avaló los programas de la mandataria generando cifras de empleo destacadas; de igual modo, advirtió de la guerra mediática ya empleada en América Latina y concretamente contra Hugo Chávez y los países soberanos.
La llegada de “Lula” da Silva como representante de la clase obrera desde su seno y de la mano del Partido dos Trabalhadores, llevó al país a un despegue relativamente lento para lo soñado aunque con significativos avances en el campo social integrado, lo que fue continuado por Dilma Rousseff tanto en su postura ideológica como de bienestar general para los ciudadanos. Sin embargo, el Mundial develó las inclemencias heredadas por décadas de miseria y opresión, las que aún no han sido resueltas y que se traducen en paros tales como la huelga ocurrida en Sao Paulo, donde se realizará el partido inaugural del evento deportivo, agregando demanda de mejoras salariales y en contra de las elevadas inversiones destinadas a la construcción y modernización de estadios que podrían haberse usado en servicios públicos de salud, transporte y vivienda. Tácticamente ha sido el momento oportuno para solicitar reivindicaciones sociales, el fin de la violencia en las favelas, desmilitarización de la policía militar, permitir presencia de vendedores ambulantes en la calle, dada la inminencia del hecho. (3).
Dilma Rouseff, por su parte, ha planteado que Brasil vive la mejor década de su historia pues la miseria ha disminuido significativamente en los últimos años accediendo 40 millones de pobres a la clase media desde el 2003, cuya población ha tenido una recuperación significativa de su renta subiendo el 40% en los últimos 4 años junto con el empleo, así como la ampliación de los programas sociales, la reducción de las tarifas de la electricidad, menores tasas de interés, encontrándose la nación preparada para enfrentar los retos financieros y mantener la estabilidad económica. Ha afirmado:"Es la década de la reconstrucción nacional (...) es la década de nuestra autoestima".
No obstante, tendrá que superarse el analfabetismo que ronda los 15 millones de personas y con un 10% más rico que concentra el 41,9% del ingreso y el 40% más pobre se reparte el 13,3%, según el informe ‘Síntesis de los Índices Sociales’ del estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Aquella pancarta que decía: “si su hijo se enferma, llévelo al estadio”, parece formar parte del desazón de determinados sectores.
Dentro de las prioridades para un eventual segundo mandato, la presidenta apuntó a la educación como una necesidad para que el país se convierta en una nación desarrollada, diciendo que el PT (Partido de los Trabajadores) y los partidos aliados tienen que estar preparados para los desafíos que vienen.
¿Cómo unir estos factores políticos, mediáticos, deportivos, en una estructura coherente?
El libro “Sociología del deporte” (4), expone una teoría sobre la importancia del juego en la sociedad y su papel funcional. Allí se plantea la vinculación por áreas y en conjunto de las variables económicas, políticas, sociales específicas, espirituales (cultura, ideología, psicología), posicionando la hipótesis según la cual el deporte no está aislado del contexto nacional o internacional sino que, por sobre todo, desempeña un papel cultural del más alto orden unido a lo infraestructural, lo que se determina por cosmovisiones políticas que imperan en ese momento en los países. Dicho de otro modo, los gobiernos establecen el marco regulatorio de la actividad física lúdica en su dimensiones humanas, de bienestar, agonísticas, recreativas o competitivas, posibilitando su uso privado en las más diversas formas y(o) su concepción pública universal, formativa del ciudadano. Por tanto, sujeto al mundo y sus particularidades, imbricado a las coyunturas propias del poder.
Así, es factible comprender la campaña mediática emprendida contra “Brasil” cuando es identificado conflicto con gobierno, deformando de ese modo un análisis que parte de dificultades propias, que sea dicho de paso, también las posee la Unión Europea en grados sustantivos aunque escondida tras cifras que ocultan la realidad, tal como acaba de ocurrir con las manifestaciones en España que fueron silenciadas totalmente por la prensa haciendo creer que sólo un grupo minoritario se ha expresado para exigir una Constituyente que revoque el autoritarismo y la vagancia de los reyes. Por el contrario, también se puede convertir un pequeño contingente en la “expresión espontánea” de un supuesto inmenso conglomerado que desea que un gobierno no siga. Los ejemplos en Ucrania así como en América Latina son incontrastables.
Por ello, el papel que juega Brasil en el Brics, posicionándolo como un factor clave en el campo internacional, su postura en defensa de la autodeterminación, el rechazo al espionaje interno, la cosmovisión de desarrollo ligada a la inclusión, hacen de éste un punto focal de agresión desde los complejos financiero-militares, independiente de verlo como un “socio contratista” debido a sus inmensos recursos naturales. Comprender el contexto político de estas manifestaciones a unos pocos meses de las elecciones en aquel país, por reivindicaciones válidas y que deben tener contestación adecuada, es imprescindible.
