La historia mundial no conoce muchos ejemplos de un antagonismo tan puro como el del comunismo y el capitalismo, un antagonismo que ha marcado el siglo XX y generado muchas ideas falsas entre la mayoría de la sociedad.
¿Cuáles son los mitos más comunes en torno a los dos sistemas? ¿Cómo son los nuevos comunistas y por qué algunos llaman a los piratas informáticos "los izquierdistas a nivel tecnológico"? ¿Qué futuro le espera al capitalismo y si es posible una nueva revolución comunista?
En este artículo, buscamos las respuestas sobre los dos sistemas más polares de la historia.
El debate entre el comunismo y el capitalismo es una batalla entre dos teorías socioeconómicas extremas, teorías que representan dos maneras inherentemente opuestas del pensamiento. Una de ellas es sumamente individualista (el capitalismo), mientras que la otra (el comunismo) antepone a la sociedad. Para explorar estas dos ideologías, el portal Buzzle compara uno por uno sus principales diferencias.
Propiedad de los medios de producción
La principal diferencia entre el capitalismo y el comunismo tiene que ver con la propiedad de los medios de producción o los recursos en general.
El comunismo rechaza a la propiedad privada/individual de la tierra o de los recursos vitales. En cambio, todos los medios de producción, como la tierra, deben ser propiedad del Estado, pero en el sentido de toda la comunidad de personas. Todas las tierras y los recursos que faciliten la producción de bienes y servicios son propiedad de todos y cada uno, todo es compartido, y todas las decisiones sobre la producción son tomadas por toda la comunidad por vía democrática. Además, hay un salario igual para todos, y todas las decisiones se deben tomar de acuerdo a lo que sea bueno para todos.
Por otra parte, el capitalismo se basa en la propiedad privada de la tierra y los medios de producción. Cada persona tiene que ganarse lo suyo, y una parte importante de los beneficios obtenidos por un negocio va al bolsillo de la persona que posee los medios de producción, mientras que los trabajadores que se encargan de dirigir el negocio tienen una pequeña participación. Cada persona recibe su salario conforme a su mérito y, naturalmente, las personas que posean los medios de producción tendrán la última palabra a la hora de adoptar las decisiones.
Como vemos, la propiedad de medios de producción es una de las principales manzanas de la discordia entre las dos ideologías, cada una de las cuales se basa en una idea extrema al respecto y, por lo tanto, comporta riesgos y debilidades.
Mientras el comunismo puede acabar con la idea de la iniciativa individual, que ha dado lugar a la mayoría de las innovaciones tecnológicas que tenemos hoy en día, el capitalismo contiene la semilla de la explotación, donde demasiada riqueza, y por lo tanto el poder, se concentra en las manos de unas pocas personas.
Libertad individual
El antagonismo entre el comunismo y el capitalismo se refleja también en sus puntos de vista dispares sobre la libertad individual. El comunismo pide anteponer la sociedad al individuo, mientras que el capitalismo pone la libertad individual por delante de la sociedad.
Por lo tanto, la polaridad entre las dos ideologías se podría describir como "el individualismo contra el bienestar social". El capitalismo le da más importancia a las aspiraciones individuales y apela a la naturaleza egoísta inherente de los seres humanos, que a menudo es el resultado del instinto de autoconservación.
Mientras tanto, el comunismo apela a nuestro lado más santo, en que pensamos en los demás, antes que en nosotros mismos, reza el artículo.
De nuevo se trata de dos puntos de vista extremos, que tienen sus ventajas y desventajas. Así, algunos de los mayores avances en la historia de la humanidad han ocurrido gracias a la creatividad y a la iniciativa individual y en gran parte han sido frutos del egoísmo humano, aunque, en última instancia, beneficiaron a toda la sociedad.
El comunismo puede afectar a esta iniciativa individual, así como a la creatividad y el pensamiento original, haciendo que una persona haga lo que le digan.
