El actual presidente de EE.UU., Barack Obama, ha sido criticado en repetidas ocasiones por los republicanos de comportarse como un monarca o un emperador. Uno de estos ejemplos, recuerda la BBC, sería la acusación dirigida a Obama de exceder su autoridad constitucional legítima, cuando el año pasado emitió una orden ejecutiva que permite a los inmigrantes indocumentados permanecer legalmente de forma temporal en el país.
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Los presidentes de EE.UU. han sido criticados por su comportamiento monárquico casi desde los inicios de la república estadounidense
Sin embargo, Obama "está lejos de ser el primer presidente estadounidense acusado por sus opositores de comportarse como un soberano del antiguo régimen europeo, o como un déspota oriental, actuando sin límites sobre sus súbditos", escribe el medio. Los presidentes de EE.UU., tanto demócratas como republicanos, han sido criticados por su comportamiento monárquico casi desde los inicios de la república estadounidense: Andrew Jackson, Abraham Lincoln, Theodore Roosevelt y Franklin Roosevelt son algunos de los que componen esta lista.
La explicación se esconde en que al finalizar la Guerra de Independencia, los líderes de la revolución trataron de definir los poderes de la nueva presidencia estadounidense, y por entonces, los únicos modelos disponibles eran las monarquías europeas contemporáneas, y en especial la de los británicos. Por lo tanto, a la presidencia de EE.UU se le otorgaron aquellos poderes que erróneamente creían que el rey Jorge III del Reino Unido aún poseía: nombrar o suspender a su gabinete, declarar la guerra y la paz, y vetar proyectos de ley enviados por el poder legislativo.
A diferencia de los reyes reales, los presidentes norteamericanos son elegidos, aunque sin embargo, gozan de poderes que un rey envidiaría.
"Entonces, la presidencia estadounidense fue investida desde el principio con lo que podría denominarse como una autoridad monárquica, lo que significa que en realidad era una forma de monarquía electiva", explica el historiador. Al final, cita a algunos analistas que afirman que si bien EE.UU. afirmó ser una república, porque no tenía una soberanía hereditaria, era en realidad una monarquía disfrazada. Aquí también se podría mencionar al profesor de derecho F.H. Buckley, quien señaló que "a diferencia de los reyes reales, los presidentes norteamericanos son elegidos, aunque sin embargo, gozan de poderes que un rey envidiaría".