No es casual que en este momento aparezcan organizaciones “imparciales” como Amnistía Internacional exigiendo que se respete el derecho a protestar, para aumentar la presión cuando se sabe que esta organización depende directamente de agencias de espionaje, a través de intermediarios. Si se agrega las “confesiones” entregadas al diario “Estadao” por supuestos funcionarios de la FIFA (aunque sin revelar su identidad), manifestando que Brasil no está preparado para acoger el Mundial, la situación implica dudas.
Las tenazas del poder confluyente de organizaciones privadas se ciernen sobre los espectadores, los negocios, las riquezas, con el fin de generar la mayor rentabilidad…cueste lo que cueste.
Desde una visión humanológica que integra los componentes humano y político, aceptando determinaciones donde lo económico se vuelve trascendental, es válido afirmar como tendencia lo que se sigue tramando desde lo externo-interno: desviar la atención de los problemas sociales que son consustanciales a un sistema que genera pobreza y desigualdad, por lo cual debe ser modificado en sus cimientos para obtener una transformación integral. Convertir al Mundial en un espectáculo que tape los conflictos del mundo actual ya no será tan factible gracias al avance de la conciencia en diversos sectores y a la ampliación de la comunicación alternativa, pese a que la libertad de prensa no exista justo en aquellas naciones que más exigen de otras aunque ellas no la provean.
Es posible que, una vez ocurrido el Mundial 2014, la vinculación entre fútbol y conflictos en el país se vaya atenuando (lo que no implica que los esfuerzos de desestabilización continúen), por lo cual otra nación pasará a ser el centro de la guerra mediática. El reciente seminario internacional realizado en Venezuela sobre las conjuras en este campo ha explicitado claramente el rol que desempeña como manipulador del sentimiento racional.
Lo cierto es que no se puede olvidar que el guión ya está escrito para impedir una próxima reelección de Rouseff o si es posible su derrocamiento a través de la lección aprendida: salida a la calle de “millones de millones” de espontáneos civiles y estudiantes protestando contra el gobierno y por la educación de calidad aunque se esté recibiendo; luego acusar a las fuerzas policiales de reprimir con sevicia a los inermes manifestantes desarmados, todo ello amplificado por medios “neutrales” como CNN y aliados, que dan al mundo la noticia de un gobierno represivo…olvidando que esos mismos amparan el terrorismo en el Medio Oriente y asilan a generadores de golpes de estado. Exigir la renuncia de la “dictadora” y solicitar ayuda al imperio de la democracia sería el paso para poner a su propio títere en el escenario ya preparado.
Pese a estos intentos, el presente de América Latina parece confirmar que seguramente Brasil saldrá fortalecido de este proceso, insistiendo en corregir los errores y en la medida que las denuncias sobre desigualdad y represión sean canalizadas a través de proyectos que contemplen los derechos de la gente a vivir en paz y en condiciones dignas como ser humano. Las próximas elecciones presidenciales en este año mostrarán si la guerra mediática obtuvo lo perseguido y Dilma Rousseff da paso a un nuevo mandatario que privatice al país, aplique las medidas austericidas de Europa continuando con la prehistoria de explotación que por tantos años destrozaron la esperanza de los brasileños o se sostiene la oportunidad de nuevas alamedas a la esperanza.
Debe ser una exigencia para los próximos países-sede que los ciudadanos comiencen desde ya a exigir que las cuentas sean claras antes que se dé el siguiente acontecimiento, con el fin de conocer si la nación será beneficiada o simplemente la FIFA y sus empresas aliadas obtendrán el derecho a explotar un deporte, a los deportistas, e insuflarse ganancias extremas, haciendo creer a la opinión pública que ese espectáculo es el más puro y visible. Un gobierno con convicción democrática no dejará que sus leyes sean sobrepasadas por dicha entidad (5).
Mientras se da el Mundial transcurre tras bambalinas la geopolítica, las mafias, la guerra mediática, las tensiones sociales, donde lo principal está mediado por los intereses de las élites que aspiran a obtener en estos tiempos nuevas victorias económicas y poder para sostener el negocio global: las guerras, la injerencia en otros estados, el dominio militar en naciones satélite o la destrucción de aquellas que no se humillan, de tal suerte que este evento no debe convertirse en el tema principal sino coyuntural, que pasará mientras la vida continuará regida por las leyes sociales y las contradicciones que hoy, en este mundo, prosiguen entre las propuestas de modelos alternativos con justeza social o la mantención del mundo unipolar, factor determinante de graves problemas en la humanidad.
