Hay gente que no comprende, se quejó el investigador al sitio informativo Vox, "que la FIFA no es un negocio, no es una organización internacional —como la OMS, por ejemplo— y tampoco es gubernamental". Jurídicamente es un club de algunos miembros, explicó, "como si usted y yo fundamos una liga del juego de bolos en nuestra ciudad natal".
Nadie realmente se preocuparía en este caso hipotético de qué hace esa liga de bolos, incluso si estuviera gobernada por métodos dictatoriales, adelantó Pielke. "Pero la FIFA ha llegado a un punto donde, en términos de su escala, tiene propiedades de una organización gubernamental o un gran negocio".
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"Tenemos normas conforme a las cuales se supone que ese tipo de organizaciones se comportan —sostuvo—. El hecho de que la FIFA se haya hecho tan grande sin observar alguna de esas reglas, es efectivamente lo que ha provocado la corrupción".
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Y no sólo la FIFA es así, agregó Pielke. Atrae nuestra atención porque circula mucho dinero alrededor y porque a todo el mundo le gusta el fútbol, pero pasan cosas similares con el críquet, el voleibol y el ciclismo.