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Estudiantes y combatientes. Héroes de la Casa Internacional de la URSS

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Les presentamos extractos del libro sobre la Casa Internacional, dedicado a los alumnos revolucionarios extranjeros que murieron en el frente de la Gran Guerra Patria.
Estudiantes y combatientes. Héroes de la Casa Internacional de la URSS

Les presentamos extractos del libro sobre la Casa Internacional, dedicado a los alumnos revolucionarios extranjeros que murieron en el frente de la Gran Guerra Patria.

La Casa Internacional, la guardería infantil internacional de la ciudad de Ivánovo, fue fundada en 1933 por iniciativa de Elena Stásova, presidenta de la Organización Internacional de Ayuda a los Revolucionarios (MOPR, por sus siglas en ruso) para ayudar a los hijos de combatientes encarcelados en países con regímenes fascistas o dictatoriales.

Durante los 70 años de su existencia, la Interdom albergó a niños de más de 70 países. La composición étnica de la guardería era un indicador de las conmociones sociales en distintos lugares del mundo: La Guerra Civil Española, la Revolución en Irán, las Juntas militares en Grecia y Chile; y las Guerras Civiles en Angola, Etiopía y Nigeria; había en ella niños de todos esos países.


“Los muertos no lo necesitan, a los vivos les hacen falta…”
( Robert Rozhdestvenski
, poeta)


Durante la Gran Guerra Patria más de 50 ex alumnos de la Casa Internacional lucharon en el Ejército Rojo. Diecisiete de ellos murieron defendiendo su segunda patria: la Unión Soviética.

Nuestros coetáneos deben conocerlos para no convertirse en personas sin linaje, para que no se interrumpan esos vínculos que unen a distintas generaciones. Hoy por hoy, conocemos a 17 ex alumnos de la Casa, de distintas nacionalidades, que han entregado sus vidas en la lucha contra el fascismo. Sus nombres han quedado grabados en una placa memorial, montada en la sala de entrada del recinto:

Vladímir Bratsanovich (oriundo de Yugoslavia)
Valentín Volkovitski (polaco)
Sholom Volguendler (judío)
Avrum Volguendler (judío)
Rudolf Gunderman (alemán)
Piotr Zharski (polaco)
Blagoi Kasabov (búlgaro)
Aldo Vivo (cubano)
Gueorg Nicolaidi (griego)
Valentín Púntsul (letón)
Kurt Roemling (alemán)
Edwin Róbaj (estonio)
Gustav Shutz (alemán)
Elvira Eisenshneider (alemana)
Enrique Vilar (cubano)
Lilia Karastoyánova (búlgara)

Es posible que esta lista se complete en el futuro, pero de momento contiene cuatro alemanes, tres judíos, dos cubanos, dos polacos, dos búlgaros, un estonio, un letón, un yugoslavo y un griego. En el 2003, durante los preparativos para el 70 o. Aniversario de la Fundación de la Casa Internacional, sus alumnos, ex discípulos y veteranos plantaron durante una ceremonia solemne serbales jóvenes al frente del edificio.

El 1 o. de septiembre de cada año, a cada uno de estos árboles se les coloca una fotografía de los alumnos caídos y se les ata una banda colores de guardia. Así, a un lado del camino crecen los robles plantados en 1934 y al otro, los serbales que homenajean a los fallecidos en la guerra. Recordemos sus nombres y rindamos merecido reconocimiento a los que no regresaron de los campos de batalla...

Morir como héroes

Existe una foto bien conocida de Elena Stásova tomada durante su visita a la Casa Internacional en 1934. En ella está apretando la mano de un sonriente chico, el griego Gueorg Nikolaídi. La historia de esta foto es la siguiente: Durante la llegada de Elena Stásova a Pústosh Bor la debía saludar un alumno, sin embargo, los chicos asignados para tal caso o estaban ausentes o se quedaron azorados, por lo cual en el momento de la recepción hubo una pausa. Inesperadamente, del grupo de alumnos se separó Gueorg y le dirigió a la invitada unas frases de saludo en ruso y le apretó la mano.