El capitalismo, a su vez, alimenta deseos egoístas, lo cual amenaza con la aparición de autócratas capitalistas que puedan obtener el control de la vida y la muerte de miles de personas.
Sociedad
El comunismo defiende una sociedad igualitaria, sin diferencias de clases, razas, religiones o incluso nacionalidades, y donde todos los hombres y las mujeres estén en las mismas condiciones. De esta manera, no hay nada por lo que las personas puedan disputar.
Esto es bueno como una idea, pero tratar de ponerla en práctica es difícil, sostiene el portal. Además, agrega, es injusto pedir a las personas que renuncien a todas las cosas que las hacen diferentes.
El capitalismo promueve la distinción entre clases, creando una brecha entre ricos y los pobres, ya que en el capitalismo puro los ricos se hacen más ricos y los pobres, más pobres; la clase rica controla los medios de producción y ejerce el poder, imponiendo a la sociedad su propia distinción de clases y sus caprichos.
Anatomía del poder
Comunismo apela al ideal más elevado del altruismo, mientras que el capitalismo promueve el egoísmo.
En el capitalismo, la riqueza y el poder se concentran en las manos de las personas que poseen los medios de producción. Es decir, se crea una élite que controla el dinero, los recursos y el poder.
El comunismo, en teoría, se basa en la naturaleza santa, altruista y desinteresada de toda la humanidad, y, por lo tanto, en la distribución igual del poder. Todas las decisiones se toman por medios democráticos y no debe haber leyes injustas que favorezcan solo a algunos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la gente es inherentemente egoísta y el poder puede corromper la mente de una persona, fallando a la ideología y creando una sociedad injusta, reza el artículo.
"En última instancia, lo que necesitamos es un enfoque equilibrado, una combinación de buenos puntos de las dos ideologías. Una economía mixta donde el Estado tenga el control de los recursos vitales de una nación, garantice el bienestar para los más necesitados, a la vez que promueva el espíritu empresarial libre", concluye.
El debate entre los dos sistemas ha dado lugar a numerosos mitos que hoy en día, muchas personas siguen creyendo. Estas son las siete ideas falsas más comunes sobre el comunismo y el capitalismo.
La lista fue elaborada por el bloguero Jesse Myerson, quien afirma en su artículo publicado en el portal Salon.com que la mayor parte de lo que los estadounidenses piensan sobre el capitalismo y el comunismo es una "una tontería redomada".
"Esto no es sorprendente, dada la historia de los Temores rojos de nuestro país, diseñados para crear la impresión de que el anti-capitalismo es equivalente a traición", escribe Myerson.
1. Las economías comunistas se basan en la violencia de Estado
Es comúnmente aceptado que la regulación estatal de la economía en la URSS o en China constituye un instrumento represivo que solo es utilizado por un Estado que intenta penetrar en todas las áreas de la sociedad para dominarla. No obstante, el poder estatal es una condición indispensable para la protección de la propiedad, piedra angular del capitalismo. La única diferencia entre estos dos sistemas antagónicos consiste en que los comunistas insisten en que la propiedad, es decir, los medios de producción (como fábricas) o las acciones y bonos, debe ser distribuida universalmente entre toda la sociedad.
2. Las economías capitalistas se basan en el libre intercambio
La bucólica imagen de un mercado abundante, donde cada persona libremente puede satisfacer sus necesidades también es un mito bastante común. La realidad es que la naturaleza del mercado y su origen están marcados por las expropiaciones, como la privación a los campesinos de su acceso a las tierras, y la falta de libertades. La situación no ha cambiado mucho hoy en día en que la gran mayoría de la población se ve privada del acceso a los recursos necesarios pese a su aparente abundancia. Además, cabe recordar que para su desarrollo el capitalismo estadounidense requirió exterminar a pueblos indígenas y esclavizar a los africanos.
