Estas son, según Europa Press, las mayores crisis humanitarias de 2015 que casi no recibieron atención en los medios de comunicación.
Los desplazamientos forzosos en Centroamérica
El narcotráfico, las violaciones de los derechos humanos y la pobreza obligan a millones de habitantes del llamado 'Triángulo Norte', formado por El Salvador, Honduras y Guatemala, a emigrar a EE.UU. o a otros países de Latinoamérica en busca de una vida mejor. Muchas veces es la violencia ejercida por las bandas callejeras lo que fuerza a los habitantes de estos países a desplazarse. De acuerdo con los datos presentados por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el número de solicitantes de asilo que llegan a EE.UU. procedentes de estos países casi se ha multiplicado por cinco desde 2008.
El drama que vive actualmente Centroamérica queda perfectamente ilustrado por un dato: las 51 muertes violentas que se registraron en El Salvador el 29 de agosto de este año convirtieron ese día en el más sangriento de los últimos 15 años en el país.
La guerra civil en Sudán del Sur
La vida todavía está muy lejos de alcanzar la normalidad en el país más joven del planeta. Desde diciembre de 2013 Sudán del Sur vive inmerso en una cruenta guerra civil que enfrenta al Ejército regular, fiel al presidente Salva Kiir, y a grupos rebeldes liderados por su exvicepresidente Riek Machar. El conflicto ha causado desplazamientos a gran escala de personas que huyen de la violencia, las altas tasas de muertes, las enfermedades, la interrupción de los medios de subsistencia y la malnutrición.
La violencia ya ha dejado más de 10.000 muertos, y más de un millón y medio de personas han huido a las zonas boscosas. 185.000 de ellas buscaron refugio en las bases de la ONU. Por si eso fuera poco, unos 2,4 millones de habitantes de Sudán del Sur pasan hambre, dado que la única manera de abastecer de alimentos el país es lanzándolos desde el aire.
El conflicto en la República Centroafricana
La República Centroafricana es escenario de un conflicto religioso que estalló en el año 2013, cuando los rebeldes musulmanes se hicieron con el poder en este país mayoritariamente cristiano. Su llegada al poder estuvo seguida por una ola de violencia sin precedentes. Casi la mitad de la población necesita alimentos y medio millón de personas tuvieron que abandonar sus hogares para huir de los enfrentamientos.
La situación se agrava también por los presuntos abusos perpetrados por los cascos azules que la ONU ha enviado al país para proteger a la población civil, pero que en ocasiones no hacen sino añadir un elemento de sufrimiento a la ya de por sí durísima vida de los centroafricanos. El 12 de agosto la ONU abrió una investigación a raíz de nuevas acusaciones contra varios cascos azules en el país. Basándose en testimonios de testigos, Amnistía Internacional acusó a varios uniformados de violar a una niña de 12 años. La ONG también denunció el presunto asesinato de un adolescente de 16 años y de su padre, de 61, alcanzados por disparos frente a su casa. Según la ONG, dichos crímenes tuvieron lugar durante la operación que cascos azules de Ruanda y de Camerún de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la ONU en la República Centroafricana (MINUSCA por sus siglas en francés) llevaron a cabo en un barrio musulmán de Bangui, la capital. Un caso que no es el primero de su naturaleza. Anteriormente, cascos azules franceses en la República Centroafricana fueron acusados de violar a menores en varias ocasiones desde diciembre de 2013 hasta junio de 2014.
Yemen
Yemen vive su segundo año de una guerra civil en la que desde marzo participa también una coalición encabezada por Arabia Saudí. De acuerdo con los datos de la ONU, al menos 5.800 personas, la mitad de ellas civiles, han muerto desde que comenzaron los bombardeos aéreos, y la situación humanitaria en este país de la península Arábiga está empeorando. Al mismo tiempo, más de 21 millones de yemeníes necesitan ayuda para sobrevivir, y 2,3 millones de personas han sido desplazadas.