La guerra de guerrillas entre 1941–1945
La guerra de guerrillas, participación de amplias masas populares para luchar contra el enemigo en los territorios ocupados, fue un importante elemento del pueblo soviético en la lucha contra el fascismo.
Las personas que las formaron estaban motivadas por la desesperación o por un llamado interno; rechazaban el nuevo “orden” impuesto por los alemanes o estaban decepcionados por el régimen de ocupación. Entre ellos había soldados y oficiales, que se vieron aislados en el territorio ocupado, o que pudieron escapar de los campos de prisioneros. Sin embargo, la mayor parte de los guerrilleros fueron personas de profesiones pacíficas, viejos y jóvenes, que con el tiempo se convirtieron en una fuerza temible para los agresores, capaz de infundirles una permanente sensación de peligro y causándoles un fuerte impacto moral.
La dirigencia de la URSS, por su parte, por todos los medios instaba a la población que se quedó en la zona de ocupación a formar guerrillas y grupos subversivos, desarrollar una guerra de guerrillas, no dejar pasar a las tropas enemigas, volar puentes, descarrilar los trenes, cortar cables, e incendiar almacenes.
En una resolución especial del Comité Central del partido comunista, fechada el 18 de julio de 1941 y titulada “Sobre la organización de la lucha en la retaguardia de las tropas enemigas”, el partido instó a las entidades en todos los niveles a promover la lucha clandestina y la formación de guerrillas; a “ayudar a formar por todos los medios disponibles destacamentos de guerrilleros de infantería y caballería; grupos subversivos y de exterminio; y a desplegar “una red clandestina de nuestras organizaciones bolcheviques en el territorio ocupado para liderar todas las actividades contra los ocupantes fascistas”.
La primera guerrilla se formó el primer día de la guerra, el 22 de junio de 1941, en Bielorrusia, librando su primer combate el 28 de junio al eliminar un tanque de reconocimiento, tomar prisioneros y capturar mapas. El destacamento fue encabezado por Vasili Korzh, un militar y guerrillero experimentado participante de la Guerra Civil Española y que se hizo famoso durante la Gran Guerra Patria. Teniendo solo tres grados de enseñanza en la escuela, se convirtió en general guerrillero al encabezar en Bielorrusia el destacamento más grande de ellos: unos 15 mil efectivos. En el territorio que controlaba, Korzh instaló un aeródromo e incluso una imprenta y estableció su orden. Así, por ejemplo, se castigaba con mano dura a los saqueadores, incluyendo a los guerrilleros: “Estamos combatiendo por el pueblo. Nunca maltraten al campesino. Pídanle un pedazo de pan, si hace falta, pero nunca lo tomen a la fuerza. Si maltratas a un campesino pondremos fin a tu vida de guerrillero, al culpable lo encontrarán debajo de la tierra…”
Durante la guerra el destacamento de Korzh eliminó a 26 mil invasores, tomó 422 prisioneros, hizo descarrilar 468 trenes y destruyó más de 700 vehículos. El 15 de agosto de 1944 le otorgaron el título honorífico de Héroe de la Unión Soviética (HUS).
Otro legendario jefe guerrillero fue el ucraniano Sidor Kovpak. Uno de sus correligionarios, combatiente de reconocimiento, lo describió como “…un viejo de sesenta años, sin enseñanza alguna, que sirvió en un comando de reconocimiento durante la Primera Guerra Mundial, viejo y bravo soldado, que pasó a rastras por trincheras y las tierras de Galicia [ucraniana] y los Montes Cárpatos, galardonado con las dos cruces de San Jorge por su valentía, y veterano de la división de Chapaev durante la Guerra Civil…”
A inicios de 1941, Kovpak formó una pequeña guerrilla. El inicio fue modesto, ni siquiera todos los combatientes tenían armas. Posteriormente, el destacamento de Kovpak “El viejo”, como lo llamaron sus combatientes, fue creciendo permanentemente. A su cargo tuvieron varias operaciones, por ejemplo, la voladura simultánea de cinco puentes en el nudo ferroviario Sarni, que resultó de tremenda importancia para cortar las vías de abastecimiento de los Ejércitos alemanes del sur.
Kovpak se dio cuenta de que para sobrevivir era imprescindible estar permanentemente en movimiento, no parar por mucho tiempo en un lugar. Más tarde recordaría: “durante nuestras acciones de maniobra paulatinamente desarrollamos nuestras reglas de movimiento de guerrillas: empezar la marcha al atardecer y descansar de día en bosques o aldeas lejanas; conocer todo lo que pasaba adelante y en los flancos; no moverse por mucho tiempo en la misma dirección; preferir los rodeos a los caminos rectos; asignar destacamentos de contención; eliminar las pequeñas guarniciones o grupos y hacer emboscadas sin dejar rastros; en ningún caso admitir movimientos fuera de orden; no salirse de las filas; siempre estar preparado para que la columna de viaje logre en minutos una defensa perimétrica y abra fuego demoledor ante la aparición del enemigo; hacer que algunas piezas de artillería salgan a ocupar una posición mientras otras abren fuego desde la marcha; moverse las fuerzas principales por caminos lejanos y conocidos solo por habitantes locales, mientras que los comandos especiales usan los caminos importantes y las vías férreas para cerrarlos al enemigo; volar puentes y rieles; cortar cables; descarrilar trenes”.
Por la noche, por donde pasaba una columna reinaba el silencio, mientras que a la distancia todo estaba ardiendo y retumbando. “Nadie sabe ni debe saber adónde vamos y de dónde hemos venido. Todo el pueblo está combatiendo y nosotros somos tan solo un pequeño arroyo en este temible flujo de guerra popular”, decía.
