¿Está EE.UU. preparado para un mundo multipolar? Esta es la pregunta que se plantean los analistas Mathew Burrows y Roger George en su nuevo artículo publicado por The National Interest.
Los periodistas recuerdan un informe del Consejo Nacional de Inteligencia de EE.UU. publicado en 2008, que pronosticaba que "para el 2025 el sistema internacional será multipolar".
Lo que no sabían los autores de aquel informe es que su pronóstico se cumpliría tan rápido, sostienen Burrows y George, aunque, señalan, "cuando escuchamos a muchos candidatos presidenciales de hoy, parece que nunca hemos dejado el momento unipolar".
En opinión de los expertos, el reto de Washington hoy en día es cambiar su modo de pensar, ya que parece que está atrapado en la idea de su "excepcionalismo" y del papel "indispensable" que desempeña.
"Los líderes de EE.UU. tendrán que ser honestos con la ciudadanía sobre la disminución de la influencia del país y la necesidad de moderación estratégica", opinan los analistas.
"Hará falta un presidente extraordinario y valiente que modifique los objetivos de EE.UU. para que estos reflejen que ahora nuestros recursos son más limitados y la competencia de China, Rusia y otras potencias ha crecido", añaden.
Los autores del artículo hacen hincapié en que "otras grandes potencias —en particular China y Rusia— no necesariamente comparten los valores estadounidenses, ni tampoco acreditan a EE.UU. para que gestione un orden internacional liberal".
"Por el contrario, tienen visiones radicalmente diferentes sobre cómo deben ser llevadas a cabo las relaciones internacionales", agregan Burrows y George.
A su juicio, en el nuevo mundo multipolar, EE.UU. no debería "tratar a los demás como parias".
Los líderes de EE.UU. tendrán que ser honestos con la ciudadanía sobre la disminución de la influencia del país y la necesidad de moderación estratégica
Asimismo, los estadounidenses "deben abandonar la tendencia de rechazar las iniciativas internacionales que 'no hayan sido gestadas aquí'", consideran los analistas poniendo como ejemplo el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), con el que China le está enseñando a Washington que si uno quiere tener influencia sobre el nuevo orden mundial debe participar en las iniciativas de los demás.
"Los estadounidenses no pueden esperar que todas las buenas ideas provengan de Washington, o que si EE.UU. rechaza una propuesta no estadounidense esta sea condenada", sostienen los expertos, concluyendo que "en lugar de tratar de dividir, conquistar o contener a los poderes emergentes", EE.UU. haría mejor en concentrarse en buscar "soluciones incluyentes a los desafíos globales".