Sociedad
Las fundaciones espirituales conquistan el mundo: ¿Búsqueda interior o negocio?
Las fundaciones espirituales, invocando el deseo de muchas personas encontrar la armonía y tranquilidad, se extienden a lo largo del mundo. Sin embargo, su creciente influencia provoca dudas sobre los fines de esas organizaciones.
El fenómeno de estas nuevas formas de espiritualidad podría ser la muestra de una búsqueda interior, una necesidad de rescatar valores más humanos que muchas personas ya no encuentran en las formas tradicionales.
Los fundadores y seguidores de esas organizaciones aseguran que el objetivo de este 'arte' es reducir el estrés de la persona, para que florezca lo mejor de cada una, para que la gente desarrolle un mejor control de las emociones y reduzca la violencia y todo lo negativo.
La figura espiritual más populares del último tiempo es Sri Sri Ravi Shankar, quien estableció la organización El Arte de Vivir, que actualmente tiene sede en 151 países. Aunque se presenta como una organización sin fines de lucro, los cursos iniciales tienen un costo que ronda los 100 dólares. Según sus responsables, ese dinero se utiliza íntegramente para el funcionamiento de la fundación.
Sin embargo, las fundaciones espirituales que 'siembran el bien' en el mundo, han generado una oleada de críticas. Muchas personas denuncian que a través de estas organizaciones, algunos países logran manipular a una gran cantidad de gente jugando con sus ilusiones.
"Ellos ganan muchísimo dinero por la explotación de sus voluntarios. El Arte de Vivir tiene miles de adeptos voluntarios, pero que son captados como en cualquier secta destructiva", señala Pablo Salum, un activista contra las sectas.
Para él, muchos credos legitimados son en realidad movimientos en su mayoría surgidos en EE.UU. con fuertes vínculos con el poder. "EE.UU, a través de estos grupos, logra dominar a una gran masa de personas. Estamos hablando de sectas grandes como los testigos de Jehová o los mormones que están camuflados detrás de un culto pero tienen prácticas destructivas y peligrosas", destaca el activista.
Mientras unos se aferran con pasión a esas enseñanzas, intentando huir de la violencia y brutalidad cotidiana, otros critican esa actividad y la califican como "un gran negocio". En todo caso el Estado y la sociedad en conjunto deberán ejercer el control, para evitar que en estas demandas se filtren delincuentes profesionales dispuestos a jugar con las ilusiones de la gente.
Los fundadores y seguidores de esas organizaciones aseguran que el objetivo de este 'arte' es reducir el estrés de la persona, para que florezca lo mejor de cada una, para que la gente desarrolle un mejor control de las emociones y reduzca la violencia y todo lo negativo.
La figura espiritual más populares del último tiempo es Sri Sri Ravi Shankar, quien estableció la organización El Arte de Vivir, que actualmente tiene sede en 151 países. Aunque se presenta como una organización sin fines de lucro, los cursos iniciales tienen un costo que ronda los 100 dólares. Según sus responsables, ese dinero se utiliza íntegramente para el funcionamiento de la fundación.
Sin embargo, las fundaciones espirituales que 'siembran el bien' en el mundo, han generado una oleada de críticas. Muchas personas denuncian que a través de estas organizaciones, algunos países logran manipular a una gran cantidad de gente jugando con sus ilusiones.
"Ellos ganan muchísimo dinero por la explotación de sus voluntarios. El Arte de Vivir tiene miles de adeptos voluntarios, pero que son captados como en cualquier secta destructiva", señala Pablo Salum, un activista contra las sectas.
Para él, muchos credos legitimados son en realidad movimientos en su mayoría surgidos en EE.UU. con fuertes vínculos con el poder. "EE.UU, a través de estos grupos, logra dominar a una gran masa de personas. Estamos hablando de sectas grandes como los testigos de Jehová o los mormones que están camuflados detrás de un culto pero tienen prácticas destructivas y peligrosas", destaca el activista.
Mientras unos se aferran con pasión a esas enseñanzas, intentando huir de la violencia y brutalidad cotidiana, otros critican esa actividad y la califican como "un gran negocio". En todo caso el Estado y la sociedad en conjunto deberán ejercer el control, para evitar que en estas demandas se filtren delincuentes profesionales dispuestos a jugar con las ilusiones de la gente.
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