Arabia Saudita anunció la creación de una coalición islámica formada por 34 países para luchar contra los terroristas del Estado Islámico y otros grupos radicales. "La noticia ha generado reacciones contradictorias entre analistas y expertos por todo el mundo. Y no es sorprendente puesto que en momentos en los que la atención de la comunidad mundial está puesta en Siria y el Estado Islámico, cualquier iniciativa que los afectan, sobre todo a gran escala, es acompañada con un análisis minucioso para pronosticar a qué consecuencias puede llevar", señala el periodista Maxim Artemiev en su artículo publicado en la revista 'Slon'.
¿Cómo puede un país radical liderar una coalición antiterrorista?
Para el autor del artículo es ridículo que un país como Arabia Saudita, donde "la lista de violaciones de derechos humanos es muy extensa" y donde se predica el islam más radical, fomente esa coalición contra el Estado Islámico.
"¿Dónde está la frontera entre el radicalismo y el radicalismo militante que se transforma en terrorismo?", pregunta el periodista recordando que precisamente fue el reino saudita el que "cultivó a los futuros participantes de Al Qaeda, comenzando con Bin Laden, llamándolos 'luchadores contra la agresión soviética' en Afganistán".
Caprichos geopolíticos
En opinión de Artemiev, el enfrentamiento entre los sauditas y los yihadistas del Estado Islámico es, en gran medida, nada más que "un capricho de la geopolítica" y no de diferencias religiosas, dado que los "lobos jóvenes" del Estado Islámico no pueden perdonar a los sauditas su elección de EE.UU. como aliado "convirtiéndose en sus servidores", señala.
"La alianza entre Arabia Saudita y EE.UU., que para muchos aparentemente fue poco natural, se originó y se fortaleció en los tiempos de la Guerra Fría [...]. En cuanto a la cuestión de Israel, sus posiciones divergían, aunque eso no les impidió cooperar. Estados Unidos nunca ha planteado la cuestión de los derechos humanos, mientras que Arabia Saudita ofreció sin problemas su territorio a las tropas estadounidenses durante la guerra con Irak en 1991", escribe el periodista.
"Por lo tanto, con la persecución primero de Al Qaeda y ahora del Estado Islámico, los sauditas están luchando no tanto con los opositores ideológicos, como con los rivales políticos. Lo que no logró Bin Laden, lo ha empezado realizar Al Baghdadi [el líder del Estado Islámico]", subraya.
Cercando al principal rival geopolítico, Irán
Por otra parte, "reuniendo a una coalición, Riad está cercando a su principal rival geopolítico, que es Irán. Estratégicamente a la monarquía le preocupa más Irán que el Estado Islámico y los 33 países que se han apuntado en esa coalición lo entienden perfectamente", sostiene el periodista. "Ninguno [de esos países] luchará en Siria o Irak, salvo quizás Turquía, que es un actor bastante independiente".
¿Cuál de estos 34 países puede participar realmente en esa "aventura"?
"¿Cómo puede luchar Somalia (país que de facto no existe)? ¿O, por ejemplo, Sudán? También en la misma línea están Libia, el Líbano, Túnez y Egipto. Este último todavía no acaba de recuperarse de la primavera árabe para participar en aventuras en el extranjero", sostiene Artemiev, subrayando lo absurdo de la campaña anunciada.
Por otra parte está Indonesia, el país con la mayor población musulmana (aunque la nación es secular), que decidió no entrar en esa coalición, aunque ha expresado su deseo de cooperar. "El interés de los indonesios respecto a esa iniciativa es muy limitado", según el periodista.
"Apariencia de lucha activa contra el Estado Islámico"
"Por lo tanto, la coalición anunciada a bombo y platillo es un proyecto puramente publicitario para la monarquía saudita. Sus participantes no tienen ninguna tarea oficial, ni obligaciones, ni intereses u objetivos comunes. Riad no puede influir en estos países y ni siquiera lo necesita. Esto solo sirve para crear la apariencia de una lucha activa contra sus rivales del Estado Islámico", resume Artemiev.
"En el contexto de las contradicciones entre Rusia y Occidente y entre Moscú y Ankara, Arabia Saudita solo trata de ofrecer su juego como una solicitud para participar en la primera liga de la política internacional", concluye el periodista.