El profesor de psicología Jan Ilhan Kizilhan trabaja para un programa especial que ayuda a trasladar a las mujeres y niños que fueron rehenes del Estado Islámico desde el Kurdistán iraquí hasta Alemania. Según ha contado al rotativo ruso 'Nóvaya Gazeta', el 96 % de las personas beneficiadas son mujeres que fueron violadas en hasta más de 10 veces durante su cautiverio. La mayoría de ellas son yazidíes, aunque también hay chiies, cristianas, etc.
"Se trata de un genocidio sistemático, no de que los yihadistas quisieran violar a las mujeres para satisfacer sus instintos sexuales. Los agresores siguen unas reglas durante las violaciones, precisamente porque no consideran que sus víctimas sean seres humanos", ha explicado el especialista.
"Todas las personas que no pertenecen al islam deben morir así"
Las historias que ha compartido con el medio ruso ponen los pelos de punta. Así, Jan Ilhan Kizilhan ha tratado a una niña de nueve años que fue vendida y violada seis o siete veces. Otro caso fue el de una mujer kurda de 26 años, comprada junto con sus tres hijos por un yihadista, quien la obligó a aprender cada día un versículo del Corán... pero esa tarea se le daba mal.
Un día, el terrorista "se puso tan furioso que tomó a su hija más joven, de dos años de edad, la metió en una gran lata —en donde, normalmente, almacenan mantequilla— y la puso al sol durante siete días, como castigo por los errores de la madre", según ha revelado Kizilhan.
Quería salvar a mi hijo, por eso permití violarme. No tenía otra opción
Tras esa semana, el terrorista sacó a la niña y la introdujo en agua helada, lo que hizo que perdiera un ojo. Después, la golpeó hasta romperle la columna vertebral y, al cabo de dos días, la pequeña falleció. "Todas las personas que no pertenecen al islam deben morir así", sentenció el yihadista.
Posteriormente, amenazó a la mujer con matar cruelmente a su hijo de siete años si no permitía que la violara. Ella dijo a Kizilhan: "Quería salvar a mi hijo, por eso consentí que abusara de mí. No tenía otra opción. Puedo asumir que mi marido y mi padre fueran asesinados, pero no que mataran lentamente a mi hija durante siete días, eso no lo puedo aceptar ni eliminar de mi memoria: todos los días veo a mi niña", explicó madre y víctima de los abusos.
"Si una mujer logra escapar del EI, no quiere decir que ahora todo esté bien"
El psicólogo subraya que los hermanos de la pequeña, de cinco y siete años, también fueron testigos del bárbaro asesinato y que su psique está destruida, como sucede con tantas otras víctimas: "si una mujer logra escapar del EI, no quiere decir que ahora todo esté bien".
Por ejemplo, una adolescente de 16 años logró huir de su cautiverio pero, en un campamento de refugiados, tuvo un brote psicótico. "Le pareció que los militantes del EI estaban frente a su tienda y querían llevársela", ha relatado el profesor.
De este modo, la joven se roció con gasolina, se prendió fuego y quemó el 98 % del cuerpo. Tras 10 operaciones, sus ojos se encuentran mejor, pero no tiene orejas ni nariz. Deberá someterse a otras 30 intervenciones.
Kizilhan sabe que, al menos, otras 20 mujeres que fueron rehenes del grupo terrorista han intentado suicidarse en varios campamentos de refugiados del Kurdistán iraquí.
"El EI es un episodio del pasado; ahora, tu vida es diferente"
Entonces, ¿es posible superar los traumas vividos durante estos terribles cautiverios? El psicólogo asegura que sí, gracias a la terapia. "Enseñamos a las mujeres que el Estado Islámico es una pequeña parte de sus vidas y que el resto es mucho más importante. A veces, enferman y culpan de todo a ese grupo terrorista, pero les insistimos: 'No, es un episodio del pasado; ahora, tu vida es diferente'. Tienen que aprender a vivir con ello y experimentar cosas nuevas".