Las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18
Denominación:
Procede del nombre de las hormigas guerreras conocidas como marabunta.
Ocupación:
Venta de armas y de drogas, secuestros, extorsiones.
Área:
La mayor parte de América, ante todo El Salvador, Guatemala y Honduras, así como EE.UU., Canadá, México y España.
Principales representantes:
Las pandillas rivales Mara Salvatrucha, más conocida como MS-13 en EE.UU., y Barrio 18 (M-18). Las dos luchan entre sí, declarando treguas de vez en cuando. Se cree que el Barrio 18 está más organizada, pero la Mara Salvatrucha tiene más renombre.
Liderazgo:
A diferencia de los cárteles mexicanos, las maras se componen de un sinnúmero de células en varias regiones y no cuentan con un solo líder.
Integrantes:
EE.UU. calcula que Mara Salvatrucha cuenta con 70.000 integrantes, mientras que la cantidad de integrantes de Barrio 18 oscila entre 30.000 y 50.000, según Insight Crime.
Rasgos particulares:
Los pandilleros se distinguen por sus peculiares tatuajes que cubren su rostro.
Asimismo, destacan por usar un lenguaje secreto especial que solo los pandilleros entienden. Su comunicación no verbal incluye los tatuajes, el color de ropa o el cabello, así como gestos, dibujos y grafitis o artefactos dejados en lugares especiales, como autobuses, etc.
Los integrantes, que pueden llegar a tener incluso 9 años, tienen que pasar por ritos de iniciación violentos como el apaleamiento de nuevos integrantes o la obligación de cometer crímenes, asesinatos incluidos.
Historia:
La inestabilidad política y las guerras internas en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua provocaron un enorme flujo de inmigrantes a EE.UU. Si los nicaragüenses terminaron ante todo en Florida, los salvadoreños, hondureños y guatemaltecos se arraigaron principalmente en Los Ángeles, donde se formaron en los años 80 las primeras maras de salvadoreños, entre ellas la Mara Salvatrucha, para protegerse de los grupos criminales de otra procedencia étnica. Eventualmente a las maras empezaron a unirse pandilleros de otros países centroamericanos.
Tras los violentos disturbios que sacudieron Los Ángeles en 1992, se endurecieron las leyes penales, que permitieron juzgar a los menores por determinados crímenes como si fueran adultos, así como las leyes migratorias, que facilitaron la deportación. Como resultado de ello, muchos de los integrantes de pandillas, incluidos menores de edad, terminaron en las cárceles y luego fueron enviados a su países de procedencia, incluso en los casos en que habían residido en EE.UU desde la niñez.
En sus países nativos, acostumbrados a décadas de violencia en medio del crimen organizado, los pandilleros deportados encontraron el caldo de cultivo para crecer. Al mismo tiempo EE.UU. se reservó el derecho a no revelar el pasado criminal de los deportados, dejando a las autoridades de El Salvador, Honduras y Guatemala sin información sobre sus nuevos ciudadanos.
Los pandilleros primero llenaron las calles de dichos países centroamericanos, y luego, en pocos años, colmaron también las cárceles, donde de vez en cuando estallan guerras entre pandilleros de diferentes maras. Algunas de las cárceles pasaron de facto a estar bajo control de los mismos presos pandilleros, como el infame Penal de la Ciudad Barrios en El Salvador.
Así la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 crecieron rápidamente en los tres paíse, emprendiendo una guerra violenta entre sí y simultáneamente contra las autoridades. Se involucraron además en el narcotráfico de la región, cooperando de vez en cuando con carteles mexicanos, como Los Zetas y el Cártel de Sinaloa. Su otro negocio violento es la extorsión de los migrantes que se dirigen a EE.UU.
Honduras pasó a ocupar rápidamente el primer lugar en el mundo en cuanto a tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes, mientras que la situación en los tres países, sobre todo en El Salvador, empezó a quedar fuera de control. Al mismo tiempo, las maras, lograron establecer paulatinamente fuertes vínculos con pandilleros en muchas partes de EE.UU., tanto en el Oeste, como en el Este de aquel país.
Fechas clave:
El 29 de abril de 1992 estallaron serios disturbios en Los Ángeles, ante los que el Gobierno respondió con el inicio de las deportaciones.
Para controlar la situación, desde 2003 Honduras declaró la política de 'mano dura' que, sin aplicación de medidas sociales y económicas, fracasó a la hora de contener la violencia, colmando las cárceles con pandilleros pero sin lograr sacarlos por completo de las calles.
Marzo de 2012. Las maras MS-13 y M-18 acordaron una tregua tanto entre sí, como con las autoridades. Tras el acuerdo siguieron dos años de paz relativa, cuando las cifras oficiales de homicidios en El Salvador se redujeron casi a la mitad: de 4.371 en 2011, hasta 2.576 en 2012. No obstante, resulta dudoso pensar que la violencia se haya reducido en realidad en estos años, pues creció el número de extorsiones y desapariciones forzadas.
En 2014 la tregua fracasó, acentuándose la violencia causada por las pandillas y la lucha contra ellas.
El 27 de julio del 2015 el Gobierno de El Salvador inició un paro en el transporte por las amenazas de la Mara Salvatrucha, que paralizó el tráfico en la capital y en otras partes del país.
En agosto se habló de una posible unión entre Mara Salvatrucha y el Barrio 18 con el objetivo de dominar por completo la región. Días después, El Salvador declaró terroristas a las maras.
El 29 de agosto, El Salvador vivió la jornada más violenta en 15 años, registrando en un solo día 51 homicidios, y superando por mucho las cifras registradas en otros países no involucrados en las guerras, como Colombia. Si la situación no cambia, a partir del próximo año El Salvador pasará a ser el país más violento del mundo, superando a Honduras.