Consultado sobre cómo las principales agencias de inteligencia del mundo no habían advertido los terribles atentados en París, el director de la CIA, John Brennan, ha declarado que "revelaciones no autorizadas", como las filtraciones de Snowden, han hecho "mucho más difícil" localizar a los terroristas.
"Debido a una serie de revelaciones no autorizadas [...] ha habido algunas políticas y acciones legales que hacen que nuestra capacidad para encontrar a estos terroristas sea mucho más difícil", sostuvo el oficial citado por 'Daily Mail'.
El exgobernador de Florida y candidato actual republicano a la presidencia de EE.UU., Jeb Bush, también pidió la restauración de la capacidad de la NSA para seguir los registros telefónicos y de Internet, que el Congreso restringió a raíz de la protesta pública contra el espionaje gubernamental.
Mientras tanto, el exdirector de la CIA, James Woolsey, se ha mostrado más tajante al afirmar que Snowden tiene "sangre en sus manos", porque las filtraciones dieron a los terroristas información sobre la forma en que eran rastreados, lo que llevó a que cambiaran su comportamiento.
Al denominado por la prensa "juego de la culpa de Snowden" se unió el alcalde de Londres Boris Johnson, quien sostuvo que el exempleado de la CIA enseñó efectivamente a los terroristas "cómo evitar ser capturados".
Sin embargo, la comunidad internacional, representada, por ejemplo, por el reportero Glenn Greenwald ha ofrecido un contundente contrapeso al "juego de la culpa", alegando en su artículo para 'The Intercept' que los terroristas sabían que sus comunicaciones estaban siendo monitoreadas mucho antes de las revelaciones de Snowden. "¿Cómo hicieron los múltiples autores de los ataques bien coordinados, perpetrados antes de las revelaciones de Snowden en junio de 2013, para ocultar sus comunicaciones sin ser detectadas?", pregunta.
Según él, lo que hicieron las revelaciones de Snowden fue mostrar que la NSA y sus aliados "estaban recogiendo las comunicaciones de Internet y actividades de todos los demás".