3. Los Gobiernos capitalistas no atentan contra los derechos humanos
Sería poco creíble que un sistema que aplaude al rápido enriquecimiento en medio de una competencia despiadada no produjera graves actos de violencia y privaciones, pero curiosamente sus defensores mantienen que estos 'excesos' son una manifestación de la justicia y la libertad. Los que no estén convencidos de la tesis anterior podrían recordar que uno de los derechos fundamentales, el derecho a la vida, se viola diariamente cuando miles de personas mueren de desnutrición debido a que el libre mercado es incapaz de resolver este problema global.
4. Los regímenes comunistas son responsables de millones de muertes
Quienes se animan enumerando los crímenes (tanto supuestos como reales) cometidos por regímenes comunistas prefieren no recordar que el triste balance de víctimas nunca estará a favor del capitalismo. Los defensores del capitalismo, en este caso, tendrán que buscar alguna excusa convincente tanto para el comercio de esclavos y el exterminio indígena como para las masacres realizadas por EE.UU. y sus aliados en sus intentos de derrocar gobiernos procomunistas. A esta cuenta hay que añadir el número de muertes a causa de las transiciones de países del bloque socialista al capitalismo. Los anticomunistas más virulentos tienen una manera muy astuta para desmentir estos casos de exterminio: simplemente niegan que hayan sucedido.
5. El comunismo promueve la uniformidad
Mientras que el inconsciente colectivo prevalece la imagen de una sociedad homogénea e altamente ideologizada que no deja espacio a la creación, este mito ya se ha hecho realidad en la mayoría de las sociedades capitalistas, donde crece la tendencia al consumismo descontrolado incitado por necesidades ficticias. Al contrario, la ideología marxista postulaba que uno de los objetivos del comunismo consiste en la liberación del tiempo para el desarrollo personal. De esa manera, el comunismo se basa en todo lo contrario a la uniformidad.
6. El capitalismo promueve el individualismo
En una sociedad de masas, donde millones y millones de personas están produciendo y consumiendo las mismas cosas a gran escala, el individualismo parece casi un milagro o al menos una excepción de la regla. A veces basta con echar un vistazo a los barrios residenciales de las grandes ciudades con sus casas o supermercados uniformados para concluir que es el producto de una sociedad completamente opuesta a lo individual.
En 1867, en su libro 'El Capital' Karl Marx hizo su famosa predicción de la 'muerte' inminente del capitalismo. Pasados casi 150 años, el sistema está vivo y el debate sobre su futuro continúa con mayor o menor intensidad. La crisis que durante los últimos años sufren varios países desarrollados hace que cada vez más los expertos hablen de grandes cambios que pronto tendrán lugar en el actual sistema social y económico a nivel mundial.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, gran parte de la población creyó que el capitalismo había triunfado por completo. Sin embargo, en los últimos años el sistema económico afronta numerosas conmociones económicas y sociales. En Occidente se reduce la clase media, aumenta de forma alarmante el paro y el 'estado del bienestar', considerado como el mayor logro del capitalismo de postguerra,cada vez más es una realidad del pasado. Por otra parte, en Oriente la explotación de trabajadores adquirió los niveles del cruel siglo XIX.
En el nuevo libro '¿Tiene futuro el capitalismo?', obra conjunta de varios economistas y sociólogos reconocidos a nivel internacional, los expertos coinciden en que el mundo está a punto de entrar en una crisis estructural del sistema capitalista, revela la revista 'Expert'. De este modo, el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein escribe que el crecimiento del capitalismo alcanzó su tope en los años 70, mientras que todas las décadas siguientes el sistema solo superó las numerosas crisis, sin resolver ningún problema.
"El sistema mundial moderno no puede seguir de la misma manera, ya que el capitalismo no puede acumular ganancias sin parar", concluye el experto. Por su parte, el doctor Randall Collins destaca que el fin del capitalismo se producirá en 2040, año en que según él, más de un 50% de la población activa perderá su trabajo por los procesos de sustitución tecnológica.
