Los residentes de los territorios controlados por el Estado Islámico destacan la desmoralización de los terroristas y los problemas de índole social, informa 'The New York Times'.
Hoy en día cada vez más gente paga a los contrabandistas para que los ayuden a escapar del Estado Islámico atravesando los puntos de control fronterizo de los países vecinos. "Mucha gente está huyendo. El Estado Islámico quiere construir una nueva sociedad pero no quedará nadie", dijo una maestra de la ciudad siria de Deir al Zour que escapó a Turquía el mes pasado.
Por falta de profesionales los yihadistas obligan a los residentes locales a desempeñar trabajos para los que no están capacitados. Así, en una ciudad controlada por la organización terrorista un exconstructor presta asistencia médica mientras un fiscal realiza trabajos de dirección del yacimiento petrolífero.
En Raqa se vieron obligados a cerrar el Hospital Nacional después de que la mayoría de los médicos huyera. Dado que está prohibido que los hombres presten asistencia médica a las mujeres, estas últimas se han quedado sin ayuda alguna aparte de la de las parteras obligadas por los terroristas a hacer el trabajo de médicos cualificados.
"El apoyo de la sociedad es importante y ellos no lo tienen. La gente oyó buenas palabras de ellos pero no vio nada bueno de todo esto", destacó una persona que vivió en una zona controlada por el Estado Islámico.