Las realidades geopolíticas siguen confirmándose y tal como se ha ratificado en columnas anteriores, los hechos proveen el futuro: el regreso a casa del terrorismo emplazado y financiado por potencias comienza a ser motivo de preocupación por los agentes de éstas, manifestada en reuniones de alto nivel en Francia y Bruselas, donde el mismo G7 ya ha tratado el tema. Tal vez ahora seguirá Irak por el mismo camino de Siria una vez termine el mundial, así como lo hemos dicho de Crimea: es parte de Rusia y no hay nada que hacer, tal como se confirma nuevamente.
Tal vez la foto de la selección argentina con una pancarta exigiendo que Gran Bretaña devuelva las Islas Malvinas, usurpadas a la nación transandina, sea un símbolo de un nuevo fútbol, mucho más pleno, libertario, donde la finta, el balón y las estrategias creativas sean el futuro promisorio. La posible sanción de la FIFA, considerándola una declaración política y sujeto probable de multas, complementada con la prohibición expresa a los jugadores de la selección inglesa para hablar del tema, corrobora el análisis anterior.
Por ello, el presente próximo dirá si el mundo multipolar es el verdadero espacio para un Mundial en dignidad plena, pensando en crear una nueva institución planetaria que tenga la Agonística como su fuente primigenia.
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1. Fabio Arévalo sostuvo que el jugador Falcao no podría participar del Mundial de Fútbol 2014, debido a la lesión sucedida, lo que se ha confirmado recientemente. La oposición a dicho diagnóstico se multiplicó en aras de un resultado propagandístico el cual resultó, definitivamente, superado por la realidad científica. La alerta sobre el clima de Catar es impajaritable.
2. http://www.taringa.net/posts/info/5788108/FIFA-como-explotar-el-negocio-de-la-pasion.html
3. http://www.aporrea.org/internacionales/a189460.html Brasil 2014. El negocio del fútbol a costa de un pueblo.
4. Sociología del deporte. Carlos Santa María. Ed. Imprenta Argentina. Colombia, 1990.
5. http://www.americaeconomia.com/politica-sociedad/politica/la-protesta-social-es-el-rival-mas-dificil-de-brasil
La investigación determinó que su homicidio procedió de la orden dada por narcomafias dedicadas a las apuestas en el campo del deporte profesional; el homicida, acogiéndose a los beneficios del nuevo Código Penal, finalizó pronto fuera de la cárcel. Nunca se pudo probar su relación con casas de apuestas ni con palabras empeñadas. El fútbol-clase hacía nueva aparición en la escena con un hecho luctuoso y trascendente, pese a su nebuloso trasegar.
Mafias, Fifas y mercados
Lo cierto es que a raíz de este compromiso próximo a iniciarse, el incremento de la información en los Medios sobre las manifestaciones de protesta en Brasil y su interpretación negativa, posee un sentido oculto para los pensadores de la geopolítica ya que, basado en reivindicaciones válidas y necesarias, encubre otra significación: atribuye al Mundial mismo como causa detonante. Preguntarse si habrá una relación entre Brasil como miembro de los BRICS y sus posturas soberanas con la interminable letanía de información dirigida, usualmente sin análisis y simplemente constatando datos, puede ser importante de precisar, especialmente por la situación de Suráfrica en el pasado mundial y que no tuvo tan especial repercusión.
Evidentemente uno de los primeros aspectos que no se resalta es que las mafias están presentes, de ningún modo por obra del fútbol maravilloso sino por un sistema de apuestas extra oficial donde personas que son fanáticas del deporte ponen en riesgo cantidades de dinero en tono fuerte: si un hincha extremo deja su camisa y zapatos en prenda para ir a un partido, aquí los niveles son mayores pues el capital y la vida están en riesgo para quien no cumpla pues las leyes de un sistema paralelo se respetan, incluso sólo con dar la palabra, superando la necesidad de jueces formales: el que pierde, paga, es la única fórmula.
La historia demuestra con creces como en Italia y España se ha realizado persecución judicial a individuos vinculados a juegos de azar ilegales, intentando esclarecer la vinculación de las mafias que arreglan partidos, coaccionan a jugadores, entrenadores, técnicos, con tal de obtener las sumas puestas en la mesa controlada. Las recientes amenazas realizadas por correo electrónico al jugador que lesionó a Falcao han hecho que éste se manifieste públicamente afirmando que sabe que ello no tuvo ninguna intención oculta sino que fue producto de un choque normal en dicho partido, exceptuándolo de responsabilidad por lo que implica esta advertencia, denotando que dicha realidad existe y es de preocupación internacional. Las investigaciones llevadas a cabo por la reciente Agencia Nacional Contra el Crimen en Gran Bretaña confirman la existencia del arreglo de partidos con cifras y métodos destacados: recibir 30 mil libras esterlinas por una tarjeta amarilla son valores difíciles de rechazar sin tomar en cuenta los beneficios de un “trabajo fácil”.
