¿Es urgente el cambio de líderes en la Vieja Europa?
Este siglo marca el ocaso de los representantes de la Europa estática, avejentados con sus procesos sociales, pues la idea neoliberal de la austeridad inclemente, de la privatización de la vida, del regalo de la tierra a Corporaciones Transnacionales, del flagelo del desempleo obligado a millones de personas, no son ideas novedosas, vigentes, propias de gente visionaria.
En el plano de la imagen se percibe con notoria claridad una vejez conceptual, junto a una falta de discurso coherente, hilvanado, solvente, suficiente, y en su defecto lo que muestra son palabrotas, amenazas, sanciones, injurias, un lenguaje que hace recordar a los más recalcitrantes jefes del nazismo. La prepotencia es su símbolo.
La dificultad para ofrecer una imagen de personas transparentes hoy se ha perdido y el mundo no confía en dignatarios que, además de mentir, poseen una posición diletante ante los fenómenos que suceden día a día. El caso de Francia ante la venta de los Mistral es típica de una indecisión que destruye los cimientos de férreas posiciones sustentables: que un día se venden y otro no, que están listos aunque no lo están, indica una inmensa personalidad no confiable y la falta de palabra internacional. La vinculación desenfrenada de éstos con la banca y la empresa militar es una muestra desorbitada de considerar a los pueblos una parte secundaria del mundo.
Los tres personajes considerados representantes simbólicos de esta vieja Europa, como son la canciller Angela Merkel, Francoise Hollande y David Cameron, distan mucho del liderazgo serio, competente, soberano, hidalgo, que se requiere hoy día para establecer la diplomacia. La mayoría de los otros dignatarios no representan ninguna posición independiente o autónoma, excepto la que les sea ordenado por lo cual no están en esta lista, aunque algunos comienzan a actuar por su soberanía como lo indicó el primer ministro de Hungría, Victor Orbán.
Las características propias de estos representantes de la Europa Neoliberal tiene relación con su forma mínima de ver el mundo, la inconsistencia ideológica, falta de independencia en su criterio, los problemas de incoherencia intelectual y política, entre otros factores, lo que hace imprescindible consolidar líderes serios, potentes, creíbles, en la política del Viejo Continente. Destaca su incapacidad para ver en contexto temas tan importantes como la crisis causada por el golpe de Estado en Ucrania, el inmenso significado de la Nueva Grecia, el genocidio en Siria y Palestina, debido a su permanente mirada hacia el otro lado del conflicto, creyendo eliminarlo con no verlo o simplemente castigando. No sin razón, el mismo presidente de la Comisión de Asuntos Europeos de la Cámara de los Lores, Christopher Tugendhat, sostenía respecto al manejo de Ucrania que "La ausencia de una capacidad analítica robusta, en el Reino Unido y en el conjunto de la UE, condujo a un error de interpretación catastrófico de la atmósfera en el periodo anterior a la crisis".
Hoy, el planeta requiere con urgencia líderes que posean un lenguaje articulado, con un basamento ideológico que permita discutir posiciones las que, incluso siendo diferentes, porten argumentos para debatir. Lo que existe actualmente es un limitado vacío de palabras, apelando a consignas míticas (el mundo libre, la libertad de prensa, todo el que debe paga y cuando se le obligue, el mercado se maneja sólo, torcer la soberanía es conveniente, etc.), que no son sustentadas por criterios, documentos, hechos, que posibilite la conversación que eleve el nivel analítico. Convertir en peleas de barrio temas tan importantes como la paz mundial es un descrédito que afecta a estos personajes.
Desafortunadamente estos dirigentes han apoyado sin contemplaciones la exigencia de pagos ilegales a países que contrajeron deudas producto de turbios negocios de sus representantes, los cuales aceptaron hipotecar el país en aras de sus propias aspiraciones. Y son los que exigen a las naciones conculcar su soberanía para financiar a la banca expoliadora.
Tal vez la Vieja Europa tendrá que asumir el pesado lastre que acompaña su trasegar: el inmensurable saqueo colonial y la pobreza impertérrita dejada como legado, dos guerras mundiales y millones de muertos causados por la avaricia imperial, una Alemania autoritaria que hoy continúa esquilmando a otras naciones, la España colonial que no olvida a Simón Bolívar (padre de nuestra independencia bolivariana), que los derrotó y expulsó de América; escasos líderes con perfil intelectual, reflexivo, solidario y con visión de porvenir, con un dominio absoluto de los Medios por una casta desprolija. Especialmente, con la dignidad estropeada por sus dirigentes al inclinarse ante el águila rapaz y la troika, obedeciendo órdenes sin controvertir, como un producto de la incapacidad ideológica, intelectual y ética.
Acercarse a la estatura de líderes americanos como el democratacristiano Eduardo Frei Montalva y su Revolución en Libertad, Salvador Allende Gossens, Fidel Castro Ruz, Hugo Chávez Frías, Jhon Fitzgerald Kennedy, con un sueño inmenso de un mundo mejor, independiente incluso de su ideología, es inalcanzable a las jefaturas actuales. Afortunadamente la Europa de la libertad, igualdad y fraternidad cierta, parece estar siendo renovada en Grecia y España hoy día, camino que parece que seguirán varias otras naciones gracias a cambios parlamentarios posibles. Este será el momento de comprobar si los pueblos europeos siguen gozando de la confianza mundial en su criterio razonable o han perdido toda capacidad de reflexión sobre la realidad, sometidos a la domesticación.
Finalmente, la historia parece indicar impajaritablemente que muy pronto deben emigrar a otros lugares estos dirigentes comprometidos con el dinero y no con los seres humanos, ya que las tendencias y los aires majestuosos de las montañas más puras apuntan a las teorías del cambio y el compromiso político integral con las personas, la humanización, la equicracia y la justicia íntegra sólidamente enraizada en la sociedad. Es ya la hora del Nuevo Mundo.
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