Los ciudadanos graban redadas a cualquier hora y en distintas partes de Bruselas. Entre detención y detención, las primeras investigaciones evidencian que los atentados carecían de un plan verdaderamente coordinado. "No es lo normal que los terroristas lleguen en taxi al aeropuerto. No es lo normal que el taxista evite el impacto más grande de la catástrofe sin saberlo obligándoles a dejar una maleta llena de explosivos fuera del taxi porque no cabe", afirma Griselda Pastor, periodista de la cadena SER de España.
Los sospechosos de los atentados en Bruselas no son nuevos para la Policía: muchos tenían antecedentes, uno al menos actuó en los ataques en París y la mayoría de ellos eran conocidos de sobra en la zona donde vivían. "Es gente que viene de la pequeña criminalidad. Gente que ha fracasado en la escuela. Muy vinculada al barrio", indica.
El distrito de Molenbeek es un ejemplo: durante 4 meses se ocultó allí el terrorista más buscado de Europa. En el momento de la detención, Salah Abdeslam estaba a solo 400 metros de su casa. A unos pasos de la comisaría más grande del barrio; un hecho que demuestra la protección de su entorno.
La marginalización, ¿combustible de la radicalización?
En los últimos meses, las frases altisonantes del Gobierno belga tampoco han ayudado. "Voy a limpiar Molenbeek. No podemos aceptar esta situación por más tiempo. Tenemos que ver cómo atajar el problema y erradicarlo de una vez por todas", afirmaba Jan Jambon, ministro del Interior belga, días después de los atentados de París.
Para muchos, la exclusión hacia los musulmanes se percibe a diario, como a la hora de buscar trabajo. "Serás muy cualificado, pero con tu nombre, mejor te dejamos lejos. Cogemos otro con un nombre o un apellido europeo o belga", cuenta Soledad Fernández, residente en Bélgica.
Esa marginalización ha alimentado la influencia de grupos como Sharia for Belgium: una de las incubadoras de la radicalización más importante en el país, según el Gobierno. Ahora el grupo está señalado como organización terrorista y su líder, Fuoad Belkacem, está en la cárcel. Pero antes de entrar a prisión su mensaje era nítido: "Si eres musulmán, vas al paraíso. Si eres infiel, irás al infierno. En eso creemos".
Vínculos de sangre, ¿denominador común?
Ismael y Zakaria son dos de los cientos de belgas que han viajado a Siria a luchar junto al Estado Islámico. Según el padre de ellos, Abdelwahab Iddoub, los radicales les lavaron el cerebro cuando hace tres años partieron hacia el país árabe: "No tienen gran nivel educativo y cultural para resistir a esas tonterías. Mi hijo no conoce nada del islam".
Iddoub fue a comisaria a denunciar que su hijo mayor se estaba radicalizando, pero la Policía hizo oídos sordos ante sus argumentos. "Por favor, va a poner su vida en peligro y quizá más tarde puede ser un peligro para Bélgica. Y me han dicho: eso no nos importa", cuenta.
Precisamente, un denominador común en los atentados de Bruselas, París, 'Charlie Hebdo', Boston, Madrid o Nueva York son los vínculos de sangre; la presencia de hermanos en los ataques terroristas es una constante. Y un tercio de los occidentales que han ido a Siria o Irak también lo han hecho en familia.
La amenaza directa del Estado Islámico y su propaganda, que inspira a muchos radicales a cometer atentados, ya no conoce fronteras. En este mapa puede apreciar los lugares atacados por los terroristas.