Indignación y desconsuelo entre familiares y amigos de las víctimas del accidente del A320

Detrás de las 150 vidas truncadas hay al menos 150 historias de dolor e imponencia, las de quienes conocieron a los pasajeros del avión de Germanwings siniestrado en Francia.

Una de estas historias es la de Enric, dueño de un céntrico establecimiento en la localidad de Reus, España, donde prácticamente todo el mundo lo conocía a él y a su familia. Su esposa y dos hijos están destrozados.  Sus empleadas no pueden evitar emocionarse al recordar el carácter afable y humano de su jefe. "Sabemos que la vida tiene que seguir. Pero entras en la tienda y sabes que fue su ilusión. Fue su ilusión comprar esta tienda, hacerla. Siempre tienes el recuerdo de él", ha comentado Cori Nicolau, empleada del fallecido en el siniestro, sin poder evitar las lágrimas.

Pero la pena también es indignación, expresa ella tras conocer que fue el copiloto quien estrelló deliberadamente el avión. "Ha sido muy fuerte el impacto y teníamos mucha pena, pero ahora lo que tenemos es rabia. Rabia porque una persona no puede quitar la vida a otra", comenta Nicolau.

Precisamente, el copiloto Andreas Lubitz había entrenado en el aeropuerto de Reus, un lugar donde estos días las banderas ondean a media asta. En diciembre de 2013 el copiloto de A320 siniestrado pasó tres días en el aeropuerto tras ser contratado por Lufthansa. Allí es realizó un período de prácticas, principalmente de aterrizaje y despegue, lo que es común en muchas compañías durante los meses de invierno cuando baja el tráfico aéreo.

En Sant Cugat del Vallés, Barcelona, las horas también se han vuelto más amargas desde el día del accidente. Cinco vecinos murieron en el siniestro, dos de ellos trabajadores de una empresa local: el director de recursos humanos y un sindicalista. Ambos son compañeros de Esteban Rodríguez y Paco Puerta, que expresaron a RT sus pensamientos tras el accidente.

"Lo estamos llevando mal porque ha sido un duro golpe, además de la forma en la que se han producido los hechos. Ha sido lo primero una pérdida personal porque el trato que teníamos con Manuel primero era personal, luego como compañero y en el día a día estábamos juntos, compartiendo y de golpe y porrazo, te ves con un vacío insustituible", comentó Rodríguez.

"Era duro pensar que podía haber sido un fallo mecánico, pero van saliendo ahora noticias todavía más duras, que ha sido una persona, que ha sido intencionado", relató Puerta.

A unos kilómetros de Sant Cugat del Vallés, en Llinars del Vallés, el silencio invade el instituto Giola. Los alumnos y profesores de este instituto homenajearon a los 16 estudiantes de intercambio alemanes y dos monitores que iban en el avión.

"Hemos plantado dos árboles en homenaje a los profesores y los alumnos. Hemos soltado unos globos con unas cartas con los nombres de las personas que murieron en el accidente. Estamos afectados, de verdad, más que nada los profes que estuvieron con ellos toda la semana", contó David, estudiante del instituto.

Aunque hayan pasado ya varios días desde de la tragedia, la tristeza de quienes conocían a los fallecidos continúa intacta.

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