A juzgar por los modelos de traje militar, equipamiento y tareas diseñados recientemente en países como Alemania, España o EE.UU. en un futuro próximo los soldados se convertirán en unidades de combate extraordinariamente caras y técnicamente complejas. Para aprovechar todas las ventajas de este equipamiento se demandará que los ejércitos del futuro cuenten con un personal bien capacitado.
El material bélico también es cada vez más avanzado y, en consecuencia, operarlo es más difícil. Los ejércitos necesitarán de especialistas con muy buena formación, lo que hará que muchos profesionales militares dediquen toda su vida laboral al sector. Por ello decenas de países ya han abolido la leva obligatoria o la combinan con la contratación de militares profesionales.
Al mismo tiempo algunas de las funciones que en el pasado eran exclusivas de las fuerzas armadas se están privatizando. Los gobiernos externalizan cada vez más tareas a empresas militares privadas, como la tristemente conocida Academi. En los últimos siete años el mercado de servicios en materia de seguridad ha aumentado un 50% a escala mundial. Se trata de uno de negocios más crecientes y más prósperos de la actualidad.
El perfil típico de un soldado promedio se ha 'feminizado' considerablemente. En más de una veintena de países tienen autorización para participar en combates. Además, en 14 estados las mujeres ocupan la cartera de Defensa.
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Sin embargo, en el futuro la igualdad de géneros puede perder relevancia a medida que los vehículos, equipos y otros dispositivos no tripulados o robóticos sustituyan a las personas tanto en sus funciones mecánicas como en la toma de decisiones. Un total de 87 países desarrollan en estos momentos programas de robots militares.