Indudablemente que los “corredores de la bolsa deportiva” hagan presencia es difícil de identificar; lo importante es determinar como la codicia y el riesgo se apodera de cualquier ámbito donde el resultado esté en duda y sean capaces de influir en la medida que los protagonistas, en cualquier nivel, puedan ser manipulados, coaccionados o amenazados. Lo cierto es que ahora, con gran seguridad gracias a los controles y mirada sagaz a este proceder, los instintos más puros de la nacionalidad entendida en su mejor esencia junto a la preparación y búsqueda del símbolo, se desea que no se pueda determinar por fuera de los cauces legales los finales ansiados. Es la confianza puesta aunque sin comprobación plena.
Y su existencia, sin ser la causa efectiva, tiene que ver con la estructura que planifica dicho evento pues desde que el fútbol posee componentes que están vinculados a factores extra deportivos, como son la búsqueda del capital y su rentabilidad donde la FIFA administra el potencial mundial, existen nuevas miradas a dicha actividad.
Respecto a la FIFA, la repetición permanente de su definición formal ha impedido comprender su dimensión socio política. Desde una conceptualización adecuada, la Federación Internacional de Fútbol Asociado es básicamente una empresa de espectáculos del más alto nivel cuyos fundamentos filosóficos son de carácter político en la medida que es un exponente del sistema neoliberal en su máxima expresión, así como controla, administra y define el mercado del fútbol. En tanto entidad privada, asume una normatividad rígida la cual impone a los trabajadores de este deporte serios reparos a su sindicalización o participación pública en opciones democráticas que puedan “afectar la imagen institucional”. Así, se manifiesta como aparato neutral aun cuando sus directivos tengan relaciones de poder en los más diferentes espacios internacionales o nacionales.
En términos administrativos es el órgano máximo del balompié, conformado por 209 asociaciones, registrando un superávit de $ 72 millones, según su informe económico anual en el 2013, que mueve anualmente unos 500 mil millones de dólares, recauda más de 600 millones de dólares sólo en utilidades en un año, con un patrimonio estimado superior a más de mil millones. Como empresa privada dedicada a explotar una pasión enorme en el mundo, cual es el fútbol, su fin es obtener rendimientos económicos que permitan una rentabilidad duradera. Para ello, se establece todo un sistema de control, inversiones, campeonatos, secuencias, leyes laborales propias, etc., es decir, el fútbol-negocio, llegando hasta las “misiones bancarias” que establecen “ofertas” en todos los países a través de las “tarjetas del mundial”, prometiendo “descuentos”, ”premios”, rifas, para los “verdaderos fanáticos del fútbol”: “Juan, vive la fiesta del fútbol y gana cada 15 minutos con tu Tarjeta de Crédito”, parece ser la consigna.
En últimas, lo trascendente es que existe un mercado que se apodera de casi todo el espectro lúdico sin dejar espacio amplio a la individualidad y la belleza creativa pues se convierte en un drenador de personas que las consume en tiempo, edad, exigencia, sacrificio, en pos de obtener ganancia. Las recientes cifras según las cuales si un equipo gana el certamen recibe 720 mil euros por jugador, deja muy claro una parte importante de los elementos motivadores, además de los adyacentes.
Por este mecanismo de creación artificial, personas humildes de rasgos normales se convierten en bellos (siendo los mismos), como resultado de aparecer continuamente en los Medios, farandulizando la vida de cada ser hasta engullirlo plenamente. Afortunadamente, varios jugadores han superado el nivel de trabajador obligado para adquirir una conciencia de la sobreexplotación y alienación, organizándose para exigir sus derechos laborales aunque sometidos a la flexibilización y las oportunidades de empleo, aprovechando las oportunidades que el sistema otorga. Se entiende, entonces, que, las recientes críticas a la FIFA realizadas por Diego Maradona en el canal Telesur, documentando además la forma inadecuada de distribuir utilidades, han tenido efecto obteniendo respuesta inmediata de Joseph Blatter, quien ha manifestado que nadie destruirá a su organismo, pese a las solicitudes de abandono hechas por el presidente de la Federación Holandesa de Fútbol (KNVB), Michael van Praag, tras acusaciones de corrupción contra la Federación.
Competencia, espectáculo y pasión
Lo delicado es que el deporte concebido como un mecanismo económico (sin referirnos a lo político ideológico específico), de corte “privatizado-libre”, establece como su primer requisito o fundamento filosófico la competencia. Ella es entendida como la derrota del otro pues todo el proceso integral está ligado a los puntos, las marcas, el lugar, las primas, la final, el ascenso, los hinchas, lo que depende de las victorias. Por dicho mecanismo, el proceso se transforma en un espectáculo donde quien no obtiene la marca está por fuera del espacio adecuado para los fines.
