Los líderes de la protesta ucraniana que terminó con el derrocamiento del presidente Yanukóvich han afirmado siempre que los servicios de seguridad fueron los únicos responsables de las muertes de manifestantes en Kiev. Sin embargo, Serguéi, un manifestante, ha relatado al corresponsal de la BBC Gabriel Gatehouse una historia que no se corresponde con la versión oficial.
El 19 de febrero del 2014, un día después de que se produjera el primer tiroteo en Kiev, Serguéi recibió una llamada de un hombre, supuestamente un exmilitar, que le ofreció un fusil Saiga. La mañana del 20 de febrero Serguéi fue acompañado al conservatorio de Kiev, donde pasó unos 20 minutos después de que la Policía hubiera empezado a disparar a los manifestantes antes de abrir fuego contra los agentes. "Estaba disparando a las piernas de uno de ellos", explica Serguéi. "Habría podido herirlos, pero no disparaba para matar".
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Ciertas partes de la historia de Serguéi son confirmadas por otro testigo, Andrey Shevchenko, miembro del Parlamento y del movimiento de protesta. El político afirmó a Gatehouse haber recibido una llamada de Andrey Parubiy, jefe de las autodefensas del Euromaidán la misma mañana para que controlara si había francotiradores en la zona del conservatorio. Parubiy asegura que las autodefensas no encontraron personas armadas. Más tarde, un fotógrafo que pudo acceder al conservatorio obtuvo imágenes de tres hombres armados aunque no los vio disparar.
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La mayoría de los manifestantes fallecidos en Kiev eran voluntarios desarmados que decidieron quedarse en las plazas y calles para protestar pese al frío. Según los datos del Ministerio de Sanidad de Ucrania, ninguno de los manifestantes asesinados el 20 de febrero portaba armas.