El mayor interrogante para Collins es qué sistema ocupará su lugar: ¿una dictadura fascista o un sistema democrático no capitalista? Pero lo más probable según el experto es que "en los próximos siglos tendrá lugar un constante cambio entre dos sistemas: del capitalismo al socialismo, y a lo mejor, otra vez al capitalismo".
A su vez, para el sociólogo Craig Calhoun, el capitalismo se salvará solo en caso de superar tres amenazas pendientes: el desequilibrio del sector financiero en relación a otros ámbitos de la economía que provocan enormes deudas y especulaciones irresponsables; los problemas sociales y ecológicos creados por las políticas neoliberales, y por último, las posibles guerras y cambios climáticos.
"El fantasma del comunismo ha vuelto, y ahora no solo recorre Europa". A esta conclusión llega un reciente artículo de la revista 'Russki Reporter', que sostiene que tras la crisis de 2008, se habla cada vez más de un inevitable colapso del capitalismo.
En cuanto a Europa, el artículo hace hincapié en la "socialista y antiglobalista" Syriza en Grecia, y en la creciente fuerza de Podemos en España, mientras que el movimiento 'Occupy' en EE.UU. y las victorias de la izquierda en América Latina "hacen pensar en el renacimiento del movimiento de izquierda en el Nuevo Mundo".
¿Cómo son los nuevos izquierdistas?
"¿Qué clase de futuro es el que nos están preparando los nuevos izquierdistas? ¿Qué es lo que nos espera: la realización de una nueva utopía social o una distopía sombría?", se preguntan los autores del artículo.
Los nuevos izquierdistas son muy diferentes entre sí: "desde los intelectuales académicos hasta los revolucionarios del pueblo que lideran la lucha por la liberación nacional en el Tercer Mundo", detalla la publicación, agregando que en la sociedad europea o incluso en la estadounidense, el izquierdismo moderado se va convirtiendo en la norma, "aunque no siempre se trata del verdadero marxismo, sea cual sea el significado de este término".
Los nuevos izquierdistas leen a Marx, pero son mucho más apasionados acerca de las últimas ideas progresistas. Se caracterizan por su interés hacia la democracia directa electrónica, la economía de red y el 'anticopyright'; la oposición a la globalización jerárquica en beneficio de las empresas transnacionales y el apoyo a la idea de una renta básica incondicional para todos como un medio para evitar desempleo y concentrarse en un trabajo creativo libre en una era de la robótica.
Asimismo, después de la crisis de 2008, comenzó a crecer rápidamente el número de partidarios de un mayor control sobre los bancos y las corporaciones, la subida de impuestos a los ricos, y la lucha por preservar los logros sociales.
"Los izquierdistas apuestan por el desarrollo de las nuevas tecnologías", explica el escritor y activista ruso Alekséi Tsvetkov, poniendo como un ejemplo típico de las nuevas relaciones postcapitalistas, que no caben en el sistema capitalista, todo lo que está relacionado con el 'anticopyright'.
"Para nosotros es difícil imaginar cómo será el futuro postcapitalista, pero nos estamos acercando a él gracias al desarrollo de la tecnología, al crecimiento de la educación de las personas, a la aparición de nuevos grupos sociales. La ideología de la expansión del acceso público a las cosas es lo que une a todos los izquierdistas", explica el escritor.
En este sentido, prosigue, "los piratas informáticos también son izquierdistas, a un nuevo nivel tecnológico", ya que actúan de acuerdo con la lógica comunista: "Si tienes algo que compartir sin perderlo, tienes que compartirlo".
En opinión del escritor, "el derecho burgués, que defiende los derechos de autor, por ejemplo, en el caso de una película, parte del hecho de que se trata, en primer lugar, de una mercancía, y en el segundo, de una película para el público", mientras que los izquierdistas parten del hecho de que la película es una película, y verla como una mercancía distorsiona el significado de las cosas.
