Sociedad
Desestiman una demanda sobre la ilegalidad de la desintegración de la URSS
La Corte Suprema de Rusia desestimó una demanda que exigía declarar la disolución de la antigua Unión Soviética ilegal e inconstitucional y pretendía organizar un referendo sobre el restablecimiento del país soviético.
A finales de 2013 un ciudadano ruso, Dmitri Tretiakov, demandó al Gobierno de Rusia alegando que la desintegración de la URSS no tenía carácter constitucional y violaba la legislación soviética. Pese a que otra alta institución judicial de Rusia, el Tribunal Constitucional, dictaminó que este tema estaba fuera de su jurisdicción, Tretiakov no cejó en su empeño y apeló la sentencia.
Según el demandante, la desintegración de la URSS violó el derecho a la libertad de movimiento por las exrepúblicas soviéticas, negó el derecho a tener la ciudadanía de su país natal, y no correspondía a las leyes básicas del país. Por lo tanto —argumenta— existe la necesidad de convocar en Rusia y en las otras 14 exrepúblicas de la Unión Soviética referendos sobre la restauración del país desintegrado.
Pese a que en marzo de 1991 el 78% de los ciudadanos soviéticos votaron en un referendo por la conservarción de la Unión Soviética, ya al final del año los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia (Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkévich, respectivamente) firmaron el tratado de Belavezha (actualmente su original está misteriosamente desaparecido) que establecía la disolución de la URSS y fundación en su lugar de la Comunidad de Estados Independientes.
Según el demandante, la desintegración de la URSS violó el derecho a la libertad de movimiento por las exrepúblicas soviéticas, negó el derecho a tener la ciudadanía de su país natal, y no correspondía a las leyes básicas del país. Por lo tanto —argumenta— existe la necesidad de convocar en Rusia y en las otras 14 exrepúblicas de la Unión Soviética referendos sobre la restauración del país desintegrado.
Pese a que en marzo de 1991 el 78% de los ciudadanos soviéticos votaron en un referendo por la conservarción de la Unión Soviética, ya al final del año los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia (Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkévich, respectivamente) firmaron el tratado de Belavezha (actualmente su original está misteriosamente desaparecido) que establecía la disolución de la URSS y fundación en su lugar de la Comunidad de Estados Independientes.
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