Incluso si el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) llega a ser firmado, no será capaz de justificar las aspiraciones geopolíticas de EE.UU. relacionadas con ese proyecto, determina el columnista Gideon Rachman en el diario 'The Financial Times'. El analista señala que los participantes de ese potencial proyecto serían EE.UU, Japón y otros 10 países de la región Asia-Pacífico, sin incluir a China.
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"La línea oficial es que la economía de China no es lo suficientemente abierta como para participar del proyecto. Además, hace un par de semanas el presidente estadounidense Barack Obama prácticamente reconoció que el TPP es algo más que un acuerdo comercial", escribe Rachman. Obama afirmó en el diario estadounidense 'The Wall Street Journal' que la firma del acuerdo es de extrema importancia, ya que si EE.UU. no escribe las reglas del juego, será China quien lo haga.
Si Obama hace referencia al acuerdo en términos económicos, afirma el analista, los representantes de los círculos de la política exterior estadounidense prefieren tratar el tema desde una esfera política. En un informe reciente en el Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU. se determinaba que las décadas de esfuerzo de "integrar a China en el orden internacional liberal" han tenido el efecto opuesto, ya que actualmente Pekín "amenaza" la superioridad de EE.UU. en Asia. En este contexto, el significado estratégico del TPP reside en contener la influencia del gigante asiático en la región a través de una serie de "acuerdos comerciales en condiciones preferenciales" entre Washington y sus aliados asiáticos.
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La angustia de los líderes estadounidenses y japoneses, establece Rachman, refleja el hecho de que Washington y Tokio tienen temor ante las perspectivas de China en Asia. EE.UU. ha fracasado recientemente en el frente económico: no ha sido capaz de convencer a sus aliados de abstenerse de participar en el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII). Actualmente, en Washington temen que el BAII, junto con "el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda", pueda convertirse en una herramienta para promover los intereses de China en Asia mediante la construcción de redes de infraestructura a través de toda la región Asia-Pacífico.