La amenaza que plantea hoy la organización yihadista del Estado Islámico es más grave que nunca por dos razones: por el volumen de su presupuesto militar y por su capacidad para atraer reclutas extranjeros de todo el mundo, escribe la revista norteamericana 'The National Interest'. Resulta indispensable redoblar los esfuerzos internacionales para privar a los yihadistas de estos dos pilares de su "máquina de guerra", socavando de esta forma su fortaleza, opinan los columnistas de la revista.
La capacidad financiera del Estado Islámico es bastante sólida, pese a que ya ha transcurrido un año de ataques aéreos de la coalición liderada por EE.UU. contra los terroristas y su infraestructura petrolera. Según el funcionario del Departamento del Tesoro de EE.UU., Daniel Glaser, los insurgentes obtienen anualmente 500 millones de dólares de la venta del petróleo.
Pese a los daños causados por los bombardeos, el movimiento tiene acceso a otras fuentes de ingresos locales lucrativos, incluyendo cientos de millones de dólares derivados de impuestos, de la extorsión y de la agricultura, señalan los autores del artículo. "Estos ingresos, por no hablar de una reserva estratégica de hasta 2 millones de dólares, son suficientes para que el EI cubra los costes de su califato en Oriente Medio y financie ataques terroristas en Europa y América del Norte", reza el artículo.
El segundo punto fuerte del EI es el flujo constante de combatientes extranjeros radicalizados que acuden a sus filas. Pese a las bajas que sufren los extremistas, nuevos reclutas ayudan a revitalizar la campaña del EI en Irak y Siria.
Según la revista, "los esfuerzos actuales de la coalición, que se enfocan en Irak y Siria, son demasiado cortos de mira". "Para poner fin a la expansión de la influencia global del EI, Estados Unidos y sus socios deben pensar con mayor amplitud de miras sobre cómo cortar las fuentes de su presupuesto militar e interrumpir flujos de combatientes extranjeros", concluyen los autores.