Su padre, Yanis Flaracos, fue militante del partido comunista griego y pasó siete años en la cárcel de su país. Sus compañeros organizaron su fuga, después de la cual fue llevado clandestinamente a la URSS. Posteriormente, Flaracos combatió contra el fascismo en España, formando parte de brigadas internacionales. Su hijo Gueorg fue educado en Pústosh Bor durante seis años, pero no se trasladó a Moscú, como hicieron la mayor parte de los egresados, sino que empezó a trabajar en la fábrica de tejidos de la ciudad de Ivánovo. Terminó la escuela preparatoria y después entró al Instituto de Textiles de Ivánovo.

Al estallar la guerra, se presentó al centro de reclutamiento al segundo día y solicitó el ingreso al Ejército Rojo. Puesto que no era un ciudadano de la URSS, se le negó el permiso. Pero el joven no lo aceptó y redactó un mensaje personal, primero a Stalin y después al mariscal Voroshílov, ex ministro de defensa, solicitándoles que se le hiciese una excepción.

El permiso fue concedido rápidamente y en julio de 1941, Gueorg Nikolaídi era voluntario en una unidad que se dirigía de Ivánovo al frente. Sus amigos recibieron solo una carta de él desde el frente, en la cual les contaba sobre combates muy duros. Otro mensaje escrito por su compañero de armas fue dirigido al director de la Casa Internacional T.Z. Makarov y en él se le comunicaba que el joven griego había muerto. No se pudo encontrar más información sobre él.

Gueorg NikolaídiEdwin RóbajGustav ShutzRudolf Gunderman

Edwin Róbaj llegó a Ivánovo de Estonia. Su padre revolucionario era constantemente perseguido en su patria, lo que le hizo llevar a hijo a la Unión Soviética. Desde 1934 el chico fue educado en la Casa Internacional, donde sus mejores amigos eran el polaco Piotr Zharski y el húngaro Mijai Rózhinguer. Juntos ingresaron a la Escuela Obrera Preparatoria y visitaban a la familia de ex obreros revolucionarios Shapatin, los cuales se hicieron sus íntimos amigos. Edwin se aficionó a la pintura, quizá bajo la influencia de Boris Lukin, un pintor de Ivánovo, quien daba clases en la Interdom. Edwin ingresó en el Instituto Pedagógico de Ivánovo, dedicando su tiempo libre a trabajar como caricaturista del periódico local juvenil “Leninets”. Llevaba a la redacción sus dibujos y diseños de portadas para el rotativo. Se conservó el retrato de María Shapátina hecho por él.

Cuando empezó la guerra, Edwin no fue reclutado debido a su debilidad visual, pero pudo persuadir a los jefes militares e ingresó en el 8 o. Cuerpo Estonio de Infantería. Edwin Róbaj cayó en combate el 30 de diciembre de 1942 y está enterrado en la aldea Malájovo de la provincia de Tula.

Además de Kurt Roemling, perecieron otros tres ex alumnos alemanes. Rudolf Gunderman murió en los primeros días de la guerra, en el verano de 1941, en el frente de Oeste.

Gustav Shutz cayó prisionero en 1941 y fue llevado a un campo de prisioneros en Yugoslavia, pero escapó, ingresó en una guerrilla y murió en 1943. La muerte alcanzó a Elvira Eisenshneider poco antes del fin de la guerra, en 1945, en Alemania.

Kurt RoemlingVladímir BratsanovichValentín PúntsulBlagoi Kasabov

Los hijos del comunista de Palestina, los hermanos judíos Volguendler, encontraron la muerte en el sur del país. Sholom cayó cerca de la ciudad de Vinnitsa; Avrum pereció defendiendo la ciudad de Odessa, y Anatoli, el hermano menor de 14 años, murió junto con su madre en un gueto. El yugoslavo Vladímir Bratsanovich cayó combatiendo en su patria; el polaco Valentín Volkovitski, en enero de 1944, durante la liberación de Bielorrusia; el letón Valentín Púntsul, en agosto de 1944.