En este sentido, el fútbol se convierte en un canal de expresión, un medio de movilidad social ascendente y el mito del príncipe se altera hasta ser un objetivo obsesivo incluso. Divierte y entretiene a la vez que adormece en la medida que transcurre su proceso de consumo de capital y germinación del mismo: así es el negocio del fútbol competitivo. La Copa Mundial es un vaso lleno de anhelos, ideales, sueños, alegrías y fracasos, cuya búsqueda es producida por un componente inaudito como fuente de esperanza, a la vez, tal como lo ha señalado con precisión el médico deportólogo colombiano, Fabio Arévalo, que no toma en cuenta al ser humano en su potencialidad física natural llevándolo a límites extremos, incluso en situaciones de climas insostenibles (1).
La pasión es el factor empleado o manipulado pues se conoce científicamente que una parte del sentido de vida está relacionado con la generación de espacios donde la aventura hace surgir endorfinas plenamente, al igual que la actividad física continua. No es cierto que más de 270 millones de personas practiquen regularmente el fútbol, lo que conduciría con la suma de otros deportes a tener probablemente un 5% de la población mundial con un nivel de vida extraordinario. Lo que sí es ocultado es que la conducción de un amplio espectro se dirige al espectáculo, básicamente pagado o comercializado, invitando a que millones de personas en vez de hacer actividad se reúnan a comer, con camisetas incluidas, mientras disfrutan de la televisión o la asistencia al estadio. Son coherentes, entonces, los altos niveles de obesidad mundial estimulados por la relación comida-espectáculo (2).
Sin embargo, hay detrás de todo este entramado un factor que debe ser develado: las relaciones entre el poder y el deporte espectáculo.
Geopolítica del deporte y poderes sociales
¿Cómo explicar las manifestaciones sociales que ocurren en Brasil y que escaparían supuestamente a los aspectos antes anotados?
Al respecto, hay que considerar tanto el gobierno de Brasil como las condiciones del país, unidas a un sistema social neoliberal.
Lo primero que hay que manifestar es la denuncia cierta referida al asesinato de niños en las calles paulistas, la cual ha sido intencionadamente atribuida a un país y al Mundial, lo que no puede ser aceptado en esa interpretación pues es un problema endémico que afecta la esencia de una sociedad. El objetivo perseguido tiene tres componentes: debilitar a un gobierno haciéndolo aparecer como inmisericorde, poner un tema sensible en una dimensión extrema y, especialmente, hacer desaparecer luego un problema que tiene hondas raíces en el sistema social capitalista, demostrando que quienes lo defienden supuestamente en este momento, muy pronto lo abandonan pues ya no conviene a sus intereses.
Por el contrario, dejar pasar este atroz genocidio de “meninos de la rua”, significa destruir la verdad sobre este hecho: el extermino de niños en diversos países (como Honduras y México en América Latina , por ejemplo), su uso como parte de grupos paramilitares, la vinculación al mundo de la droga, el tráfico de órganos, la limpieza organizada (tal como la sugerida desde lo étnico por el magnate Pietr Poroshenco en Ucrania), el desplazamiento y violencia sobre millones en Siria, el uso sexual de grandes grupos de niñas, son temas graves que no pueden ser escondidos por una prensa que se dedica a replicar sucesos particulares con el fin de evitar comprometerse en lo fundamental. La OIT ha entregado cifras exorbitantes de trabajo infantil en condiciones anómalas y explotación, incluso en forma de esclavitud como en las monarquías árabes, lo cual tampoco ha tenido un acción comprometida por las organizaciones de derechos humanos autodenominadas “independientes” como Human Wrigt Watch, Anmistía Internacional, Freedom House, entre otras, puesto que su función es proteger el capital transnacional y no la puesta en escena de temáticas que conmueven el alma de la sociedad actual. Jamás las víctimas, y menos los niños, pueden ser cifras sino que personas con identidad, tal como lo plantea la Humanología.
En esta secuencia relacionada, el actual gobierno brasileño liderado por una cosmovisión afecta a los ideales del proletariado, aunque aún en una sociedad neoliberal extrema, se enfrenta a serias contradicciones al interior del país pues los sectores conservadores poseen una gran fuerza económica y parlamentaria que presiona fuertemente para detener los cambios sociales inclusivos y posicionar la privatización como criterio global. Ello no obsta para reconocer que Dilma Rouseff ha equivocado también su perspectiva en diversas ocasiones, tal como lo ha reconocido respecto al Mundial.
