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Israel y Palestina: Una tragedia en tres actos

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Israel y Palestina:  Una tragedia en tres actos
Israel no es un Estado común. Está en una categoría única. Israel no nació de la lucha de un pueblo autóctono y asentado luchando por su independencia territorial ante alguna potencia colonial occidental como fuera el caso para docenas de naciones en toda América, África, Medio Oriente y Asia en los dos últimos siglos.

No. Israel surgió de la voluntad férrea de un pequeño, muy unido y altamente organizado grupo étnico decidido a ocupar un territorio específico, en obediencia a un imperativo religioso y una pretensión de continuidad histórica altamente dudosa.
 

Prólogo


Los cosmopolitas judíos eskenazis y sefarditas supieron combinar el enorme poder político, financiero, mediático y diplomático de sus líderes para asegurar que judíos europeos obtendrían contra viento y marea su nación soberana en Palestina.  

Esto requirió ignorar los intereses y las vidas de millones de palestinos que habitaron sus tierras durante muchas generaciones y, a lo largo de los últimos ochenta años ha significado inconfesables sufrimientos y millones de muertos y heridos en todo Medio Oriente.  

Hoy, incluso, significa desatar una potencial nueva guerra mundial sobre toda la humanidad. La lucha por lograr una Nación Judía se enraíza en un movimiento ideológico-étnico del siglo XIX que promovió el “sionismo”: o sea, la emigración forzada de judíos centroeuropeos – notablemente de Rusia, Polonia, Ucrania y Alemania – hacia Palestina y también Norte y Sud América.

El indiscutido padre fundador del sionismo fue el abogado vienés Teodoro Herzl, quién en 1898 convocó un primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza. Su libro fundacional, Ein Judenstaat (“Un Estado Judío”), publicado en 1896 describe la lógica, metodología y planeamiento necesario para la fundación de un Estado Soberano Judío dejando, incluso, una discreta puerta abierta para la fundación de no sólo uno, sino de dos Estados judíos.
 

Acto I: Los judíos perseguidos de Europa necesitan un lugar donde asentarse


El tiempo y lugar: Siglo XIX, Europa oriental, central y occidental

Históricamente, la Europa cristiana siempre discriminó a los judíos. A lo largo de siglos, fueron tratados como ciudadanos de segunda categoría siendo sistemáticamente expulsados de países como Francia, Alemania, Italia, España, Escandinavia, Gran Bretaña, Portugal, Austria, Hungría, Rusia, Bielorrusia, Polonia, Ucrania y muchas otras naciones. Despreciados por católicos y protestantes, los judíos se vieron segregados dentro de 'guetos' desde dónde se dedicaron a comerciar de todo un poco y, con el tiempo, lograron convertirse en los mayores banqueros internacionales de Europa.  

La resistencia popular contra ellos se agudizó una y otra vez, a menudo explotando en sangrientos “pogromos” – persecuciones. Sin embargo, el activismo sionista se aprovechó  de este estado de cosas para reunir a su propia tropa dentro del movimiento.  

Hacer de los judíos un blanco de semejantes ataques se denomina “antisemitismo”, el cual sólo puede explicarse de dos maneras:

• O bien la mayoría de los europeos – a lo largo y a lo ancho de su vasta cultura y geografías nacionales, y por siglos a la vez – sufre de una patología psicológica denominada “antisemitismo” que los llevó a atacar y expulsar injustificadamente a esta pequeña comunidad nómade de su seno social; enfermedad mental a la que, sin embargo, los propios judíos son obviamente  inmunes, o…

• Existen ciertos patrones de comportamiento social de los judíos que parecieran generar en forma sistemática el rechazo entre una amplia gama de pueblos en toda Europa en los que han habitado. En tal caso, “antisemitismo” debe reclasificarse ya no como una enfermedad psíquica, sino como un mecanismo de legítima defensa aunque a menudo se manifieste de manera irracional e impropia. El propio Teodoro Herzl explica este fenómeno en su obra fundacional al decir que el antisemitismo “existe en todo lugar en que vivan judíos en cantidades perceptibles”.   

