"Los enemigos reales son una amenaza para cualquier país, pero los enemigos imaginarios pueden ser aún más peligrosos. Agotan recursos, provocan conflictos innecesarios, y desvían la atención de los verdaderos desafíos", escribe el analista en un artículo para el diario 'The Boston Globe'.
"EE.UU. ha construido una fantasía semejante al convertir a Rusia en un enemigo", se lamenta el periodista.
Desde su punto de vista, aunque Washington explica la actual campaña contra Rusia con lo que denomina la "agresión" rusa contra la vecina Ucrania, y el apoyo de Rusia al Gobierno sirio, "las verdaderas razones del sentimiento antirruso son más profundas".
Hoy en día, hablan como si la Guerra Fría nunca hubiera terminado
En este sentido, el analista recuerda que "la mayoría de las figuras principales en las instituciones políticas y de seguridad estadounidenses crecieron durante la Guerra Fría" y "pasaron una gran parte de su vida creyendo que el Anticristo vivía en Moscú".
"Hoy en día, hablan como si la Guerra Fría nunca hubiera terminado", sostiene el autor del artículo.
Según explica, durante un breve período en la década de 1990, "parecía que Rusia había perdido el control sobre su propia seguridad" y muchos en Washington "creían que Estados Unidos había roto definitivamente el poder ruso".
No obstante, este enfoque "fue muy poco realista" y ha provocado un efecto inverso, prosigue Kinzer, apuntando que Vladímir Putin "es muy popular en Rusia porque su gente cree que está tratando de recuperar parte del poder perdido de Rusia".
"Y por la misma razón es demonizado en Washington", subraya el periodista.
Un enemigo "reconfortante"
A juicio de Kinzer, "tener a Rusia como enemigo es extrañamente reconfortante para los estadounidenses".
"Nos asegura que el mundo no ha cambiado realmente. Eso significa que no tenemos que cambiar nuestras políticas", explica el analista.
En nuestro actual enfrentamiento, Rusia tiene al menos una ventaja: sus líderes no son tan tontos como para considerar a EE.UU. una amenaza existencial
"Nuestra hostilidad hacia Rusia al estilo de 'regreso al futuro' nos permite sacar nuestro polvoriento libro de jugadas de la Guerra Fría", resucitando no solo las políticas de aquella época, sino también "la retórica hostil que las acompañaba", agrega el académico.
En su opinion, existen muchas razones por las que Washington no debería hacer de Rusia un enemigo. Y una de ellas es que al alejarse de Rusia, EE.UU. la empuja hacia China, "fomentando así una alianza que podría convertirse en una verdadera amenaza para el poder estadounidense".
Pero la razón clave para entender por qué convertir a Rusia en un enemigo es una locura, reside en el hecho de que "Europa sigue siendo estable solo cuando todos sus principales países están incluidos en el proceso de gobierno, y las preocupaciones de seguridad de cada uno se toman en serio", opina el analista.
"La emoción nos dice que Rusia es un elemento perturbador porque se niega a jugar con nuestras reglas", pero "la razón debe responder que Rusia es un poder legítimo que no va a recibir órdenes de Occidente, ni va a permanecer en silencio mientras EE.UU. promueve los movimientos antirrusos en sus fronteras".
"En nuestro actual enfrentamiento, Rusia tiene al menos una ventaja: sus líderes no son tan tontos como para considerar a EE.UU. una amenaza existencial. Nos beneficiaría tener un poco de su realismo", concluye el experto.