Gracias a los combatientes de Kovpak, las guerrillas liberaron vastas zonas de las manos de los fascistas y sus secuaces en varios territorios ocupados de Bielorrusia y de la provincia de Briansk.
Una de las más destacadas operaciones realizada por el destacamento de “El viejo” fue la eliminación de los yacimientos petrolíferos en los Montes Cárpatos, en medio de una profunda retaguardia enemiga, pues estos eran una fuente importante de abastacimiento de combustible del Grupo de Ejércitos Sur del Wehrmacht. En el verano de 1943, los guerrilleros volaron las torres de petróleo, los depósitos de carburantes y tres plantas de procesamiento de crudo. Al enterarse de lo acontecido, Hitler exigió eliminar el destacamento de Kovpak. Contra los 1.500 combatientes de “El viejo” fueron lanzados ocho regimientos del ejército alemán y una división de SS. Los alemanes rodearon a sus guerrilleros, pero el destacamento de Kovpak se dividió en seis grupos, cada uno de los cuales se fue en distintas direcciones. Pese a las grandes bajas, los guerrilleros pudieron romper el cerco y más tarde volver a reunirse.
Por su valentía y cumplimiento ejemplar de las tareas encomendadas, a Sidor Kovpak le otorgaron su primer título de HUS en mayo de 1942, y el segundo, en enero de 1944. Por su eficaz mando de los destacamentos guerrilleros fue uno de los primeros jefes de guerrillas que fue ascendido a general.
Se considera que a finales de 1941 las guerrillas contaban con 90 mil combatientes, siendo más de dos mil el número de sus destacamentos. De este modo, los primeros grupos de ellos eran muy poco numerosos e incorporaban pocas decenas de efectivos. El primer invierno de la guerra fue muy frío, las guerrillas no tenían bases instaladas, les faltaban armas y era difícil conseguir comida. Todo ello complicaba su actuación. Sin embargo, el número de estos grupos siguió creciendo a tal grado que, para finales de 1943, ya incorporaban hasta 250 mil efectivos.
Desde mayo de 1942, el mando estratégico de los guerrilleros se ejercía por el Estado Central del Movimiento Guerrillero a través de un sistema de estados republicanos y provinciales. Como resultado de tal interacción, el movimiento guerrillero se hizo más organizado y eficaz. Así, por ejemplo, en agosto de 1942 se registraron 150 descarrilamientos de trenes; en octubre, 210; y en noviembre, 240. Los guerrilleros se hicieron más atrevidos y hasta empezaron a atacar a columnas enemigas en marcha. En definitiva, las zonas bajo las acciones guerrilleras se hicieron para los alemanes lugares de creciente peligro, incluso las empezaron a marcar en los mapas con signos especiales.
En junio de 1943, en plena batalla de Kursk, se inició la operación guerrillera llamada “la guerra de rieles”. En un mes, esta operación ejecutada por comandos de 100 mil combatientes, voló gran número de rieles, trenes y puentes. La capacidad de las vías férreas disminuyó en un 35–40% y durante largo tiempo los alemanes no pudieron recuperarla.
En la etapa final de la Gran Guerra Patria, cuando las tropas soviéticas empezaron a expulsar al agresor del territorio nacional, las guerrillas hicieron mucho para salvar a los habitantes locales de ser transportados a los campos de trabajo en Alemania, resguardaron sus bienes, y también ayudaron en todo al ejército durante las operaciones ofensivas.
Normalmente los guerrilleros estaban armados con armas ligeras: pistolas, ametralladoras ligeras, fusiles, granadas de mano y, solo a veces, disponían de morteros y artillería. Prestaban juramento todas las personas que ingresaron en sus destacamentos (incluso ex militares). La disciplina en las guerrillas fue rigurosa.
Al inicio de la guerra caían cerca del 90% de los combatientes de los grupos, mientras que para el final de la guerra este porcentaje se redujo a 10%. Aparte de la actividad subversiva (eliminación de medios de comunicación, eliminación y contaminación de conductos y pozos de agua, etc.), los guerrilleros participaron directamente en combates brindando apoyo a las tropas regulares y cumplían misiones de reconocimiento y espionaje, propaganda política, o eliminación de colaboracionistas.
Las principales zonas de sus actividades eran las extensas áreas de bosques y pantanos de Ucrania y Bielorrusia, así como las provincias rusas de Briansk, Pskov, Leningrado y Smolensk. Pequeñas guerrillas actuaban además en el territorio de las Repúblicas del Mar Báltico (Lituania, Letonia y Estonia).
Sus relaciones con la población local de la URSS a veces eran contradictorias. La ayuda de la población fue para ellas de vital importancia, siendo el factor principal de su éxito. Pero, en algunos casos, los guerrilleros demandaban a los locales abandonar sus casas y quemarlas antes de retirarse, con lo que se convirtieron en sus enemigos y, al ser combatidos, ejercieron violencia contra los pobladores. También se registraron casos de comandos especiales formados por nazis para desacreditar al movimiento de resistencia. Los pseudoguerrilleros eran normalmente colaboracionistas y cometieron asesinatos entre los habitantes locales.
El movimiento guerrillero realizó centenares de grandes hazañas gracias a personas humildes, en su mayoría simples trabajadores que se levantaron en armas para defender a su Patria e intentar hacer todo lo posible para que se marcharan los invasores. El amor a la Patria y el odio a los agresores unieron a cientos de miles de personas de los más disímiles estratos y condiciones de vida: niños que cumplieron misiones de reconocimiento, muchachas que descarrilaron los trenes o viejos que volaron puentes y organizaron emboscadas.