Diplomacia ante todo, una receta para aplastar al Estado Islámico
La persistencia del Estado Islámico ante los ataques de la coalición internacional encabezada por Washington no se debe a que EE.UU. no haya desplegado suficiente fuerza de combate en el terreno, cree el analista de un blog de 'The National Interest', el ex teniente coronel Daniel Davis. El problema es que el país confía completamente en la fuerza y es una herramienta incorrecta para resolver el problema del extremismo en Oriente Próximo, opina el experto.
"Por motivos muy prácticos —asegura— un esfuerzo nacional que confía principalmente en la diplomacia tiene la posibilidad de conseguir objetivos para la política estadounidense donde un enfoque primeramente militar no funciona". Davis se remite a la segunda batalla de Faluya (que pretendía en 2004 eliminar un foco de insurgencia en Irak después del derrocamiento de Saddam Hussein) a modo de ejemplo sobre cómo no funciona el enfoque militarista.
Después de oponer una temeraria resistencia a las tropas estadounidenses, la insurgencia perdió en el combate, pero aquella victoria táctica de EE.UU. se convirtió en un fracaso estratégico. Los ganadores dejaron gran parte de la ciudad destruida, volviendo así a la población contra EE.UU. Por eso le parece muy lógico al exmilitar que hace dos años Faluya cayera en manos del Estado Islámico sin ninguna lucha.
"Los remanentes derrotados de Al Qaeda en Irak se fundieron con la población, se reformaron en el Estado Islámico y se levantaron otra vez como una fuerza de combate eficaz", afirma Davis. "Repetir ese ciclo no sirve a los intereses estadounidenses". En caso de que EE.UU. derrote al Estado Islámico en Irak dejando el terreno en ruinas, preparará "todas las condiciones para que surja más tarde un grupo de militancia islamista nuevo, aún más capaz", pronostica el exmilitar.