Es evidente que la desigualdad social en un país administrado por una clase pudiente explotadora durante tantas décadas sólo puede producir pobreza inmensa, tal como ocurrió en toda América Latina. Este es un lastre difícil de olvidar y resolver, especialmente cuando sus representantes perviven en un Congreso donde imponen como un producto de su poder un blindaje para impedir leyes de bienestar social para la población más desfavorecida. Por ello, es visible el descontento de las clases populares que, pese a los avances en esta última década, requieren más oportunidades en un país de 200 millones de habitantes. Indiscutiblemente existen organizaciones de la droga, ejércitos de eliminación de “gamines” (considerados desechables por las élites), atropello policial, desplazamiento forzoso, entre otras situaciones propias de un pueblo que desea salir del anonimato para convertirse en protagonista, fuerza que ha sido dada por la participación política y los proyectos de inclusión de Lula y Rouseff.
La contradicción a resolver entre nodos de control muy poderosos que poseen empresas, Medios, cámaras, representantes, altísimo capital, contra el derecho de la sociedad a una vida digna, es la que responde también al enfoque de este Mundial.
Es imposible negar que se han cometido errores tanto en políticas sociales como en inversiones, no obstante atribuir todo ello a un responsable directo posee un objetivo: diluir nuevamente el tema principal escondiendo el antagonismo del modelo social exclusivo o inclusivo, sostenible. Es preciso aceptar que este evento ha generado una presión tal que se han debido sacrificar paradigmas básicos en un gobierno de carácter social para invertir grandes sumas con el fin de responder a los hinchas, al negocio, al “nacionalchovinismo”, a los empresarios, dejando de lado parte de las reivindicaciones esenciales de la población. Cabe mencionar que el gobierno brasileño estableció que estadios y obras de infraestructura estarían bajo la responsabilidad del sector privado, aunque con dineros del erario público, lo que implicó un excelente negocio “deportivo”, sector que incrementó los costos a través de retrasos disimulados exigiendo nueva inversiones; así, a través del, Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), la obra que subió a un 300% más de lo presupuestado, tuvo que ser sufragada con el consiguiente gasto estatal dada la obligatoriedad del compromiso asumido.
Esta situación de efervescencia social no ha sido desaprovechada por los complejos militares-financieros los que saben que esta es una oportunidad única para recuperar el control del país y someterlo a sus arbitrios nuevamente donde la expoliación y represión global sea conducida por fuerzas reaccionarias. Las protestas tienen un sostén objetivo y son reclamo de mejoras por parte de sindicatos del metro de Sao Paulo, choferes, policías, así como aquellos que exigen mayor inversión en educación, transporte y salud a cuyo destino podría haberse destinado dicho presupuesto. A ellos se han sumado partidos y grupos como el Black bloc que también ha participado en las “primaveras árabes”.
Al respecto, el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio "Lula" da Silva (2003-2011), ha hecho la defensa del gobierno actual dando elementos de análisis más que eslogans y avaló los programas de la mandataria generando cifras de empleo destacadas; de igual modo, advirtió de la guerra mediática ya empleada en América Latina y concretamente contra Hugo Chávez y los países soberanos.
Las condiciones del país
La llegada de “Lula” da Silva como representante de la clase obrera desde su seno y de la mano del Partido dos Trabalhadores, llevó al país a un despegue relativamente lento para lo soñado aunque con significativos avances en el campo social integrado, lo que fue continuado por Dilma Rousseff tanto en su postura ideológica como de bienestar general para los ciudadanos. Sin embargo, el Mundial develó las inclemencias heredadas por décadas de miseria y opresión, las que aún no han sido resueltas y que se traducen en paros tales como la huelga ocurrida en Sao Paulo, donde se realizará el partido inaugural del evento deportivo, agregando demanda de mejoras salariales y en contra de las elevadas inversiones destinadas a la construcción y modernización de estadios que podrían haberse usado en servicios públicos de salud, transporte y vivienda. Tácticamente ha sido el momento oportuno para solicitar reivindicaciones sociales, el fin de la violencia en las favelas, desmilitarización de la policía militar, permitir presencia de vendedores ambulantes en la calle, dada la inminencia del hecho. (3).
Dilma Rouseff, por su parte, ha planteado que Brasil vive la mejor década de su historia pues la miseria ha disminuido significativamente en los últimos años accediendo 40 millones de pobres a la clase media desde el 2003, cuya población ha tenido una recuperación significativa de su renta subiendo el 40% en los últimos 4 años junto con el empleo, así como la ampliación de los programas sociales, la reducción de las tarifas de la electricidad, menores tasas de interés, encontrándose la nación preparada para enfrentar los retos financieros y mantener la estabilidad económica. Ha afirmado:"Es la década de la reconstrucción nacional (...) es la década de nuestra autoestima".
No obstante, tendrá que superarse el analfabetismo que ronda los 15 millones de personas y con un 10% más rico que concentra el 41,9% del ingreso y el 40% más pobre se reparte el 13,3%, según el informe ‘Síntesis de los Índices Sociales’ del estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Aquella pancarta que decía: “si su hijo se enferma, llévelo al estadio”, parece formar parte del desazón de determinados sectores.