No obstante, Tsvetkov admite que en el sistema capitalista, la idea general de acceso libre a las cosas, a menudo conduce a un efecto contrario, y que no es lo mismo "un código abierto, que producen muchos y que utilizan todos, y la falta de recursos para hacer una nueva película si no pagan por ella".
"El libre acceso a la música, las películas, los artículos enriquece a las grandes corporaciones de Internet, mientras que los creativos y los equipos están en una crisis constante de recursos", lamenta el activista.
¿Estamos ante una nueva revolución?
En las ciencias sociales y la filosofía política, la mayoría de las nuevas ideas pertenecen a la izquierda, simplemente porque hablan de la transformación del mundo. Los conservadores buscan preservar las formas de vida y los valores existentes, el neoliberalismo cree en las leyes naturales del mercado y no en los proyectos sociales. "El progreso social necesita a los izquierdistas", destaca 'Russki Reporter'.
"Desde hace más de un siglo, la humanidad viene acercándose y parece ya estar cerca de un pico desconocido y sin precedentes de su evolución", comenta Georgi Derluguián, profesor de ciencias sociales y políticas en la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi.
"A finales del siglo XX, el capitalismo se deshizo de los antiguos temores de la izquierda, obtuvo acceso a las gigantescas masas trabajadoras de China y el flujo de recursos de las exrepúblicas soviéticas. Pero, ¿significa esto que el capitalismo como sistema histórico es eterno?", se pregunta Derluguián. "Ningún sistema complejo es eterno. Se le acumulan costos y contradicciones", remata.
El capitalismo tiene cerca de cinco siglos. Hasta mediados del siglo XX los grupos capitalistas de Occidente dominaron el mundo de las colonias y el mundo agrario y campesino con altas tasas de natalidad y bajas expectativas de beneficios sociales. "Hoy en día está claro que todo esto ya no es así", concluye el analista.
"En realidad, aquí no se trata de simpatías personales, sino de lógica histórica", señala a su vez Alexéi Tsvetkov. "Para la derecha, la lógica del progreso simplemente no existe, existe solo la lógica de las normas tradicionales y las desviaciones de la misma. Para los liberales, la lógica del progreso existe hasta cierto punto, y luego la historia termina con el triunfo del libre mercado. Para los marxistas, la sociedad moderna no existe en la historia, sino en la prehistoria, hasta que se eliminen todas estas barreras", explica.
Tsvetkov está convencido de que la verdadera historia de la sociedad humana "empezará con la revolución comunista, porque finalmente todo volverá a la normalidad y el mundo al revés será reemplazado por uno adecuado".
"La mayoría de los izquierdistas, aunque no crean en la revolución comunista, mantienen este ideal en mente como un horizonte, como una forma de evaluar lo que está sucediendo", afirma.
Por otra parte, algunos expertos consideran que no ocurrirá un cambio radical sino que el capitalismo tendrá que realizar una serie de reformas para poder responder a los nuevos desafíos. "Se establecerá a nivel mundial un capitalismo reformado con mayor igualdad y derechos sociales para todos. No será el fin del capitalismo, sino la aparición de un capitalismo mejor", asegura el profesor de la Universidad de California, EE.UU., Michael Mann.
Si la historia de la relación entre el comunismo y el capitalismo ya por sí misma es tan complicada y ha dado lugar a tantos mitos e ideas falsas, el futuro de los dos sistemas es aún más incierto y difícil de predecir.
Volviendo al libro '¿Tiene futuro el capitalismo?, la conclusión conjunta de los expertos consiste en que la gran crisis de este sistema, "sea cual sea el escenario, no significa el fin del mundo", ya que "el fin del capitalismo inspira la esperanza" de su transformación en formas nuevas "más humanas" o su transición en el renovado socialismo democrático. Y usted, ¿qué opina al respecto?