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'Campamentos de la muerte', el horror cotidiano de los inmigrantes en Tailandia

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Miles de birmanos musulmanes de la etnia rohinyá tratan de huir cada día a Tailandia y Malasia pero acaban en manos de traficantes de personas. En los llamados 'campamentos de la muerte' son retenidos y torturados durante años mientras ni autoridades ni organizaciones internacionales quieren asumir su responsabilidad hacia estas personas.
'Campamentos de la muerte', el horror cotidiano de los inmigrantes en Tailandia

La impenetrable selva a través de la que corre la frontera entre Tailandia y Malasia se ha convertido en los últimos años en el escenario de una grave crisis migratoria. Miles de musulmanes de la etnia rohinyá, perseguidos en su nativa Birmania, tratan de huir del país a la vecina Tailandia y, después, a Malasia. 

Un importante número de personas perteneciente a la etnia rohinyá paga a los traficantes de personas que les prometen ayudarles en su travesía. Pero estos grupos ilegales no los llevan a su destino, sino que los retienen como rehenes en los llamados 'campamentos de la muerte' y extorsionan a sus familias por un rescate. Si los traficantes no reciben el dinero, los rehenes son torturados. Las autoridades han recuperado ya unos 140 cadáveres en la zona. Se estima que pueda haber cientos más en la región.

Nos echaban aceite hirviendo. A veces ahorcaban a los rehenes; muchos murieron

El enviado especial de la BBC Ian Pannell ha logrado llegar a uno de estos campamentos y hablar con varios inmigrantes rescatados por la Policía. "A finales de este mes iba a cumplir dos años en el campamento. No podíamos pagar el rescate así que nos retuvieron y torturaron", confiesa Abdul Hakim. "Nos echaban aceite hirviendo. A veces ahorcaron a los rehenes; muchos murieron".

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Rashida, quien pudo escapar del campamento y logró entrar con su pequeña hija en territorio de Malasia, admite que "fue violada por tantos hombres que no sabe quién es el padre de mi niña". Pero en Malasia tampoco encontró una vida mejor. "Cuando salimos, la Policía nos quita el dinero, algunas veces nos arrestan. Pensamos que Malasia sería mejor, pero es lo mismo", lamenta Rashida.

Sin embargo, ni autoridades ni organizaciones internacionales quieren asumir su responsabilidad hacia los rohinyás. Malasia no los clasifica como refugiados; la ONU tampoco les brinda ayuda. Los medios de comunicación no prestan demasiada atención a la situación en la zona por lo que las condiciones inhumanas que sufre diariamente esta etnia siguen siendo uno de los 'secretos oscuros' de Asia.

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