Dentro de las prioridades para un eventual segundo mandato, la presidenta apuntó a la educación como una necesidad para que el país se convierta en una nación desarrollada, diciendo que el PT (Partido de los Trabajadores) y los partidos aliados tienen que estar preparados para los desafíos que vienen.
¿Cómo unir estos factores políticos, mediáticos, deportivos, en una estructura coherente?
Las tenazas del poder. Una teoría explicativa
El libro “Sociología del deporte” (4), expone una teoría sobre la importancia del juego en la sociedad y su papel funcional. Allí se plantea la vinculación por áreas y en conjunto de las variables económicas, políticas, sociales específicas, espirituales (cultura, ideología, psicología), posicionando la hipótesis según la cual el deporte no está aislado del contexto nacional o internacional sino que, por sobre todo, desempeña un papel cultural del más alto orden unido a lo infraestructural, lo que se determina por cosmovisiones políticas que imperan en ese momento en los países. Dicho de otro modo, los gobiernos establecen el marco regulatorio de la actividad física lúdica en su dimensiones humanas, de bienestar, agonísticas, recreativas o competitivas, posibilitando su uso privado en las más diversas formas y(o) su concepción pública universal, formativa del ciudadano. Por tanto, sujeto al mundo y sus particularidades, imbricado a las coyunturas propias del poder.
Así, es factible comprender la campaña mediática emprendida contra “Brasil” cuando es identificado conflicto con gobierno, deformando de ese modo un análisis que parte de dificultades propias, que sea dicho de paso, también las posee la Unión Europea en grados sustantivos aunque escondida tras cifras que ocultan la realidad, tal como acaba de ocurrir con las manifestaciones en España que fueron silenciadas totalmente por la prensa haciendo creer que sólo un grupo minoritario se ha expresado para exigir una Constituyente que revoque el autoritarismo y la vagancia de los reyes. Por el contrario, también se puede convertir un pequeño contingente en la “expresión espontánea” de un supuesto inmenso conglomerado que desea que un gobierno no siga. Los ejemplos en Ucrania así como en América Latina son incontrastables.
Por ello, el papel que juega Brasil en el Brics, posicionándolo como un factor clave en el campo internacional, su postura en defensa de la autodeterminación, el rechazo al espionaje interno, la cosmovisión de desarrollo ligada a la inclusión, hacen de éste un punto focal de agresión desde los complejos financiero-militares, independiente de verlo como un “socio contratista” debido a sus inmensos recursos naturales. Comprender el contexto político de estas manifestaciones a unos pocos meses de las elecciones en aquel país, por reivindicaciones válidas y que deben tener contestación adecuada, es imprescindible.
No es casual que en este momento aparezcan organizaciones “imparciales” como Amnistía Internacional exigiendo que se respete el derecho a protestar, para aumentar la presión cuando se sabe que esta organización depende directamente de agencias de espionaje, a través de intermediarios. Si se agrega las “confesiones” entregadas al diario “Estadao” por supuestos funcionarios de la FIFA (aunque sin revelar su identidad), manifestando que Brasil no está preparado para acoger el Mundial, la situación implica dudas.
Las tenazas del poder confluyente de organizaciones privadas se ciernen sobre los espectadores, los negocios, las riquezas, con el fin de generar la mayor rentabilidad…cueste lo que cueste.
Consideraciones finales
Desde una visión humanológica que integra los componentes humano y político, aceptando determinaciones donde lo económico se vuelve trascendental, es válido afirmar como tendencia lo que se sigue tramando desde lo externo-interno: desviar la atención de los problemas sociales que son consustanciales a un sistema que genera pobreza y desigualdad, por lo cual debe ser modificado en sus cimientos para obtener una transformación integral. Convertir al Mundial en un espectáculo que tape los conflictos del mundo actual ya no será tan factible gracias al avance de la conciencia en diversos sectores y a la ampliación de la comunicación alternativa, pese a que la libertad de prensa no exista justo en aquellas naciones que más exigen de otras aunque ellas no la provean.
Es posible que, una vez ocurrido el Mundial 2014, la vinculación entre fútbol y conflictos en el país se vaya atenuando (lo que no implica que los esfuerzos de desestabilización continúen), por lo cual otra nación pasará a ser el centro de la guerra mediática. El reciente seminario internacional realizado en Venezuela sobre las conjuras en este campo ha explicitado claramente el rol que desempeña como manipulador del sentimiento racional.