Aquella desastrosa guerra cobró la vida de Alexei Dávidov, el hijo de María Davídova, la doctora de la Casa. Los dos hijos de María no se educaron en la Casa, pero crecieron y jugaron con los niños alemanes, búlgaros y chinos que vivían en Pústosh Bor. En abril de 1945, Alexei fue herido de muerte tras el impacto de un proyectil enemigo en el hospital donde servía como médico. En pocos días murió y fue sepultado cerca de la ciudad polaca de Gdansk.

Blagoi Kasabov, como ya relatamos en otro capítulo, murió como un héroe por su segunda patria. Hijo de la Svoboda Kasabova, que fue una segunda madre para toda la generación de alumnos. Se alistó como voluntario en el otoño de 1942 y egresó de la Escuela de Ametralladoras de Tula. La última carta de Blagoi llegó a Pústosh Bor en el otoño de 1942, durante los duros combates de Stalingrado. En diciembre del mismo año el teniente Kasabov encabezó un grupo de reconocimiento. Toda la noche su comando marcó la ubicación de efectivos y material bélico del adversario, arrastrándose cerca de las trincheras enemigas. El joven oficial regresó solo, ya que todos sus compañeros cayeron durante la misión. Pese al enorme cansancio y las contusiones, el oficial condujo enseguida a su compañía a un ataque nocturno, su último ataque. Está enterrado cerca de la aldea Arbúzhovka, lugar donde cayó, en las proximidades de Stalingrado. Sobre la fosa común de los caídos en aquellos combates se erigió un monumento que tiene grabado, entre otros, el nombre de B. Kasabov.

Aldo VivoElvira EisenshneiderEnrique VilarLilia Karastoyánova

El 15 de marzo de 1943, llegó un radiograma de la unidad guerrillera de A. Fedorov, que operaba en la retaguardia enemiga. Este informaba sobre la muerte en combate de la compatriota de B. Kasabov, Lilia Karastoyánova. El cable decía: “en un feroz combate contra los alemanes en la aldea de Budischi cayó como heroína la hija fiel del pueblo búlgaro, nuestra compañera de armas, Lilia Karastoyánova”. Tenía 25 años. Por su valor y heroísmo, Lilia fue galardonada con la Orden de la Guerra Patria de segunda categoría. En la aldea Bolotnia de la provincia rusa de Briansk, desde donde enviaba reportes al periódico Komsomolskaya Pravda, se erigió un monumento en su honor, en el cual se esculpó la frase del poeta búlgaro Jristo Bótev: “Los caídos por la patria no mueren jamás…”

Pedro Zharski

Pedro Zharski, polaco. A sus padres los nombraron “los enemigos del pueblo” y fueron fusilados en el año 1937. A su hermanó lo llevaron a un campamento para los niños de los enemigos del pueblo y después desapareció. Mientras, a Pedro lo enviaron a la Casa Internacional. El pasado de sus familiares le obstaculizaba la vida, desde la solicitud de los documentos hasta el ingreso al instituto. Murió en el frente durante los primeros días de la guerra.

Los alumnos de la Casa Internacional que no fueron al frente, participaban en el así llamado “frente de trabajo”, abriendo trincheras y fosos antitanques, limpiando la nieve de la pista del aeródromo militar.

Las alumnas mayores de la Casa Internacional casi cada día tras las clases caminaban seis kilómetros a la enfermería para curar a los heridos. En los hospitales los alumnos organizaban conciertos artísticos en los trajes nacionales de sus países paternos, enviaban al frente las cartas escritas bajo el dictado de los heridos, mitones hechos a mano. Además, los alumnos y profesores de la Casa colectaban dinero para el Fondo de la Defensa. Este dinero se gastó en la construcción de un tanque.
 

Las fotos del artículo son cortesía de la Casa Internacional de la URSS y del libro de K. Baldin Interdom - mi planeta, 2008

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