"Hace dieciocho meses empezó una nueva Guerra Fría entre EE.UU. y Rusia. Hemos entrado en una confrontación muy peligrosa debido a la situación en Ucrania que, por su gravedad, se puede comparar con la crisis del Caribe", declara a RT el historiador Stephen Cohen.
El profesor recuerda que los acuerdos de Minsk estipulan el alto el fuego y la retirada del armamento pesado. Sin embargo, destacando que "parece obvio el hecho de que en Occidente y en Kiev hay personas influyentes que no quieren que el conflicto se resuelva".
En cuanto a Estados Unidos, Cohen sostiene que en la Casa Blanca existen opiniones contrarias en relación a la crisis ucraniana y puso un ejemplo de estas contradicciones.
"A finales de mayo el secretario de Estado estadounidense Kerry visitó Sochi, donde primero se reunió con el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, y luego, sorprendentemente, con el presidente Putin; la reunión duró cuatro horas. Según las declaraciones hechas en una rueda de prensa posterior la conversación, Kerry había llegado a Sochi con la intención de convencer a Rusia de que Estados Unidos, el Gobierno de Obama, apoya completamente la aplicación de los acuerdos de Minsk", sostiene.
"Pero lo más interesante ocurrió después, pues de inmediato comenzaron a criticarlo los funcionarios de la Administración de Obama. El ataque más fuerte ocurrió, si no me equivoco, en las páginas de 'The New York Times' el domingo pasado, cuando un exasesor del vicepresidente estadounidense Joe Biden, dijo a los periodistas que no sabían por qué Kerry voló a Sochi, que no dijo a los rusos lo que tenía que decir, y que su visita era contraproducente", recordó.
Cohen sostiene que, por desgracia, las declaraciones de Kerry no dieron paso a una visión alternativa en Washington. "A juzgar por la forma en que se celebró la cumbre del G7 y las declaraciones hechas por Obama, de lo dicho por Kerry en Sochi ya se han olvidado", concluyó.
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