Aunque el “antisemitismo” tiene su lado religioso, en tiempos modernos su principal causa, sin embargo, más que religiosa es de naturaleza social. Contrariamente al Islam y al cristianismo que reiteradas veces ha hecho la Guerra Santa o partido en Cruzadas para convertir a los no-creyentes, el Judaísmo sin embargo jamás pretende convertir a nadie. 

Todo lo contrario: se es judío por nacimiento; por la sangre; y por herencia genética. De manera que la conversión religiosa no es una opción entre los judíos. En verdad, la historia nos presenta un solo ejemplo de conversión en masa al judaísmo, que fue en el siglo VIII cuando las tribus nómades centroasiáticas de los Khazaríes se convirtieron a la religión de Yahveh para no tener que caer bajo el influjo ni del cristianismo de Constantinopla, ni del islamismo del Califato de Bagdad.  

Estos Khazaríes son los antepasados directos de los judíos askenazis actuales, quienes lentamente se fueron desplazando hacia Europa a través de Alemania y Polonia. Hoy, los askenazis conforman el núcleo duro de la elite judía en Israel, América y Europa.  Sin embargo y contra lo que se suele creer, los judíos askenazis no guardan relación étnica y sanguínea alguna con los semíticos hebreos e israelitas del Antiguo Testamento. Dentro de este marco político y social surgió el sionismo como movimiento internacional pan-europeo.  

Acto II: El largo y difícil camino a Jerusalén


El tiempo y lugar: Siglo XX, en Europa y Medio Oriente

Durante siglos, los judíos de todas partes se saludaban deseándose “el año que viene en Jerusalén”, pues el reencuentro en Sion era un anhelo compartido de algún día reunirse como nación en la tierra de Moisés, Abrahán y David.  

Theodor Herzl, León Pinsker, Chaim Weizmann, David Ben Gurion y otros padres fundadores de Israel lucharon para crear un estado soberano judío, pero a principios del siglo XX, hacerlo en Tierra Santa resultaba imposible.  

Cuando los sionistas peticionaron al Sultán Otomano Turco quien entonces reinaba sobre Palestina que les permitiera fundar su Estado soberano ahí, su respuesta fue un rotundo no. 

No obstante ello, siguieron insistiendo, ejerciendo presión, haciendo lobby y promoviendo sus ideas e ideales, al tiempo que a través de círculos académicos y la prensa promovieron condiciones sociales cada vez más liberales como manera de permitirles prosperar cada vez más como en los planos político, económico, social y financiero. 

Para entonces, un conjunto compacto de banqueros sumamente poderosos con profunda inserción dentro de todos los gobiernos lograron consolidar y promover el ideal sionista, sea en forma directa o indirecta, utilizando estrategias de largo plazo en lugar de impulsar tácticas de corto plazo.  

Sus nombres se han convertido en símbolos vivientes del creciente mundo supranacional de la banca financiera: Rothschild, Warburg, Schiff, Lazard, Bleichroeder, Belmont, Hirsch, Montefiore, Goldschmidt, Oppenheimer, Goldman, Sachs, Erlanger, Speyer, Mendelssohn y muchos otros poderosos banqueros, brokers y comerciantes europeos que detentaron su enorme poder e influencia sobre toda Europa y el continente Americano. El multimillonario alemán Maurice Hirsch apoyó el plan de Herzl fundando la Asociación Judía de Colonización que promovió la emigración de judíos de Europa Oriental hacia América, notablemente hacia la República Argentina, un país de altísimo interés para los sionistas.  

En rigor de verdad, el libro fundacional de Herzl, Un Estado Judío, contiene un capítulo clave cuyo título lo dice todo “¿Palestina o Argentina?”. En el mismo, Herzl señala que “la Argentina es uno de los países más fértiles del mundo, con un vasto territorio y baja población que derivaría…un beneficio considerable cediéndonos una parcela de su territorio…a cambio de lo cual los banqueros de Sion podrían asumir una parte de su deuda pública…” (ver versión en inglés, “The Jewish State”, Dover, NY, 1988, Pag 95).

Pero entonces explotó la Primera Guerra Mundial que Alemania, Austria y el Imperio Otomano Turco perdieron en 1918 ante Francia, Inglaterra y Estados Unidos, dejando a Palestina bajo un Mandato Británico. 

