Sociedad
Perú rompe el círculo vicioso de la coca con nuevos cultivos
Perú, primer productor de hoja de coca del mundo, inicia una esperanzadora reducción de los cultivos de coca incentivando a los agricultores a plantar cacao o café.
Con más de 60.000 hectáreas de plantaciones, Perú es el primer productor de coca en el mundo, según Naciones Unidas. La tradición agrícola de las hojas de coca y la cercanía de mercados emergentes como el brasileño han fortalecido las plantaciones cocaleras pese a la batalla antidroga dirigida desde la DEA estadounidense. Pero las cosas pueden cambiar: un modelo de desarrollo alternativo que apuesta por cultivos como el cacao o el café o el turismo está resultando más eficaz que la represión y la criminalización de la población a la hora de combatir el narcotráfico.
"Lo que ocurre es que los enfoques de EE.UU. durante los últimos 30 años no han funcionado, y aquí en el Perú se ha llevado a cabo una lucha antidroga de alguna manera desde el punto de vista norteamericano. Esto tampoco ha funcionado a pesar de las ingentes cantidades de dólares destinadas", afirmó a RT el periodista de investigación del diario 'La República' Miguel Gutiérrez.
Según Gutiérrez, el enorme presupuesto destinado a la lucha antidroga que recibe el Perú explica que siga vigente, aunque los fines de esta no siempre hayan estado claros.
"Los programas de inteligencia financiados por los EE.UU. no eran necesariamente para el tema drogas, sino que fueron utilizados para seguimiento a políticos opositores, periodistas y diplomáticos de otros países", agregó el periodista.
Sin embargo, en este ascenso de Perú al primer puesto como productor de coca hay un factor innegable: la corrupción. El narco peruano mueve al año más 4.000 millones de dólares.
"Dineros ilícitos que se mueven en grandes cantidades permiten corromper a la autoridad. Entonces tienes a autoridades locales, nacionales, regionales, fiscales, jueces y policía", afirma Miguel Santillana, profesor de la Universidad de San Martín de Porres, Perú.
Pero no todo está perdido en la lucha contra la droga: nuevos métodos no basados ya en la criminalización, sino en un desarrollo económico alternativo comienzan a funcionar en la región de San Martín.
En el distrito de Shamboyacu, el programa del organismo estatal el Desarrollo de Vida sin Drogas (DEVIDA) incentiva las plantaciones de cacao con cooperativas, lo cual ayuda a los agricultores a abandonar el dinero fácil de las cocaleras. Solo en esa zona han desaparecido 200 hectáreas de plantaciones de coca.
"Fue un poco difícil dejar esa plata que de repente, en 3 meses, vendías hasta tres kilos de pasta de coca y tenías más que con el café. Teníamos que convencernos diciendo que es un producto ilícito, que no nos lleva a bien, que conduce en un paso a la cárcel o a la muerte", relata Víctor Raúl Salas, un agricultor de Shamboyacu.
La coca creó una sociedad indómita, los campos dejaron de ser apacibles, la ley desapareció y los campesinos estaban a merced del narco, del Ejército o los terroristas. Un ejemplo de ello es la localidad de Lamas, una de las principales damnificadas con el fin de la coca. Durante los años noventa, el lugar era inaccesible y peligroso, pero hoy han descubierto otro modo de vida.
"Durante la época de la coca la gente vivía solo para irse de juergas, pero ahora ya no hay coca, se cultiva cacao, café, el agricultor vive mejor, y en la localidad hay cambios, tenemos nuestros atractivos, tenemos turismo", comenta Rafael Saavedra Díaz, monitoreador de plantaciones y exalcalde de Lamas.
Sin embargo, estas historias son, por el momento, solo una excepción en Perú. La producción de coca se redujo solo un insignificante 3,4%. Pero San Martín demuestra que hay alternativas.
"Lo que ocurre es que los enfoques de EE.UU. durante los últimos 30 años no han funcionado, y aquí en el Perú se ha llevado a cabo una lucha antidroga de alguna manera desde el punto de vista norteamericano. Esto tampoco ha funcionado a pesar de las ingentes cantidades de dólares destinadas", afirmó a RT el periodista de investigación del diario 'La República' Miguel Gutiérrez.
Según Gutiérrez, el enorme presupuesto destinado a la lucha antidroga que recibe el Perú explica que siga vigente, aunque los fines de esta no siempre hayan estado claros.
"Los programas de inteligencia financiados por los EE.UU. no eran necesariamente para el tema drogas, sino que fueron utilizados para seguimiento a políticos opositores, periodistas y diplomáticos de otros países", agregó el periodista.
Sin embargo, en este ascenso de Perú al primer puesto como productor de coca hay un factor innegable: la corrupción. El narco peruano mueve al año más 4.000 millones de dólares.
Los programas de inteligencia financiados por EE.UU. no iban necesariamente dirigidos al asunto de las drogas, sino que fueron utilizados para seguimiento a políticos opositores de otros países
"Dineros ilícitos que se mueven en grandes cantidades permiten corromper a la autoridad. Entonces tienes a autoridades locales, nacionales, regionales, fiscales, jueces y policía", afirma Miguel Santillana, profesor de la Universidad de San Martín de Porres, Perú.
Pero no todo está perdido en la lucha contra la droga: nuevos métodos no basados ya en la criminalización, sino en un desarrollo económico alternativo comienzan a funcionar en la región de San Martín.
En el distrito de Shamboyacu, el programa del organismo estatal el Desarrollo de Vida sin Drogas (DEVIDA) incentiva las plantaciones de cacao con cooperativas, lo cual ayuda a los agricultores a abandonar el dinero fácil de las cocaleras. Solo en esa zona han desaparecido 200 hectáreas de plantaciones de coca.
"Fue un poco difícil dejar esa plata que de repente, en 3 meses, vendías hasta tres kilos de pasta de coca y tenías más que con el café. Teníamos que convencernos diciendo que es un producto ilícito, que no nos lleva a bien, que conduce en un paso a la cárcel o a la muerte", relata Víctor Raúl Salas, un agricultor de Shamboyacu.
La coca creó una sociedad indómita, los campos dejaron de ser apacibles, la ley desapareció y los campesinos estaban a merced del narco, del Ejército o los terroristas. Un ejemplo de ello es la localidad de Lamas, una de las principales damnificadas con el fin de la coca. Durante los años noventa, el lugar era inaccesible y peligroso, pero hoy han descubierto otro modo de vida.
"Durante la época de la coca la gente vivía solo para irse de juergas, pero ahora ya no hay coca, se cultiva cacao, café, el agricultor vive mejor, y en la localidad hay cambios, tenemos nuestros atractivos, tenemos turismo", comenta Rafael Saavedra Díaz, monitoreador de plantaciones y exalcalde de Lamas.
Sin embargo, estas historias son, por el momento, solo una excepción en Perú. La producción de coca se redujo solo un insignificante 3,4%. Pero San Martín demuestra que hay alternativas.
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