La Policía húngara ha utilizado gas lacrimógeno después de que cientos de refugiados rompieran una valla con cuchillas en la frontera con Serbia.
Francisco Guaita, que tilda la situación de "caótica", afirma que los refugiados han recorrido miles de kilómetros de Irak, Siria y Afganistán entre otros países; no han comido desde hace días; algunos de ellos se han gastado hasta 8.000 euros en el viaje y no tienen previsto abandonar su búsqueda por una vida mejor en la frontera serbo-húngara. Muchos de los refugiados, la mayoría, son profesionales; entre ellos destacan médicos y profesores entre otros oficios.
Hungría cerró su frontera con Serbia antes de la medianoche de este lunes, cuando, según lo previsto, debían entrar en vigor las enmiendas a la legislación que contemplan endurecer de manera significativa los controles fronterizos.