El discurso de la Administración de Barack Obama afirma que el terrorista № 1 estaba refugiado en Pakistán cuando la inteligencia estadounidense lo localizó y, sin dar un aviso previo a las autoridades del país, lanzó un operativo contra el líder yihadista. Según la versión oficial, Bin Laden falleció durante el combate. La realidad, sin embargo, fue diferente, insiste Hersh en su artículo en la revista 'London Review of Books', en el que hace referencia a un alto cargo anónimo de la inteligencia estadounidense, a dos consejeros que durante muchos años trabajaron para el Comando de Operaciones Especiales de EE.UU. y a fuentes dentro de Pakistán.
El cuadro que plantea Hersh es el siguiente: cuando los efectivos estadounidenses descubrieron a Bin Laden, este no se encontraba en Pakistán refugiado, sino que la Dirección de Inteligencia Inter-Services (ISI, por sus siglas en inglés) —el mayor servicio de inteligencia en Pakistán— lo tenía prisionero. Es más: la inteligencia pakistaní mantenía preso a Bin Laden desde 2006, con el objetivo de usarlo como palanca contra las actividades de los talibanes y Al Qaeda.
Según EE.UU., Bin Laden fue localizado después de realizar un seguimiento de su mensajero de confianza. Pero la realidad no fue esa, insiste Hersh, sino que fue un exoficial de la inteligencia pakistaní quien vendió a EE.UU. información sobre el paradero de Bin Laden esperando recibir la prometida recompensa de 25 millones de dólares. Además, el jefe de Al Qaeda no falleció durante un 'combate', simplemente porque no hubo ningún combate, ya que cuando las fuerzas estadounidenses irrumpieron en el recinto donde se encontraba Bin Laden los guardias del ISI no estaban. Con todo esto, el periodista admite que la Casa Blanca se abstuvo de comentar oficialmente los resultados de su investigación cuando se le solicitó.