La ONG Amnistía Internacional entrevistó durante el pasado mes de diciembre a unas 40 mujeres y niñas refugiadas en el norte de Europa que habían viajado de Turquía a Grecia para luego cruzar los Balcanes. Los testimonios que recoge el informe de la organización no gubernamental narran historias de violencia, agresiones, explotación y acoso sexual a lo largo de todo el trayecto, incluso en territorio europeo.
Muchas de estas mujeres, originarias de Siria e Irak, denunciaron que los traficantes, personal de seguridad e incluso otros refugiados las habían sometido a malos tratos, explotación económica y tocamientos y las habían presionado para mantener relaciones sexuales con ellos. Los abusos sucedían con frecuencia en los campos de refugiados en Europa.
Muchas mujeres denunciaron que las habían sometido a malos tratos, explotación económica y tocamientos y las habían presionado para mantener relaciones sexuales
Una joven iraquí de 22 años manifestó a la ONG que mientras estaba en Alemania un guardia de seguridad uniformado le había ofrecido ropa a cambio de "estar a solas" con él. Muchas mujeres y niñas que viajan solas y las que lo hacen únicamente acompañadas por sus hijos se sintieron amenazadas en las zonas de tránsito europeas y en los campamentos para refugiados de Hungría, Croacia y Grecia, donde se veían obligadas a dormir junto a cientos de varones.
El informe señala que algunas mujeres decidieron salir de las zonas designadas para ir a dormir a la intemperie, ya que allí, dicen, "se sentían más seguras". "En un centro Alemania, algunos refugiados las espiaban mientras iban al baño", cita el informe, que asegura que "algunas evitaban comer y beber parar no tener que ir al servicio y no sentirse inseguras".
Maryam, una joven siria de 16 años, denunció ante Amnistía Internacional que "en Grecia la Policía las agredió, golpeando a todo el mundo con palos, incluso a los niños". Tras el ataque policial "me mareé y me caí", afirmó la niña, que luego se reunió con su madre para enseñarle las heridas y "un agente lo vio y se rio. Pedí un médico y nos dijeron a mi madre y a mí que nos fuéramos", concluyó.
"Tras vivir los horrores de la guerra en Irak y Siria, estas mujeres lo han arriesgado todo con tal de conseguir seguridad para ellas y para sus hijos. Pero desde el mismo momento en que comienzan su viaje vuelven a verse expuestas a sufrir violencia y explotación, sin recibir apenas apoyo o protección", denunció Tirana Hassan, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional. "Estas mujeres y sus hijos han huido de algunos de los lugares más peligrosos del mundo y es vergonzoso que sigan en peligro en suelo europeo", añadió.