El 22 de mayo, un suicida del Estado Islámico se inmoló en una mezquita chiíta en Arabia Saudita dejando más de 20 personas muertas. Fuel el primer acto terrorista realizado por el grupo yihadista en este país. De ese modo, el EI quería demostrar que el Gobierno saudí no es capaz de hacer algo contra sus capacidades, opina Yoram Schweitzer, un experto del Instituto de seguridad nacional israelí en su nuevo artículo publicado por Israel HaYom.
La expansión del Estado Islámico en la península arábiga no es un fenómeno nuevo. Desde la primavera, el grupo está activamente presente en Yemen, donde la misma Arabia Saudita mayoritariamente sunita lucha con los rebeldes hutíes chiítas. En ese sentido, en marzo de 2014 los yihadistas realizaron ataques suicidas en dos mezquitas chiítas yemeníes.
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En general, el Estado Islámico persigue dos objetivos principales, escribe Schweitzer. En primer lugar, atacar a los chiítas a nivel internacional, a quienes consideran como sus enemigos principales y colaboracionistas. Pero su mayor enemigo es Arabia Saudita, líder de la coalición antiterrorista entre los países árabes. Cabe recordar en este sentido las palabras del autoproclamado líder de los yihadistas, Abu Bakr al-Baghdadi, quien calificó a Riad como la "cabeza de una serpiente" y llamó a realizar ataques terroristas dentro del país.
Con el ataque del 22 de mayo, los yihadistas tratan de provocar tensión entre los chiítas y sunitas en Arabia Saudita, algo que aumenta cada vez más por la discriminación que sufre la minoría chiíta en el país. Por otro lado, los yihadistas usan métodos de propaganda a través de las redes sociales para crear la imagen de que ya están presentes en la península arábiga y de este modo captar más seguidores que puedan luchar bajo sus lemas en la región.
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