Confrontación global: cómo reacciona Rusia ante una amenaza militar real
En el caso de una eventual amenaza directa los militares rusos tendrían tan solo unos momentos para decidir cómo actuar. Sin embargo, las Fuerzas Armadas rusas tienen experiencia de respuestas simétricas a las provocaciones militares, y las lecciones del pasado están bien aprendidas, escribe el analista Dmitri Yúrov en su nuevo artículo para el portal Zvezda.
Espía interceptado
Uno de los casos ejemplares que cita el analista es el incidente del avión espía estadounidense U-2, ocurrido el 1 de mayo de 1960, en plena Guerra Fría. La aeronave, pilotada por Francis Gary Powers, tenía la misión de sobrevolar la Unión Soviética y fotografiar sitios de misiles nucleares en los alrededores de las regiones de Sverdlovsk y Plesetsk.
Sin embargo, el avión fue interceptado y derribado por uno de los misiles soviéticos S-75, desmintiendo el mito de la invencibilidad de la tecnología de la aviación de EE.UU. y poniendo a los estadounidenses ante una incómoda necesidad de reconocer el hecho de haber cruzado la frontera de la URSS y disculparse por lo sucedido.
"Siendo unos pragmáticos experimentados, los estadounidenses estuvieron reflexionando durante mucho tiempo sobre qué decisión tomar. Finalmente, se optó por la única opción correcta: intercambiar a Francis Gary Powers por el espía soviético Rudolf Abel, que fue muy útil para la URSS", explicó a Zvezda el historiador militar ruso Borís Korchagin.
'Operación Blackbird'
El fracaso de Powers obligó a los estadounidenses a reconsiderar ―pero no abandonar― sus planes de vigilancia del territorio soviético. A comienzos de los 80 del siglo pasado, los pilotos soviéticos en la zona de Kamchatka se encontraron con un avión espía diferente: el más moderno, más tecnológico y más rápido Lockheed SR-71, que volaba a una velocidad "monstruosa" de hasta 3.500 kilómetros por hora.
A diferencia de su predecesor, el SR-71, conocido también como Blackbird, nunca violó las fronteras de la URSS, pero volaba a una distancia crítica, mientras que el sistema de defensa aérea soviética no era capaz de interceptarlo debido a su alta velocidad.
"Interceptar este avión no era todo: teníamos que dejar claro a los pilotos y todos los responsables de estos vuelos que en el caso de un error se aplicará el principio de tolerancia cero al enemigo", recordó en una entrevista a Zvezda el teniente coronel retirado de la Fuerza Aérea soviética Anatoli Sávchenko.
Para cumplir este objetivo, se llevó a cabo un trabajo enorme: las coordenadas del potencial 'lugar de encuentro' fueron calculadas hasta cientos de metros, y se desarrolló un complicado esquema de vuelo para dos cazas MiG-31 con misiles aire-aire.
En plena operación, que, según el autor del artículo, "parecía un juego del gato y el ratón", el Blackbird apareció de repente justo por encima de uno de los cazas rusos, a una distancia de unos 2.000 metros, lo que le permitió a la tripulación del MiG-31 interceptarlo enseguida, después de lo cual la aeronave estadounidense comenzó a alejarse con la máxima aceleración en la dirección opuesta a Kamchatka.
Tras este 'juego', el avión espía de EE.UU. tardó mucho tiempo en volver a acercarse a las fronteras de la URSS, y cuando lo hizo, fue a una distancia doble a la anterior.
Embestida 'suave'
En 1988, en un momento de mejoría de las relaciones entre las dos superpotencias, se produjo un incidente entre buques de guerra de la URSS y EE.UU. en las costas de Crimea, cuando el crucero de la Flota estadounidense Yorktown y el destructor Caron violaron la frontera de la Unión Soviética.
Al ser un tiempo tan difícil, nadie quería utilizar las armas, ni comienzar un gran conflicto con un par de pequeños barcos
A pesar de muchas advertencias por la parte soviética, las naves norteamericanas se negaron a abandonar sus aguas territoriales, por lo cual los buques de patrulla Bezzavetni y SCR-6 tuvieron que abordarlas con el fin de expulsarlas de las aguas territoriales.
En respuesta a la pregunta de Zvezda sobre por qué los marineros soviéticos no dispararon, el capitán retirado Serguéi Nikíforov explicó que "al ser un tiempo tan difícil, nadie quería utilizar las armas, ni comenzar un gran conflicto con un par de pequeños barcos".
"Era necesario resolver el problema de manera diferente", añadió.