Un año antes, el barón británico Walter Rothschild obtuvo del canciller británico Sir Arthur James Balfour una “Declaración” mediante la cual Gran Bretaña “favorecerá el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y realizará sus mejores esfuerzos para facilitar el logro de dicho objetivo”, sujeto a que no se haga nada que “vulnere los derechos civiles y religiosos de las comunidades no-judías existentes en Palestina”.  

Ello disparó una nueva ola de emigración judía europea hacia Palestina. Mas los años treinta y cuarenta trajeron nuevas oleadas de persecución bajo el Tercer Reich y la Segunda Guerra Mundial, tras la cual se reavivó el apoyo a favor de un Estado judío que finalmente fue creado en 1948, no tanto como un reconocimiento del derecho sionista de imponer semejante Estado sobre Palestina, sino como consecuencia del apoyo irrestricto de las Potencias Occidentales al plan sionista.  

Desde entonces, Israel disfruta de un cheque en blanco de Occidente que le permite hacer lo que le plazca en esa región  Así, los Palestinos han sido victimizados y expulsados de sus hogares y tierras por organizaciones terroristas, notablemente el Irgun Zvai Leumi, que cobró notoriedad en 1946 con la voladura del Hotel Rey David de Jerusalén, sede del gobierno militar británico en Palestina (organización liderada por Menachem Beguín quien luego sería primer ministro y recibiría el Premio Nobel de la “Paz”); el Grupo Stern (cuya cabecilla Yzakh Shamir también llegaría a primer ministro) que en 1948 asesinó en Jerusalén al Conde Folke Bernadotte, enviado de las Naciones Unidos para negociar un acuerdo que contemple la creación de dos Estados en Palestina; y la Hagganah.  En 1948 estas tres organizaciones terroristas se fusionaron para conformar las Fuerzas de Defensa Israelíes (el ejército israelí).

Claramente, la pregunta clave que nadie en Occidente se atreve a plantear es: si regímenes europeos persiguieron a judíos europeos durante los años treinta y cuarenta en territorio europeo, ¿porque entonces debieron los palestinos pagar los platos rotos entregando por la fuerza su país y territorio, que hoy ha quedado prácticamente destruido por la maquina militar israelí?
 

Acto III: ¿Se está reinventando el sionismo a sí mismo?


El lugar y tiempo: Siglo XXI, todo el mundo

En 2007 el ex-rector de la Universidad de Harvard Stephen Walt, y el jefe de cátedra de Ciencias Políticas de la Universidad de Chicago John Mearsheimer publicaron un libro titulado “El lobby Israelí y la política exterior de EE.UU.” que describe en convincente detalle la manera cómo el lobby “AIPAC” (American Israeli Public Affairs Committee – Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos) y otros lobbies pro-Israel detentan enorme poder mediático, bancario, diplomático y político sobre los Estados Unidos, logrando torcer sus políticas siempre en favor de Israel para que siempre pueda hacer lo que le plazca. Sin embargo, en tiempos recientes parece que algunas cosas están cambiando. La opinión pública global observa horrorizada las matanzas genocidas de Israel en Gaza, en el resto de Palestina y el Líbano.   

La remanada táctica judía de rasgarse las vestiduras al griterío de “¡Antisemitismo!” y “¡Holocausto!” pierde credibilidad a pasos agigantados. Y como tantas veces en el pasado, las poblaciones en todo el mundo vuelven a hartarse de este comportamiento deplorable de judíos poderosos. Con lo que esto ya empieza a ser un secreto a voces…

Sorprendió a muchos enterarse en Agosto 2012 que los servicios de inteligencia de EE.UU. emitieron un informe titulado “Preparándonos para una Medio Oriente pos-Israel” elaborado por 16 agencias de inteligencia norteamericanas (incluyendo inteligencia naval, de ejército, fuerza aérea, Marines, DIA, DEA, FBI, NSA, CIA, Seguridad Interna y el propio Pentágono), cuya conclusión indica que actualmente Israel es la mayor amenaza para el interés nacional estadounidense debido a la naturaleza de sus acciones que no permiten que EE.UU. pueda mantener relaciones normales con los países árabes y musulmanes.

Pocas semana después, el 18 de septiembre de 2012, el diario pro-sionista 'The New York Post' de propiedad de Rupert Murdoch cita a Henry Kissinger diciendo “palabra por palabra” que “dentro de diez años no habrá más Israel.” 