Lo cierto es que no se puede olvidar que el guión ya está escrito para impedir una próxima reelección de Rouseff o si es posible su derrocamiento a través de la lección aprendida: salida a la calle de “millones de millones” de espontáneos civiles y estudiantes protestando contra el gobierno y por la educación de calidad aunque se esté recibiendo; luego acusar a las fuerzas policiales de reprimir con sevicia a los inermes manifestantes desarmados, todo ello amplificado por medios “neutrales” como CNN y aliados, que dan al mundo la noticia de un gobierno represivo…olvidando que esos mismos amparan el terrorismo en el Medio Oriente y asilan a generadores de golpes de estado. Exigir la renuncia de la “dictadora” y solicitar ayuda al imperio de la democracia sería el paso para poner a su propio títere en el escenario ya preparado.
Pese a estos intentos, el presente de América Latina parece confirmar que seguramente Brasil saldrá fortalecido de este proceso, insistiendo en corregir los errores y en la medida que las denuncias sobre desigualdad y represión sean canalizadas a través de proyectos que contemplen los derechos de la gente a vivir en paz y en condiciones dignas como ser humano. Las próximas elecciones presidenciales en este año mostrarán si la guerra mediática obtuvo lo perseguido y Dilma Rousseff da paso a un nuevo mandatario que privatice al país, aplique las medidas austericidas de Europa continuando con la prehistoria de explotación que por tantos años destrozaron la esperanza de los brasileños o se sostiene la oportunidad de nuevas alamedas a la esperanza.
Debe ser una exigencia para los próximos países-sede que los ciudadanos comiencen desde ya a exigir que las cuentas sean claras antes que se dé el siguiente acontecimiento, con el fin de conocer si la nación será beneficiada o simplemente la FIFA y sus empresas aliadas obtendrán el derecho a explotar un deporte, a los deportistas, e insuflarse ganancias extremas, haciendo creer a la opinión pública que ese espectáculo es el más puro y visible. Un gobierno con convicción democrática no dejará que sus leyes sean sobrepasadas por dicha entidad (5).
Mientras se da el Mundial transcurre tras bambalinas la geopolítica, las mafias, la guerra mediática, las tensiones sociales, donde lo principal está mediado por los intereses de las élites que aspiran a obtener en estos tiempos nuevas victorias económicas y poder para sostener el negocio global: las guerras, la injerencia en otros estados, el dominio militar en naciones satélite o la destrucción de aquellas que no se humillan, de tal suerte que este evento no debe convertirse en el tema principal sino coyuntural, que pasará mientras la vida continuará regida por las leyes sociales y las contradicciones que hoy, en este mundo, prosiguen entre las propuestas de modelos alternativos con justeza social o la mantención del mundo unipolar, factor determinante de graves problemas en la humanidad.
Las realidades geopolíticas siguen confirmándose y tal como se ha ratificado en columnas anteriores, los hechos proveen el futuro: el regreso a casa del terrorismo emplazado y financiado por potencias comienza a ser motivo de preocupación por los agentes de éstas, manifestada en reuniones de alto nivel en Francia y Bruselas, donde el mismo G7 ya ha tratado el tema. Tal vez ahora seguirá Irak por el mismo camino de Siria una vez termine el mundial, así como lo hemos dicho de Crimea: es parte de Rusia y no hay nada que hacer, tal como se confirma nuevamente.
Tal vez la foto de la selección argentina con una pancarta exigiendo que Gran Bretaña devuelva las Islas Malvinas, usurpadas a la nación transandina, sea un símbolo de un nuevo fútbol, mucho más pleno, libertario, donde la finta, el balón y las estrategias creativas sean el futuro promisorio. La posible sanción de la FIFA, considerándola una declaración política y sujeto probable de multas, complementada con la prohibición expresa a los jugadores de la selección inglesa para hablar del tema, corrobora el análisis anterior.
Por ello, el presente próximo dirá si el mundo multipolar es el verdadero espacio para un Mundial en dignidad plena, pensando en crear una nueva institución planetaria que tenga la Agonística como su fuente primigenia.
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1. Fabio Arévalo sostuvo que el jugador Falcao no podría participar del Mundial de Fútbol 2014, debido a la lesión sucedida, lo que se ha confirmado recientemente. La oposición a dicho diagnóstico se multiplicó en aras de un resultado propagandístico el cual resultó, definitivamente, superado por la realidad científica. La alerta sobre el clima de Catar es impajaritable.
2. http://www.taringa.net/posts/info/5788108/FIFA-como-explotar-el-negocio-de-la-pasion.html
3. http://www.aporrea.org/internacionales/a189460.html Brasil 2014. El negocio del fútbol a costa de un pueblo.
4. Sociología del deporte. Carlos Santa María. Ed. Imprenta Argentina. Colombia, 1990.
5. http://www.americaeconomia.com/politica-sociedad/politica/la-protesta-social-es-el-rival-mas-dificil-de-brasil
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