"La historia básica es que el Reino Unido y Francia, en lugar de ver la democracia alemana recién establecida como un socio potencial, la trataron como a un enemigo vencido, exigiendo que recompensara sus pérdidas [causadas] durante la guerra", escribe el economista estadounidense en un artículo en 'The New York Times'.
Aquello fue "profundamente imprudente" por dos razones. En primer lugar, la economía de Alemania ya "había sido devastada por la guerra". En segundo lugar, "la verdadera carga sobre su economía encogida era mucho mayor que los pagos directos a los aliados vengativos", explica.
"Al final, e inevitablemente, las sumas reales recibidas de Alemania resultaron estar muy por debajo de las exigencias de los aliados", y los intentos de imponer tributo a una nación en ruinas (Francia incluso invadió y ocupó la región del Ruhr, el corazón industrial de Alemania) "paralizaron el desarrollo de la democracia en Alemania y envenenaron sus relaciones con los vecinos", recuerda el economista.
"La cuestión es que ahora, más que nunca, es crucial que los líderes europeos recuerden la verdadera historia. Si no lo hacen, el proyecto europeo de paz y democracia a través de la prosperidad no sobrevivirá", agrega.
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El analista explica que Grecia "no puede pagar la totalidad de sus deudas", ya que la austeridad ha devastado su economía a fondo, igual que la derrota militar devastó a Alemania: "El PIB real griego per cápita cayó un 26% entre 2007 y 2013, frente a un descenso del 29% en el caso de Alemania entre 1913 y 1919", explica el analista.
"A pesar de esta catástrofe, Grecia está pagando a sus acreedores, y tiene un superávit primario (exceso de ingresos sobre los gastos excluido el pago de intereses) en torno al 1,5% del PIB", y el nuevo Gobierno griego está dispuesto a mantenerlo, sostiene Krugman. "Lo que no está dispuesto a hacer es satisfacer las demandas de los acreedores de que triplique este superávit, y luego siga manteniendo enormes superávits durante muchos años", añade el economista.
A su juicio, si Grecia intentara hacerlo, tendría que reducir aún más el gasto público. "Los recortes del gasto ya han empujado a Grecia a una profunda depresión, y más recortes harían esa depresión aún más profunda", opina el experto. Además, los ingresos fiscales caerían, por lo cual la reducción del déficit sería mucho menor que la reducción inicial en el gasto. Entonces, prosigue el autor, Grecia tendría que hacer otra ronda de recortes, y luego otra más...
Por otra parte, una contracción económica llevaría también a la caída del gasto privado.
Finalmente, si juntamos todo, el intento de conseguir el 3% extra del PIB que le están exigiendo los acreedores no le costaría a Grecia el 3%, sino alrededor del 8% del PIB.
"¿Qué pasaría si Grecia simplemente se negara a pagar?", se pregunta Krugman, y responde: "Bueno, las naciones europeas del siglo XXI no usan sus Ejércitos como cobradores. Pero hay otras formas de coacción", que puede emplear el Banco Central Europeo contra Atenas, igual que lo hizo con Irlanda hace unos años, cuando amenazó con colapsar el sistema bancario del país.
Sin embargo, el autor asegura "tener la esperanza" de que el banco central, que "está bajo una gestión diferente y más abierto en estos días", no lo haga.
"En cualquier caso, los acreedores europeos deben entender que dar a Grecia la flexibilidad y la oportunidad de recuperarse les interesa. Quizá no les guste el nuevo Gobierno de izquierda, pero es un Gobierno debidamente elegido cuyos dirigentes están, según lo que he oído, sinceramente comprometidos con los ideales democráticos", concluye el economista.
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