Luego agrega que “lo que Kissinger dijo es directo y al grano. No dijo que Israel está en peligro pero que podemos salvarla si le regalamos trillones de dólares adicionales y si aniquilamos a sus enemigos con nuestras fuerzas armadas…. No dijo que si bombardeamos Irán, Israel podrá sobrevivir…Kissinger manifestó un hecho simple: En el 2022 Israel habrá dejado de existir”.

Considerando que este breve artículo abarca tres siglos, permítasenos mencionar lo que dijera Albert Pike, un masón Grado 33 del Rito Escosés que vivió en el Siglo XIX en Estados Unidos, llegando a ser Teniente General del Ejército Confederado, en carta que le dirigiera a su Hermano Masón italiano Giuseppe Mazzini.

Pike habló entonces de  “tres grandes conflictos globales” venideros que se desatarían sobre el mundo en los siguientes 150 años, necesarios para “lograr la panacea masónica de erigir un Gobierno Mundial”.

• Primero, habrá una Gran Guerra cuya meta primordial será destruir los tronos imperiales cristianos de Alemania, Austria y Rusia; lo que abrirá el camino hacia el comunismo ateo;

• Luego, habrá una Segunda Guerra que enfrentará a regímenes nacionalistas europeos contra sionistas, y que llevará a la creación del Estado Judío en Palestina;

• Por último, habría una nueva Gran Guerra entre sionistas políticos y el mundo musulmán que conducirá a una Tercera Guerra Mundial, la cual allanará el camino final hacia la imposición de un Gobierno Mundial.

Epílogo


Vaya entonces una pregunta clave: ¿Implica el hecho de que hoy Israel está totalmente fuera de control, que los poderes occidentales han calculado mal las cosas, o que han cometido un enorme error, o se trata de una etapa necesaria en un muy largo proceso que contiene sus hitos, logros y metas transitorias?  

Israel hoy se ha “disparado un tiro en el pie”, transformándose en un Estado absolutamente inviable sin el apoyo irrestricto de Occidente. ¿Se comprende su comportamiento escandaloso por el hecho de que los sionistas están por aceptar un cambio en el status de Israel a cambio de que se les entregue alguna otra “Tierra Prometida”, extremadamente bella, fértil, vasta y rica que – aunque no tenga raíces antiguo testamentarias –  le permitirá a los sionistas reubicar al 70 u 80% de la población israelí en condiciones de enorme confort, seguridad, riqueza y paz? ¿Será la Patagonia Argentina (y chilena)  esa “Tierra Prometida” imaginada y propuesta por el padre fundador Teodoro Herzl allá por 1896?

La Patagonia: inmensa, sub-poblada e incalculablemente rica en recursos naturales… La  Patagonia: territorio desprotegido en el que desde hace décadas decenas de miles de jóvenes israelíes disfrutan de su año sabático al salir del servicio militar deambulando por todo su territorio vestidos de “mochileros”.  

¿Investigan, mapean y toman inventario para planificar sus futuros asentamientos? Por supuesto que siquiera mencionar esta obvia realidad es un tema tabú en la Argentina, un país derrotado por la alianza anglo-norteamericana en Islas Malvinas, y por los mega-banqueros globales que hoy mismo la están empujando nuevamente hacia el abismo de un colapso financiero…  

¡Menos mal que al menos en la hermana República de Chile, que comparte la Patagonia con Argentina, existe un poco más de conciencia sobre estos inminentes peligros territoriales que ambos países enfrentan!

¿Se convertirá entonces el Israel usurpador de Palestina en una gigantesca, poderosa y aguerrida guarnición militar armada con bombas nucleares? ¿Una suerte de “Fortaleza Israel” controlando todo Medio Oriente? ¿Veremos al mismo tiempo la trágica “palestinizacion” de la Argentina? ¿Se estará por convertir el viejo proyecto de Herzl de “¿Argentina o Palestina? “ en una nueva tragedia: la de Palestina Y Argentina? 

 

Adrian Salbuchi para RTAdrian Salbuchi es analista político, autor, conductor del programa de televisión “Segunda República” por el Canal TLV1 de Argentina.  Fundador del Proyecto Segunda República (PSR). www.proyectosegundarepublica.com

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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