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Cuatro historias de humanos cuya pareja es un objeto inanimado

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En el mundo hay un grupo de gente que tiene una parafilia (desviación sexual) muy rara llamada 'objetofilia', la cual se basa en la atracción emocional y sentimental hacia un objeto.
El portal FayerWayer explica que, según los objetofílicos, no hay que confundir su condición poco común con un fetiche, puesto que su amor por el objeto va más allá que la mera excitación sexual: "lo ven como su pareja amorosa". Por increíble que parezca, aquí hay cuatro historias de objetofílicos, cuyo amor fue hecho público por los medios de comunicación.

Una mujer casada con el Muro de Berlín

Uno de los primeros casos de objetofilia que conoció el mundo fue el de Eija-Riitta Eklöf, la mujer sueca que se casó con el muro de Berlín el 17 de junio de 1979. Por supuesto, no fue un matrimonio legal, pero aun así cambió su apellido por Berliner-Mauer', que significa muro de Berlín en alemán.

La mujer cuenta que se enamoró del muro en su infancia al verlo por televisión, y desde entonces emprendió varios viajes a Alemania: el sexto fue cuando "se casaron". Cuando en 1989 el muro fue derribado, se horrorizó diciendo: "Han mutilado a mi marido".

 

Eklöf fue innovadora en todo: precisamente ella acuñó el término destinado a su orientación no convencional y lanzó en 1996 el primer sitio web para los objetofílicos Objectum-Sexuality, donde se apoyan y comparten su experiencia.

Una mujer casada con la Torre Eiffel

En gran medida, la divulgación del 'fenómeno' de la objetofilia se debe a Erika LaBrie, famosa por haberse casado en una ceremonia simbólica con la Torre Eiffel en 2007. Ella también adoptó el apellido de su 'marido', convirtiéndose en Erika Eiffel. Sin embargo, la emblemática torre de París no fue su única 'pareja': la atracción por objetos de la mujer se remonta a tiempos más tempranos.

Antes Erika fue una militar en EE.UU. y campeona mundial de tiro con arco. Su carrera en las Fuerzas Aéreas fue interrumpida por un asalto sexual, del que Erika se defendió con una espada japonesa. Desde entonces, la mujer dormía con la espada que la había protegido y le dieron de alta médica por el trastorno de estrés postraumático.

Sin embargo, Erika continuó compitiendo a nivel internacional como arquero afirmando que la relación con Lance, su arco de competiciones, la convirtió en campeona.

Y, para completar la lista, Erika también tuvo una 'relación' duradera de 20 años con el muro de Berlín, lo cual la convirtió en el centro de interés de los medios de comunicaciones y la heroína de numerosos artículos.

Un hombre enamorado de su iBook

No solo las mujeres conocen la objetofilia por su propia experiencia, los hombres también la padecen. Una investigación alemana sobre esta condición sexual realizada en 2007 revela el caso de Bill Rifka, un estudiante de psicología de 35 años, que admitía mantener una relación con su iBook.

"Usualmente coqueteo con muchos laptops en eBay y siento un verdadero deseo (...) Para mí, mi Mac es hombre, por lo que se podría decir que vivo en una relación homosexual", confesó el hombre.

Un hombre enamorado de su almohada

Nisan, un japonés de casi cuarenta años, se enamoró de Nemu, un personaje ficticio de una especie de videojuegos para adultos. El hombre imprimió a Nisan en una almohada para abrazarla, llamada 'dakimakura'.

Nisan entró en las filas de los objetofílicos conocidos por el mundo protagonizando un artículo de 'The New York Times'.

La objetofilia es un fenómeno muy poco frecuente: según algunas investigaciones, en el año 2012 se conocían aproximadamente 200 casos. Entre ellos figura gente que se enamora o se declara casada con: una estatua de Adonis, un personaje de videojuegos, las torres gemelas, un automóvil e incluso una locomotora de vapor.





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