El Pentágono ha decidido posponer hasta el verano de este año el contrato para desarrollar y construir entre 80 y 100 nuevos bombarderos estratégicos. Inicialmente estaba previsto cerrar aquel en la primavera de este año, informa el diario 'The Wall Street Journal'.
Se trata de la muy apetitosa tarta del ambicioso proyecto de Bombardero de Ataque de Gran Alcance ('Long-Range Strike Bomber', LSR-B) que se disputarán las corporaciones Northrop Grumman y una empresa mixta fundada por otros dos 'grandes' del sector, Boeing y Lockheed Martin.
Está previsto que la nueva aeronave reemplace a la enorme flota de viejos bombarderos estratégicos subsónicos B-52 Stratofortress, que ya han cumplido el medio siglo de vida.
Actualmente el componente aéreo de la tríada nuclear estadounidense está constituido por 76 bombarderos B-52 Stratofortress, 63 bombarderos supersónicos B-1B Lancer y 20 bombarderos subsónicos furtivos B-2 Spirit.
Según las previsiones de la Federación de Científicos Estadounidenses, los B-52 y B-1B se servirán a la Fuerza Aérea de EE.UU. hasta la década de los 40.
El costo aproximado de un nuevo bombardero, sin incluir el de desarrollo, está valorado en unos 550 millones de dólares por unidad. Sin embargo, los expertos de la Federación observaron en 2014 que el costo unitario de la nueva aeronave podría aumentar hasta 810 millones de dólares.