"Ver cómo el EI se derrite como helado bajo el sol con los ataques rusos pone en cuestión a EE.UU."
El historiador español César Vidal ha afirmado a RT que el hecho de "ver cómo el Estado Islámico se derretía como un helado bajo el sol cuando se produjeron los ataques aéreos rusos" ha provocado que mucha gente comience a preguntarse que, si no es tan difícil golpear al EI, "¿cómo es que EE.UU. no ha conseguido hacerlo con eficacia durante años?".
Además, Vidal subraya que la aparición en los medios occidentales de una serie de 'pruebas' de que el operativo de las Fuerzas Aéreas rusas en Siria ha provocado caos y bajas civiles "es una cortina de humo porque ha habido acontecimientos en los últimos días que dejaban muy mal el papel de la OTAN en Oriente Medio".
"Hay que recordar que precisamente, en paralelo, con pocas horas de diferencia con los bombardeos contras los islamistas en Siria se producía un bombardeo norteamericano en Afganistán contra un hospital en el que morían civiles", señala el experto.
"De una manera que casi se percibió en horas empezó a cambiar el ritmo informativo y dejó de ser informativo para convertirse en propagandístico", sentencia el historiador español.
¿Cómo reaccionó la población estadounidense frente al ataque de la OTAN al hospital de Kunduz?
El experto asevera que este hecho produjo entre los estadounidenses "sorpresa, estupor y horror". "Mucha gente en EE.UU. se enteró de que todavía siguen en Afganistán. A pesar de la retirada formal, aquella es una guerra que no ha terminado y que EE.UU. no consigue ganar", sostiene.
"Lo de Afganistán, como sucede en Siria, son operaciones fallidas de EE.UU.", afirma Vidal, añadiendo que estas cada vez "son más contestadas por mucha gente porque no comprenden cómo ciertos problemas se han enquistado durante años y no se consigue salir de ellos".
El pasado 30 de septiembre más de cincuenta aviones y helicópteros rusos, incluidos Su-24M, Su-25 y Su-34, comenzaron a realizar ataques aéreos de precisión contra objetivos del Estado Islámico en Siria a petición del presidente sirio Bashar al Assad. Ese primer día los aviones rusos cumplieron una veintena de misiones y lograron destruir un puesto de mando y un cuartel general de los extremistas en las montañas sirias. En los días posteriores siguieron los éxitos de la operación rusa, con entre 10 y 20 misiones exitosas cada 24 horas.